viernes, 31 de agosto de 2007

31 de agosto. Luz y taquígrafos sobre las cuentas de la familia real.

La familia real se despide de las autoridades mallorquinas

En una cena de despedida en el Palacio de la Almudena (Mallorca), la familia real española compartió mesa el pasado martes con autoridades civiles, militares y judiciales de Mallorca. En el salón gótico, los cocineros de la Casa Real ofrecieron un “sencillo menú” compuesto por un primer plato de timbal frío de calabazín al aroma de tomillo sobre una crema ligera de queso fresco, seguido de lomo al horno con aceite de taronjil y patatas, regado con vino mallorquín de Binigrau, un nounat blanco, un Marqués de Riscal, un Magnun reserva del 2006 y Jaume Codorniú. El ágape culminó con una tarta caliente de manzana con helado de vainilla. Todo un ejemplo de sencillez gastronómica ante millones de súbitos que luchan para llegar a fin de mes y de parados que, más allá del pan y de las legumbres tradicionales, difícilmente logran aprivisionar estos manjares veraniegos reales. Aunque ya se sabe, el Rey es el Rey.

Llegado a la isla el pasado 18 de julio, el monarca se ha entregado a sus habituales actividades deportivas, y ha compaginado, según cuentan, sus labores al frente de la Jefatura del Estado, manteniendo los dos habituales despachos de verano en Marivent con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Al inicar sus vacaciones, en un acto en el que recibió a las autoridades del Govern, Consell y Parlament de las islas, Juan Carlos tuvo la oportunidad de estrechar la mano de Joan Lladó, representante de ERC y conseller de Interior, quien, con sus polémicas palabras, habría cuestionado la presencia real en la isla. Y, tras disfrutar una vez más de unas plenas vacaciones, todos los miembros de la familia real irán abandonando Mallorca a partir de este fin de semana, mientras suenan todavía las protestas de los antimonárquicos.

A nadie se le olvida la instancia del ERC al Gobierno en su proposición no de ley en el primer trimestre del 2007, cuando este grupo pidió que la liquidación presupuestaria de la Familia Real fuera “pormenorizada” y exigió más “transparencia” sobre los fondos, las dotaciones recibidas y el patrimonio. La Mesa del Congreso rechazó la admisión a trámite de todas estas iniciativas, alegando que, “la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad alguna”.

El pasado 26 de julio, Juan Carlos Escudier escribía, en el diario “20 minutos”, un artículo titulado “Trabajar como un rey” “¿Trabaja el Rey?, se preguntaba. Y si lo hace, ¿a qué se dedica cuando no viaja oficialmente ni está ‘briboneando’ por aguas de Mallorca mes y medio al año? Son preguntas difíciles de contestar porque la opacidad de la Casa Real es proverbial y sólo nos enteramos de refilón de algunas cacerías si hay osos de por medio y lo cuenta la prensa rusa. En principio, cabe suponer que el monarca y su heredero desempeñan con discreción servicios al país. En eso debe de consistir lo de trabajar como un rey”.

El hecho es que, de los 8,2 millones de euros recibido por el Rey de los presupuestos, jamás se ha explicado con todo detalle en qué se gastan. No importa que los españoles se pregunten por el modo como se utilizan. Forman parte de un secreto a buen recaudo, jamás desvelado por la Corona española. En Suecia se conoce el destino de las cuentas reales. Sin embargo, esto no es Suecia, sino España, en donde éstas forman parte del secreto de Estado y en donde personajes como Manuel Prado, Mario Conde o Alberto Alcocer, oficioso administrador del patrimonio real, han sido hostigados por los Tribunales de Justicia.

“Creo que el rey debería ‘dar explicaciones’ de lo que hace y en qué gasta su dinero –contaba Gonzalo, un comentarista de este artículo–. No me gusta el secretismo sobre la familia real. No digo que pase como en Reino Unido pero una familia que, por el hecho de tener la suerte de nacer en el ambiente real, tiene ciertos privilegios públicos o estatales y debería responder a estas cuestiones”

“Debería hacerse pública y publicitada –agregaba María José, otra comentarista– la relación de los trabajos que realizan nuestras realezas, sus ingresos y gastos con dineros públicos... No se trata de debatir, de momento, la forma política del Estado; si monarquia o república. Pero me molestan todos esos protectores de la Corona que no se escandalizan por todo el oscurantismo que rodea a los Borbones. Pienso, por ejemplo, en la opacidad total de los gastos de la monarquía y en la falta de transparencia fiscal de todos sus integrantes. Se dice que la monarquía sale más barata que la república, y yo me pregunto: ¿cómo saberlo? Porque la oscuridad en este tema es muy llamativa. ¿Por qué se tiene miedo a la transparencia de algo tan elemental como saber las cuentas de la Jefatura de Estado así como su distribución? ¿Es posible que todavía se crea que los más de 8 millones de euros que recibe el Rey ‘para su libre disposición’ es todo lo que nos cuesta la Corona? ¿Qué hay de los demás gastos a satisfacer en concepto de mantenimientos de palacios, vacaciones, sueldos de personal civil y militar, viajes de representación o privados, recepciones, mantenimientos de yates, formación, bodas, bautizos, vigilancia? ¿Por qué se desconocen las cuentas públicas y privadas de la real familia?

A esta comentarista le parecía denigrante la inviolabilidad de la que disfrutan los miembros de la realeza. “Resulta que la persona del Rey (y estoy segura que casi todo el que se apellida Borbón y se encuentra en el entorno más cercano del monarca) es irresponsable en lo penal y civil y no responde ante la Ley. Esto ha permitido que, bajo el manto regio, se hayan amparado verdaderos delincuentes como Mario Conde, Botín, Javier de la Rosa, el propio administrador personal y amigo de SM, el impagable Manuel Prado y Colón de Carvajal, y, como bien dice el autor del blog, ‘ahora también Alberto Alcocer, etc’. Ya conocemos el coqueteo de nuestra insigne Familia con personas de la banca y empresarios de dudosa moralidad, cuanto menos. Que SM, don Juan Carlos, siente debilidad por los reyes árabes multimillonarios no debe sorprender a nadie. Lo que es un escándalo es lo que se ha producido hace poco con la concesión del Toisón de Oro a uno de los mayores déspotas que hay, el rey de Arabia Saudí, en cuyo país se permiten permanentes violaciones de los derechos y libertades más fundamentales y, además, financia el terrorismo islamista”...

