miércoles, 27 de junio de 2007

27 de junio. Solo de trompeta.

Me considero feliz y agradecido de poder hacer lo que siempre quise y nunca, hasta que abandoné el mundo laboral (o me obligaron a abandonarlo), he podido. Cierto que las circunstancias han cambiado. Ya no dependo de un trabajo remunerado que me liga a una empresa con intereses particulares, con frecuencia lejos del interés general. Lo que convierte mi vida en más inestable pero mi espíritu en más libre. Sin perspectivas laborales claras hasta el momento, al menos hoy me permito escribir lo que siento y pienso, cosas que, anteriormente, nunca me había atrevido o me hubieran dejado. Reconozco que no estoy en una situación como para echar a cantar o sonar a pleno pulmón, pero sí para poder hacer un solo de trompeta de forma diáfana y clara.

Cuando recuerdo la situación de otros parados que no tienen ya fuerzas para seguir resistiendo, ni para mantener su situación, me siento afortunado dentro de lo que cabe. Otra cosa sería que no tuviera ya ánimos para seguir expresando lo que siento, tentación que más de una vez he experimentado a lo largo de estos años. Pero yo sé que, mientras resista con la música y la escritura, enriquezco mi vida y siento más posibilidades de vivirla a tope. El dinero y la comodidad no deben inquietarme más que lo que mínimamente puedan preocuparme.