Otro comentarista se había sorprendido por la serie de preguntas que el monarca había formulado sobre la salud económica de la institución en la que ocupaba su escaño. “Era fácil percibir que se le habían sugerido escasos minutos antes, pues acto seguido preguntó a cuántas islas de Baleares representaba la institución en cuestión, dejándonos a todos los presentes estupefactos, pues la misma tan sólo acoge a representantes de Mallorca, algo que, consideramos, debería saber quien ostenta el cargo de Jefe del Estado y veranea en la isla desde hace más de 30 años, habiendo recibido en audiencia en, al menos ocho ocasiones, a nuestros antecesores. Es decir, que mostraba un mínimo interés por las instituciones políticas, sus competencias, características y demás”.
Curiosamente, antes de finalizar su descanso en Mallorca, el monarca habría decide al fin crear la figura de un interventor de la Casa Real, para llevar la gesión económica de este organismo. En efecto, Moreno Gil, número uno de su promoción, llevará la gestión económica, financiera, presupuestaria y contable de la Casa del Rey. Al parecer, se trata de una decisión burocrática. Los presupuestos de la Jefatura del Estado seguirán a salvo, pero parece que no se desea seguir con la política de ocultación y se quiere dar un poco de luz sobre los mismos. ¿Es eso una correcta interpretación de estos hechos o nos equivocamos sobre las intenciones del Monarca? El tiempo nos lo dirá.

miércoles, 29 de agosto de 2007

29 de agosto. Ese Umbral y aquel Rabal.

Paco Umbral. Foto de José Huesca

Ambos personajes tienen muchos puntos comunes. Ambos se llaman Paco y sus apellidos terminas por “al”. Ambos conocen en sus inicios las dificultades. Uno es escritor y periodista; el otro, actor y escritor. Ambos consiguen, con sus abundantes obras respectivas, el reconocimiento del público, aunque el primero se gana a veces el calificativo de antipático y el segundo de simpático. Ambos mueren en idénticas fechas con una diferencia de seis años, y en parecidas circunstancias, a consecuencia de un fallo cardiorespiratorio. Y ambos dejan, tras su muerte, un importante legado de libros o películas. Son Paco Umbral y Paco Rabal.

Nacido en Madrid, en 1935, Paco Umbral pasa su infancia y adolescencia en Valladolid y regresa a Madrid, en 1960, en busca de la conquista literaria. “Pasé –me decía en una entrevista inédita que mantuve con él en 1982– unos años de hambre y bohemia hasta que empecé a tener trabajo. Nunca de manera fija. Siempre fui colaborador de diarios y revistas”. Trabaja como articulista en Interviú, La Vanguardia, El País, Cambio 16 y, a partir de 1990, en El Mundo. Es el padre de la columna literaria, con su poesía e ironía. Tenía un hablar elegante y una cultura muy alta. Inmortaliza el presente día a día. Y se consideraba hijo literairo de Quevedo. Se pasó media vida en los taxis y, en invierno, llevaba abrigo y una bufanda roja y larga, como él mismo, para adornar su físico y, de paso, abrigarse contra el frío. En el fondo, más que el frío, abierto y noble, lo que Umbral temía eran las corrientes. De ahí su porte y su lenguaje propio.

En “Retrastos de la Transición”, Manuel Vicent escribe sobre Umbral: “Pertenece a una clase de nimales literarios que buscan la paz en la propia destrucción. Existen muchas maneras de suicidio. Una de ellas consiste en no suicidarse a tiempo. Otra, en hacerlo todos los días de diez a doce, cayéndose desde el alero de un artículo sobre la calzada” Umbral me contestó al respecto que, “efectivamente, muchas veces tengo conciencia de suicida mientras hago un artículo. Soy un escritor que ha elegido suicidarse en el periodismo”. M. Vicent insiste en que pasa media jornada alimentando su figura, y la otra media, destruyéndola. Umbral replicó: “El que se forja una figura, la mantiene y cultiva perfectamente toda su vida, llega a la autocaricatura y a parecerse a sí mismo. Por eso yo creo que es necesario destruir por la tarde o por la noche la figura que uno se ha creado por la mañana, a fin de procurar renovarse periódicamente” Hay quien cree que se repite mucho, que todos sus artículos, quitando la floritura, la literatura y los adornos, se podrían resumir en dos o tres ideas o palabras. Y Umbral me confirmó que el articulista parte de una idea y la desarrolla.”Yo procuro complicar esa idea con otras muchas, con anécdotas, con sucedidos, con cosas de mi vida privada y de la vida social, con chismes, con información y rumores...” Y me repitió que estaba en las mismas circunstancias que Larra cuando éste opinaba que escribir en Madrid era llorar.

Recuerdo que le preguntaba en dónde se encontraba en la tarde del 23-F y me contestó que en un taxi. “Yo siempre estoy en taxi. Vivo en los taxis. Informan de muchas cosas. Entonces me enteré de lo que estaba pasando y estuve uno o dos días en casa de una amiga. No es que me fuera a esconder allí. Me había invitado y me quedé. En el fondo, a pesar de ser muy de izquierdas, ella deseaba que el golpe triunfase para que me quedase con ella”. Publica más de ochenta obras entre novelas, biografías, crónicas y aubiografías testimoniales. Y recibe los mejores premios y galardones hasta que la muerte le sorprende en la madrugada del 28 de agosto, en una clínica de Boadilla del Monte. Hoy es incinerado y sus cenizas reposarán en el cementerio de La Almudena, junto a su hijo, muerto en la niñez, al que dedicó su libro “Mortal y rosa”. Fernando Jáuregui escribe en su diario digital un acertado artículo titulado: ¡Ay, Paco, lo que te pierdes!: “No era un tipo fácil y, desde luego, no era uno cualquiera, ni era vulgar. Te entraba por el ojo derecho o no te entraba. Pero, te gustase o no, representó durante mucho tiempo, la conciencia intelectual en un mundo yermo de intelectuales, romo de pensamiento crítico”.

Rabal, protagonizando a Zacarías, llama a su milana bonita

Por su parte, el actor republicano Paco Rabal moría un día como hoy hace seis años, mientras regresaba en avión desde Canadá, donde acababa de recibir un homenaje en el Festival de Cine de Montreal, por toda su carrera cinematrográfica y se disponía a recibir otro en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Una insuficiencia respiratoria le produjo un infisema pulmonar que padecía. El avión, en donde se encontraba, se dirigía a Madrid, tras una escala en Londres, y, en un vano intento por recuperarlo, tuvo que aterrizar en Burdeos, el lugar donde, en 1828, muriera Francisco de Goya, uno de los artistas más admirado por el actor murciano, al que encarnó en la película de Carlos Saura, “Goya en Burdeos”, rodada en 1999. Sus cenizas, transportadas por las manos de su compañera, Asunción Balaguer, llegaban a la Cuesta de Gos, pedanía aguileña, donde naciera hace 75 años el 8 de marzo de 1926.

Rabal fue para mi generación uno de los actores más grandes. Hijo de un minero, confiesa en “Aquella España dulce y amarga”: “Yo pasé hambre antes de la guerra, en la guerra y después de la guerra”. A los diez años, llegó a Madrid en donde comenzó vendiendo pipas, golosinas, churros y frutos secos e inició su trabajo en una fábrica de chocolates, acudiendo luego a clases nocturnas impartidas por un jesuita murciano. Logró ingresar en los Estudios Cinematográficos Chamartín, en donde trabajó como aprendiz de capintero y eléctricista para estar más cerca de la escena y se aprendía de memoria todos los diálogos. Igualmente, empezó a escribir teatro y poesía. Comenzó como actor en el rodaje de “La rueda de la Vida”, como voluntario en una escena. Y se consagró como actor en la película “Hay un camino a la derecha”, en 1953, que le hizo subirse al carro del éxito, protagonizando cerca de 200 películas rodadas. En la conmemoración de su investidura de Doctor Honoris Causa en 1995 en Murcia, Andrés Escarbajal de Haro recordó que “Paco Rabal”, fue “comunista, republicano, agnóstico, soñador, bohemio y utópico”.

Su entierro fue celebrado de la manera más original y genuina, como su misma vida. Cuentan que, en Águilas, su pueblo natal, fue recibido por amigos y vecinos, mientras sonaban los acordes de un pasodoble, interpretado por una banda popular de cincuenta músicos. Allí se hallaban autoridades del Gobierno regional, representantes de partidos políticos, alcaldes, diputados y senadores, y su cuerpo, acompañado por su familia –mujer y dos hijos: la actriz Teresa Rabal y el director de cine, Benito Rabal–, se abrió paso entre la riada humana en el centro cultural y en la ermita de la Cuesta de Gos. La marcha se detuvo a la altura de Calabardina, donde el actor tenía la casa “Milana Bonita”, nombre en honor al pájaro que cuida en la película “Los santos inocentes”. Allí, recogieron un ramo de buganvillas que los vecinos habían preparado. Y las cenizas del actor, con parrandas, recitación de trovos y discursos espontáneos, fueron enterradas a la sombra de un almendro, al lado de la ermita de Águilas. Sus familiares rechazaron la oferta del Ministerio de Cultura y de la Academia de Cine de instalar la capilla ardiente en Madrid. Y prefirieron despedirse como a él le gustaba, sin ofrecer resistencia alguna al paso de la muerte que, como él decía “por todas las puertas pasa”.

A finales del 2005, Asunción Balaguer, publicaba en “Las cartas de nuestra vida” la correspondencia que mantuvo con su marido desde 1949, año en que se casa con Rabal. "Paco –confiesa la viuda a Luis Pliego, en La Voz de Asturias– tuvo mucho éxito con las mujeres, por eso yo quería que nos hiciéramos viejos para tenerlo sólo para mí". Balaguer reconoce que tuvo que aprender a dominar los celos "Nunca he querido leer su correspondencia. A veces veía nombres en su agenda y, claro, me molestaba. Pero prefería no indagar. ¿Para qué? Sólo me habría hecho daño". Balaguer basaba su relación en la confianza. "Siempre le dije que se fuese si me dejaba de querer. Y no lo hizo. A él le gustaba ser libre. Si se ha divertido y no me ha hecho daño, pues me alegro por él. Me enseñó que hay que cumplir nuestra palabra, la hospitalidad, la generosidad, el amor a los amigos y, sobre todo, el respeto al trabajo". Asunción piensa en él todos los días. "Procuro trabajar muchísimo y parar poco en casa. Sin él, se me cae encima y no quiero convertirme en una vieja amargada”.

El actor Juan Luis Gallardo, en quien recae la nominación de “Rabaliano del año 2006”, otorgada por la Asociación Milana Bonita, es nombrado heredero artístico de su amigo. “Para mí –declara Gallardo en La Verdad–, Paco Rabal era un actor de referencia desde los tiempos en que, incluso, yo no iba a ser actor. Yo era un estudiante, un proyecto de ingeniero agrónomo, y veía a Paco como un tipo campechano y entrañable mientras que, en general, los actores me parecían unos tipos vacíos. Desde el primer momento en que lo conocí, me pareció mucho más que un tío simpático. Después tuve la suerte de contratarlo, como productor, en ‘El disputado voto del señor Cayo’. Vivimos una experiencia luminosa durante el rodaje de esa película. Fue un trabajo excepcional de Paco, y cuando nos mirábamos a los ojos durante el rodaje, nos emocionábamos. Luego, hicimos juntos “Una gloria nacional, y “Pajarico” de Carlos Saura. La gente me dice que mi voz les recuerda a la de Paco, al igual que mi amor por la vida, por las mujeres, por la noche, por las grandes pasiones. Yo soy una continuidad emocional de Paco Rabal. Y eso me llena de orgullo y de alegría”.

domingo, 26 de agosto de 2007

27 de agosto. Chupinazos, toros, marchas y pólvora para las fiestas.

Fiestas en Pamplona "la chica"

Si hay algo que distingue a las fiestas españolas de las del resto del mundo es la pólvora, los petardos, las verbenas y los toros, todo al mismo tiempo. Cuanto mayor es el pueblo, más dinero muncipal irá destinado a la fiesta, más toneladas de fuego, más bombillas que iluminarán y adornarán las calles, más toreros demostrarán su sangre fría, más marchas y cantantes de moda, más procesiones y folklore... En todo ello se gastan los consistorios la mayoría de presupuestos destinados a las fiestas patronales, pero sobre todo en conciertos y toros. Sólo estas dos actividades se llevan el 80 por ciento del presuspueto.

Algo que pude comprobar perfectamente durante las fiestas patronales de San Sebastián de los Reyes, vividas directamente hace seis años como miembro de la banda de músicos formada en dicha ciudad. Tras el primer chupinazo, acompañamos tal día como hoy a las autoridades municipales en su cortísimo pasacalles desde el Ayuntamiento a la Iglesia de San Sebastián, Mártir. Y mientras la celebración religiosa se llevaba a cabo en el templo abarrotado de gente –curiosamente, cuanto más populares son los actos, más se llenan las iglesias–, aguardamos en el salón de actos del Ayuntamiento, cedido en aquella ocasión para los músicos. Yo intentaba leer la prensa del día, interrumpido continuamente por las notas improvisadas de compañeros que calentaban sus instrumentos, sonando sin ton ni son. Poco a poco, aquel salón de notas perdidas, en donde habitualmente se discuten temas municipales, se fue quedando vacío de sonidos, pero no de músicos amateurs, que siguieron hablando y discutiendo en una larga tertulia mientras continuaba el oficio religioso.

Recuerdo que el tema de aquel día –fue, recalco, a finales de agosto del 2001– no fue otro que la supuesta relación entre el príncipe Felipe y la modelo noruega Eva Sannum, a propósito de la boda de otra pareja: Haakon, el príncipe heredero de Noruega y Mette-Marit Yjessem, una madre soltera.

- A mí me parece muy bien que el Príncipe Felipe se case con quien le plazca –opinaba un trombonista–. Incluso con esa modelo, hija de padres divorciados y de clase trabajadora

- Pues yo creo –saltó apasionadamente una clarinetista– que, como futuro rey de España que disfruta en exclusiva de cantidad de privilegios, tiene al mismo tiempo unas obligaciones que cumplir. Y, entre ellas, está la de encontrar una compañera sentimental que sea al mismo tiempo profesional.

- ¿Qué es lo más importante –preguntó aquel trombonista–: que el príncipe se enamore de una chica y se case con ella, aunque no sepa español ni conozca a los españoles, o que lo haga con una de su misma nacionalidad y de su mismo nivel profesional, aunque en el fondo no la quiera o no se sienta atraído por ella? Porque es que no paran de criticarle.

- Lo hacen –insistió la clarinetista– porque el Príncipe no es un español cualquiera sino que representa a la Corona. Y su decisión tomada demuestra la equivocación de la Corona en este tema, Porque ¿quién se sentirá representado por una mujer sin preparación alguna por muy bonito cuerpo que tenga? Así que yo, como una mayoría de españoles, le aconsejaría que se casase con ella, si es que realmente la deseaba, pero que renunciase al trono. Si hasta Sabino Fernández Campo, ex jefe de la Casa Real, opina que el debate levantado en la sociedad ha producido “algún arañazo” y que la imagen de la institución ha salido “mal parada”. Si acepta ser príncipe que sea con todas sus consecuencias. De lo contrario, lo mejor es que el príncipe deje de aspirar al trono.

- Pero vamos a ver –porfió el trombonista–: ¿qué te hace pensar que Eva Sannum no puede ser reina?¿Por qué una plebeya no puede ser la mujer del Rey? Que, hoy en día, el Príncipe tenga que casarse con una muchacha de sangre azul es como querer mantener un cuento de hadas. Ser reina es un oficio que se aprende y listos. Hay que darle un voto de confianza a don Felipe porque las cosas ya no son como antes y la Monarquía está cambiando. A estas alturas ¿quién quiere una república?

- Lo que está cambiando es esta sociedad –intervino un fiscornista con toques republicanos–, que ya no quiere una monarquía impuesta a su manera. Porque ¿quién la ha elegido? No será el pueblo, que nunca ha tenido posibilidad de votarla. Y de eso precisamente se trata, de escoger una monarquía o una república pero sin descafeinarlas.

- Eso, eso, que vuelva la República y todos tan contento –aplaudió un batería, acompañado de un aparatoso redoble de tambores.

-Y nosotros –argumentó un saxofonista bajo, al loro en estas cuestiones– dejamos de tocar el himno nacional para volver al himno de Riego, prohibido por Franco.

- Por cierto –aclaró el batería, dejando las baquetas–, esta marcha real española fue impuesta por Franco. Creo que era una pieza monárquica que fue adaptada a las necesidades de la dictadura.

- En efecto –intervine yo, que me encontraba sumergido en aquella discusión que no había buscado–, fue como un guiño a la monarquía. Era propiedad de la familia Pérez Cascos, cuyos derechos de adquisición exclusiva y de explotación costaron al Estado la friolera cifra de ciento treinta millones de pesetas. Ocurrió en octubre de 1997. Desde entonces, se ha acortado, modificado y adaptado a nuestros tiempos.

- Pero, volvamos al tema de discusión –insistió el tromobinista–. No sé dónde he leído que, en un hotel de Viena, gracias a un pasadizo secreto que comunicaba las mejores “suites” con los palcos de la Ópera, los archiduques del Imperio de los Absburgo llevaban a las coristas y a sus amantes. Era algo público por lo que ya nadie se escandalizaba. Pues bien, hoy los príncipes prefieren casarse con las coristas en vez de tenerlas como amantes o de exhibirlas en la Ópera.

- Lo que tú quieras –cedió al fin la clarinetista, harta de oír perogrulladas–. Pero yo no acepto esta debilidad del Príncipe y, sobre todo, la actitud de la Monarquía. Porque el prestigio es para la Corona una cuestión de supervivencia. Recuerda que el Rey no ejerce poder, pero tiene influencia. De hecho, tiene que ser la persona más influyente del reino. Una influencia que se basa exclusivamente en el prestigio personal y de la institución. Y el Príncipe, por ser quién es, tiene unos deberes que lo limitan mucho más que a los demás. Flirtear con una modelo o casarse con ella, no entra dentro de las atribuciones que tiene encomendadas. No por el hecho en sí, sino porque una joven de clase media que alterna los estudios como modelo nunca podrá ejercer de reina. ¿O sí? A lo sumo, reina de la belleza o de la simpatía, pero no de un reino. Y, en estas circunstancias, yo prefiero la República.

Era la una de la tarde y nos avisaron de que la ceremonia religiosa estaba llegando a su fin. Nos dirigimos de nuevo con los instrumentos musicales al portal de la iglesia para recibir a las autoridades. Las acompañamos hasta el Ayuntamiento mientras tocábamos “El chupinazo”. Luego, interpretamos varios pasodobles que fueron bailados por algunos concejales y damas de honor.

A las veintiuna horas, treinta minutos del mismo día, se inició la procesión en un corto, lento y tumultuoso recorrido de apenas un kilómetro. Durante más de una hora, recorrimos unos metros de la calle Real, ensordecidos por el revoloteo interminable de campanas y animados por el fragor de diferentes grupos musicales que interpretaban sus marchas procesionales sin ningún matiz y en una lucha por sobresalir uno sobre otro. Era como con la discusión sobre la realeza mantenida por la mañana, pero con notas y soplando a lo bestia. Todo ello, con la participación de autoridades y numeroso público, como preludio y presentación del plato fuerte de las fiestas: los encierros, los mejores organizados y con mayor afluencia, según decían los organizadores, de toda España, en los que el Ayuntamiento se gasta cantidades astronómicas que hoy en día ascienden a 300.000 euros, casi la mitad de los 640.000 del coste total de los festejos.

Una multitud se agolpaba en las aceras y nosotros continuábamos con las marchas de procesión. A nuestros flancos, dos filas de cofrades que portaban farolas eléctricas. Otros, ocultos bajo el cadalso, empujaban la imagen del Cristo de los Remedios, deambulando entre las barreras, especialmente levantadas para el paso de los cabestros hasta la plaza de toros. La procesión seguía el mismo itinerario que, horas más tarde y durante siete días, los novillos, tras su desencajonamiento, recorrerían. Participaban las peñas que imponían un código de conducta y dejaban un balance diario de unos diez heridos, algunos de ellos, graves. “El respeto al animal es fundamental para el buen funcionamiento de cualquier encierro”, aseguraba al respecto Alfonso del Pozo, presidente de la peña El Apodo, una de las siete que funcionan en San Sebastián Lo que se contradecía luego, en la plaza, donde un público, sediento de sangre, no sentía ningún problema en justificar su crueldad y aplaudía las estocadas del torero de turno y la muerte violenta del animal.


Serían cerca de las once y media de la noche cuando llegamos, de nuevo, a la iglesia, que no había dejado de repicar sus campanas. Y como punto final, se levantó un castillo de fuegos artificiales. Subían raudos los cohetes y reventaban, exhaustos, formando figuras diversas y reverberando en el cuerpo desnudo del Cristo, cabizbajo. Así terminaba aquella procesión en la que algunos fieles cantaron en honor de aquella imagen. Como colofón a aquel acto con despedida apoteósica, la Banda interpretó el manoseado y viciado himno nacional español. Un adiós que me sonó a bomba de relojería entremezclada de sentimientos religiosos y profanos, a ostentación de poder temporal, y a peligrosa borrachera religiosa.

viernes, 24 de agosto de 2007

24 de agosto. Horario de un parado con sueños incontrolados.

Desde hace casi seis años, pese a poder disfrutar de todo el tiempo del mundo, desconozco lo que son las vacaciones en su pleno sentido. En estas más de trescientas semanas que llevo contabilizadas, de las que hubiera podido aprovechar plenamente para regodearme en el ocio, no he tenido tiempo para ocuparme de lo que supone esta palabra, extraña para mí. Y aunque nada de lo que hago se pueda considerar obligatorio o forzoso, todavía no he conocido ni el verdadero tiempo libre ni el trabajo debidamente retribuido. Todo lo cual no es, por mucho que aparente, un motivo de queja, sino una falta total de aburrimiento.

Ahora mismo, época en que la mayoría de españoles saborea sus vacaciones, sigo un horario en el que sólo dispongo de una o dos horas al día de verdadero descanso como mirar la televisión o hablar de nimiedades. El resto del tiempo me ocupo de cosas que no tienen ninguna relación con el ocio. Según el horario de cualquier día que suelo cumplir a rajatabla, sin variarlo apenas en los días de asueto, me levanto a las siete la mañana y, antes de desayunarme, me conecto a Internet y leo los periódicos del día, en los que intento informarme de lo que ocurre en el país en donde vivo y en el resto del planeta. A continuación, doy de comer a mis perros y gatos. Una vez, liberado de estos compromisos, me dedico a escribir, mi verdadero laboro desde hace más de cinco años. Hacia las doce del mediodía, cambio de tercio y me distraigo con adiestramientos trompetísticos hasta las dos o dos y media de la tarde. Hago ejercicios de calentamiento con G. Balay, Arbán y Herbert L. Clark, dejando descansar mis labios cada media hora, que aprovecho para corregir lo escrito anteriormente.

Almuerzo a las tres, mientras miro más que oigo las noticias del telediario. Una mala costumbre, lo reconozco, porque no son estos informativos televisivos la mejor manera de alimentarme. El telediario es un invento que te hace comulgar con ruedas de molino. La peor forma de que todo entre por la boca, orejas, ojos y corazón, y, una vez revuelto y digerido, se suelte por el mismo tubo excretor. Lamentablemente para mí, todavía no he logrado filtrar ni seleccionar lo mejor de lo peor. Luego, pase lo que pase, suelo dormir una siestecita de hora y media. Sobre todo en los días calurosos en que no puedes hacer otra cosa que parar el carro a la sombra y, al aire fresco, descansar mientras tu estómago sigue trabajando.

A las cuatro y media de la tarde, vuelvo a escribir hasta las seis y media. Desde ese momento hasta las nueve y media, estudio alguna nueva obra trompetística o repaso las ya aprendidas. Suelo cenar fruta del tiempo. Luego, vuelvo a relajarme, mientras me dejo llevar tontamente por la televisión –esa tirana que tiene a media España a sus pies– o me paseo durante media hora. Me ducho y, recostado en la cama, leo algún libro interesante o algún clásico. Hasta que, dominado por el cansancio, apago la luz y duermo a pierna suelta.

Tras este horario estricto de mi vida sin “trabajo” y sin vacaciones a la vista, a veces me embargan sueños incontrolados, en los que se me presentan personajes de esta España esperpéntica se exhiben o defienden a su modo: toreros, ebrios de fama y aplausos; personajes del momento o de la farándula que cambian repentinamente de sexo; ministros y directores generales que se aprovechan de cuaquier acontecimiento para hacer publicidad de sus labores; directores comerciales despedidos por presuntas irregularidades; obispos tridentinos que no dan su brazo a torcer… Hay, en esas pesadillas de acontecimientos o de escándalos socio-políticos que dura una eternidad, sucesos macabros, curas con sotana que no dejan de predicar y de quejarse de esta vida; policías, guardia civiles y militares con estrellas y galones que reclaman una patria a la altura de sus miras; ciegos de la ONCE que no acaban de verlo claro; monjitas de la caridad y algunas folklóricas... Todos ellos se sienten burlados y mezclados en un limbo impersonal, entretenidos por una nueva composición de Manuel de Falla, de vuelta a una España irreconocible, y bendecidos por alguien sentado en una especie de trono que asegura que se han tomado las medidas necesarias para tranquilizar al personal y que “España va bien”.

Sonámbulo, me levanto y me dirijo a mi escritorio en donde escucho por la radio unas palabras de confianza. Es una grabación de una personalidad que, tras haber volado a Menorca, en donde veranea, se dirige a Mallorca para visitar al Rey. En una rueda de prensa del balance del fin de curso, ofrecida en los jardines del Palacio de Marivent, el protagonista repite que está muy tranquilo sobre la actuación de los mecanismos de vigilancia y supervisión “porque han cumplido”. Dice que ha dado instrucciones para “esclarecer y llegar al final, hasta las últimas consecuencias en todos los ámbitos posibles que dependan del Ejecutivo”. Y que desea actuar con total trasparencia ante la opinión pública.

Tras comprobar que no se trata de esta realidad, sino de un sueño, ni de un personaje cualquiera sino de un ex presidente del Gobierno, después de leer un rato “Los sueños”, de Quevedo, me acuesto de nuevo. Son las 4,30 de la madrugada. La luna sigue brillando en lo alto.

miércoles, 22 de agosto de 2007

22 de agosto. El rey que ganó unas elecciones y presidió una república.

Simeón II de Bulgaria

El rey de Bulgaria subió al trono cuando tenía seis años, pero tuvo que abandonarlo en 1946, una vez decretada la abolición de la monarquía. Se exilió en Egipto y en España, país en el que, desde 1951,vivió casi cincuenta años. Se educó en el liceo francés de Madrid, estudió derecho y pasó dos años en la Academia Militar de Waley Forge, en la Escuela de Oficiales Reservistas de Estados Unidos. Se casó con la aristócrata española, Margarita Gómez-Acebo, prima de Luis Gómez-Acebo, duque de Badajoz (esposo de la infanta Pilar de Borbón, hermana del rey don Juan Carlos I), con la que tuvo cinco hijos. Durante el mes de agosto, el segundo hijo del Rey Simenón II, el príncipe Kiryl de Bulgaria, banquero y esposo de la mallorquina Rosario Nadal, pasa sus vacaciones en Mallorca, practica el surf y aprovecha lo que puede del inestable buen tiempo.

Simeón II conservó excelentes relaciones con la familia real española y compartió con Juan Carlos su afición por la caza, interesándose sobre sobre todo por los elefantes y la caza mayor. Aunque en su historial no se conoce ninguna caza de osos borrados como la que la prensa rusa contaba de nuestro Rey. Ha vivido de los negocios, de las operaciones de comercio exterior, y fue directivo de la filial española Thomson. Su nombre figuró entre las listas de escuchas del Cesid que salieron a la luz.

No es que me interese especialmente por este monarca en el exilio, pero sí debo admitir que me llamó la atención su manera de hacerse con los habitantes de su tierra, sus hipotéticos súbditos. En mayo del 2001, con un grupo de candidatos a diputados casi desconocidos reunidos a toda prisa, Simeón se presentaba a las elecciones legislativas de su país y pronunciaba un discurso sin apenas contenidos y con la sola promesa de ser honrados. Los búlgaros, especialmente los gitanos, hartos de escuchar a unos candidatos cargados de promesas que nunca son cumplidas, se sintieron embelesados desde el primer momento por aquel ex Rey metido a candidato que no prometía nada en concreto y, a lo sumo, sólo decía lo que intentaría hacer. Sus detractores le tildaron de “fabricante de cuentos de hadas y de vendedor de ilusionismo”, pero su pueblo no dejó por eso de creerle y le votó.

En efecto, Simeón Borisov Sajonia-Koburgo, tras crear el Movimiento Nacional Simeón II (MNSII), conseguía el 45 % de los votos en las elecciones legislativas en la República de Bulgaria. Si no ando equivocado, esta era la primera vez en la historia de la humanidad que un rey, derrocado y expulsado de su país, era elegido para acceder a la jefatura del Gobierno republicano del mismo. Y fue investido por el Parlamento, como ciudadano preferido por los votos, sin que, en ningún momento, saliera a relucir la corona. Simeón había pedido un plazo de 800 días para hacer profundas reformas. El jefe del Gobierno búlgaro no negaba que, si el pueblo se lo pedía, restauraría la Monarquía, aunque todas las encuestas demostraban que más del 80 por ciento apoyaba la República. Tal vez por eso Simeón II optó por acceder al cargo sin abdicar de su corona que un día tal vez ofrecería al pueblo en un sutil pero profundo cambio.

Y, ante una Biblia y una cruz de plata, Simeón Borisov Sajonia-Koburgo pronunció las palabras mágicas: “Juro, en nombre de la República de Bulgaria, respetar la Constitución y las leyes del país, y en todas mis acciones, guiarme por los intereses del pueblo”. El nuevo primer ministro declaraba que su programa se centraría en elevar el nivel de vida de la población, en sacar al país de la miseria y en luchar por el desempleo, la corrupción y la delincuencia. Ninguno de los 16 ministros de un Gobierno de tecnócratas elegido contaba con una rica experiencia política, pero Simeón aseguraba que gobernaría Bulgaria en coalición con el Movimiento para los Derechos y las Libertades (DPS), de la minoría de origen turco, que contaría con dos ministros, y con dos más izquierdistas. De su proyecto de restaurar la Corona no dijo nada. “Tal vez más adelante –debió de pensar–, si consigo lo primero y si mis súbditos me reconocen, tal como hoy me aceptan como primer ministro... Todo es cuestión de tiempo. Si el experimento resulta, como ha funcionado la coronación de un Rey en una España que ha sido fascista, habrá que revisar la historia...”

Pero la historia nunca es del gusto de todos. Y, tras ganar las elecciones, en las que le convirtieron en primer ministro de Bulgaria, dos años más tarde, conoce la debacle en las munipales de 2003, sacando sólo un 7 por ciento de los votos. Su Gobierno culminaba el doble proceso de integración euro-atlántica y obtenía éxitos macroeconómicos, pero el incumplimiento de la promesa populista de elevar el nivel de vida de la población en un plazo de 800 días fracasaba estrepitosamente. Y, en los comicios de 2005, era castigado por los electores, retrocediendo hasta el 19,9 por ciento de los votos. Simeón II reconoció que el implacable voto de castigo era debido a su incapacidad para satisfacer las ansias de mejora social y económica de la población. Y que, no obstante, Bulgaria se encontraba, en términos estatales, en el mejor momento, económico e internacional, desde el establecimiento de la democracia en 1990, pero los simeonistas habían cargado en exclusiva con el desgaste gubernamental.

Lo curioso es que el 28 de abril del año pasado, Simeón Borisov Sajonia-Koburgo, a punto de cumplirse un año de su derrota electoral, en una conferencia pronunciada en el Círculo de Economía de Barcelona, intentaba vender su país con estas palabras: “Bulgaria ha puesto fin a la corrupción, ha fortalecido el sistema judicial y se encuentra totalmente preparado para ingresar dentro de siete meses en la Unión Europea” El ex Rey Simón II de Bulgaria y ex primer ministro, invitaba a empresarios y profesionales de las finanzas catalanas a invertir en su país, convertido ahora en “tranquilo, próspero y seguro”. Y negaba su derrota electoral o la ponía entre comillas. “Mi partido fue el segundo más votado en las elecciones, formamos actualmente parte de la coalición de Gobierno y poseemos cinco carteras ministeriales, algunas tan importantes como la de Defensa o la de Integración Europea", aseguraba el monarca, para recalcar a continuación que su edad le impidía tener ambiciones electoralistas y que su único objetivo era continuar sirviendo a su país. “Bulgaria es un trampolín entre Europa y Asia –siguió explicando, en su discurso–. Un ejemplo de convivencia. El 15 por ciento de nuestra población es musulmana. Nos llevamos bien con Rusia, con Turquía... Y muchos países se interesan por nosotros”.

Por cierto que, en las vacaciones de su hijo en Mallorca, el príncipe Kiryl de Bulgaria difruta de la isla y saludó al rey de España de parte suya y de su padre. Ambos admiran a su amigo, Juan Carlos, rey que volvió al trono tras una dictadura y que reina a su modo bajo una democracia. "Éste -piensan en sus adentros- sí que supo hacerlo".

lunes, 20 de agosto de 2007

20 de agosto. Vacaciones forzadas.


Madrid es, durante estos días, un cementerio en el que los periódicos, menguados por el número de periodistas que se han ido a veranear, parecen ser testigos rutinarios del paso plomizo del tiempo. Muchos de sus establecimientos permancen cerrados y gran parte de ciudadanos que ocupaban su actividad laboral se ha desplazado a la costa o a las islas. El tráfico y las aglomeraciones disminuye, siendo, en algunos lugares, casi nulo. Las prisas habituales terminan por derretirse y sus gentes, como la de la mayor parte de España, se mueven lenta y calurosamente.

Mientras tanto, decenas de pensamientos aterrizan en mi imaginación y símbolos de todo tipo no dejan de bombardearla: asfalto y aparcamientos infravalorados y muertos de risa; ministerios y despachos oficiales apenas con funcionarios; cartelitos de “Cerrado por vacaciones” instalados por doquier ante puertas y ventanas cerradas a cal y canto; termómetros que suben y bajan y vuelven a subir, agotando nuestra cacapidad de sorpresa; turistas cargados de botellas de agua ametrallean la urbe con sus preguntas y miradas... Son imágenes-realidades que luchan por mantenerse y amenzan con aplastarnos. Y, desde este rincón de Internet, el milagro de las letras, sabiamente combinadas, va formando palabras, frases, pensamientos, y rellena el diario de este periodista en paro.

Escribir, para mí, se ha convertido en un ejercicio como el del pintor que hace bocetos que inspirarán su obra, o el del músico que compone sus partituras que resucitarán sonidos y piezas musicales, o el del escultor que inmortaliza su obra inmóvil en formas misteriosas y llenas de vida. Necesito de la escritura para ordenar mis pensamientos enmarañados en mi diario devenir. Una necesidad que da cierto sentido a mi vida, asentada sobre unas eternas vacaciones forzadas. De tal manera que expreso mejor mis pensamientos por la escritura que por la simple palabra, torpe y fácilmente manipulable, con la que no acierto a expresarme con total corrección. Ésta se pierde en la sonoridad y magia del sonido, en la concatenación del diálogo y en la hilaridad del discurso, formando y multiplicando conceptos a mucha más velocidad que la expresión escrita. Por eso prefiero sumergirme en el mundo silencioso de estos signos escritos y embriagarme con ellos, haciéndome cómplice de sus imágenes, formas y giros, así como de sus elucubraciones secretas.

Hace unos momentos, entró por mi ventana abierta un gorrión que fue a chocar contra el cristal de mi otra ventana cerrada y se posó sobre mi ordenador. Inmovilicé mis dedos y le observé con curiosidad, pensando en la posible aparición del Espíritu Santo en forma de pájaro despistado. Quise incluso ofrecerle la palma de mi mano derecha e imitar a San Francisco de Asís. Hasta que, asustado por mi osadía, recuperó sus pasos perdidos, remontó de nuevo el vuelo y, convencido de su equivocación y ante la falta de una comunicación entre ambos, salió al exterior, precipitándose por la ventana abierta y perdiéndose en el espacio. Fueron unos segundos de sorpresa para mí, de desorientación y caos para él. Esa misma impresión tengo yo a veces, cuando me pierdo en la escritura de mi subconsciente. Temo que algún día me desembarace de los obstáculos provocados por mis ventanas que me retienen en este espacio, y, tras un revuelo inconsciente, me pierda y alcance lo que siempre me ha atraído más que el mar: el espacio absoluto que absorbe el todo y la nada.

domingo, 19 de agosto de 2007

19 de agosto. Mis mensajes en el mundo.

Pese al aislamiento en que me veo sometido, me consta que mis mensajes de náufrago solitario no se pierden en el mar ni se hunden en él, sino que circulan y llegan a todos los continentes. Es la ventaja de lanzar éstos en Internet en lugar de dejarlos flotar en la clásica botella cerrada. Y, en cualquier punto del planeta, como en Sydney (Australia) o en San Petersburgo (Rusia), uno puede tener a un lector desconocido que sigue este diario de un periodista en paro como me ocurre a mí. Si, hace un mes, ya constatábamos 1.404 visitas y 1.780 páginas visitadas provenientes de todos los puntos del globo, hoy confirmamos que esa tendencia sigue manteniéndose y subiendo ligeramente. Del 18 de julio pasado al 17 de agosto del presente esta web ha registrado 1.408 visitas (cuarenta y cinco por día) y 1.832 páginas vistas, lo que supone 1,30 páginas por visita y una media de 4 minutos, 57 segundos de tiempo por cada una.

Según las palabras clave aparecidas, un 58,66 por ciento de las visitas eligieron el tema correspondiente a las “Vacaciones de la familia del Rey” (ver 20, 23 de julio y 3, 4, 8 y 13 de agosto) así como a la visita que Joan Lladó, conseller del Interior del Consell de Mallorca, de ERC, hiciera al monarca (ver 8 de agosto). Según el número de visitas de 34 países, las más numerosas proceden de España (1.043), concretamente de Madrid (684), Barcelona (25), La Coruña (11), Alicante (9), Valencia (7), Badajoz (6), Bilbao (6), Oviedo (4) y otros lugares no localizados (279). El promedio del tiempo empleado por cada visitante es de 5 minutos, 7 segundos. Le siguen Colombia (58 visitas) México (53), Argentina (42), Venezuela (37), Perú (31), EEUU (28) Chile (21), Bolivia (18), Ecuador (8)...

viernes, 17 de agosto de 2007

17 de agosto. El pelo al rape.



- ¿Cómo lo quiere? –me preguntó el barbero, al que acudí una mañana, decidido a cambiar de aire, con mi cabeza alborotada de tanto cabello rebelde–. ¿Le cortamos los bajos y le dejamos un poquito arriba? – insinuó, mientras me observaba en el espejo.

- Quiero un buen rape –le ordené, decido– Córtelo a cero y sin contemplaciones.

Mientras el peluquero trataba de cumplir mi orden al pie de la letra y mostraba su agilidad en su profesión de rapista, el pelo cortado iba cubriendo mis hombros y yo pensaba en la frase de Voltaire: “Todo el mundo tiene un número determinado de cabellos, de dientes y de ideas, y, a lo largo de su vida, los va perdiendo”. Aunque más que perderlos, me desprendía de ellos voluntariamente. Y hacía cábalas sobre los metros de cabello cortados diariamente en el mundo. ¡Cuántos metros cuadrados de pelo y césped se cortan entre todas las cabezas y jardines del mundo!. Eh aquí dos profesiones con un futuro asegurado, más que la de periodista, que tiene una independencia y libertad cada vez más limitada por las circunstancias. Al menos los peluqueros, barberos y jardineros nunca dejarán de cortar el cabello ni la hierba, ni llegarán a extinguirse.

Lo estaba pensando mientras sentía las tijeras y la máquina de afeitar sobre mi cráneo cabelludo que, en un abrir y cerrar de ojos, quedó más raso que un campo de tiro. Y, a medida que observaba mi rostro, limpio de polvo y paja, distinguí sobre el espejo, entre el hemisferio derecho de mi cuerpo y el izquierdo, una pequeña desigualdad, lo que provocaba cierto desequilibro que, al parecer, es norma común entre los mortales. En efecto, una de mis orejas, la de la izquierda, estaba más elevada que la de la derecha. Según me consta, todos tenemos ciertas partes del hemisferio de la derecha algo diferentes a las del hemisferio de la izquierda. Si cortáramos longitudinalmente la fotografía de un cuerpo humano y superpusiéramos las dos mitades, podríamos averiguar cuán pocos seres disfrutan de una completa igualdad. Unos tienen la mano, la pierna, la oreja, el testículo, la mama, el ojo o lo que sea de la derecha, ligeramente más grandes o elevados que los de la izquierda o viceversa. Lo mismo que cada cual actúa de diferente manera siendo de ideología izquierdista o derechista.

Me alegré de que, al menos, no fuera cojo, ni manco, ni me faltara un ojo o la dentadura superior, aunque ya me arrancaron tres muelas de arriba y una de abajo. Es difícil conseguir un cuerpo totalmente ecuánime y menos aún un espíritu equidistante. Los mismos que se consideran neutrales, son generalmente más de derechas que los que se definen como tales.

Total, que cuando salí de la peluquería pude distinguír meridianamente en el cristal de un escaparate cuál de mis orejas estaba situada ligeramente más arriba que la otra, dónde estaban mis mejores dedos de la mano para empujar los pistones de la trompeta, de qué ojo podía fiarme más para que no me engañaran, de qué pie cojeaba, cuál era mi posición favorita para chutar y marcar gol y un par de asimetrías que dan al cuerpo más ligereza y al alma más claridad a la hora de elegir el camino correcto. Afortunadamente, no era un hombre perfecto. Y de una cosa estaba absolutamente seguro: de que muy pocos pelos seguían en mi cabeza.

miércoles, 15 de agosto de 2007

15 de agosto. Asesinos con rostro de ángel e innocentes con el de asesinos.

Hector Fabio Franco Giraldo, conducido a los juzgados de Arona.

Hay asesinos con cara de no haber matado a una mosca e innocentes con cara de malos a rabiar. De todo hay en la viña del señor. Es la primera reacción que me ha venido a cuento en cuanto fijé la atención en la fotografía de Héctor Fabio Franco Giraldo, publicada hace unos días en la prensa, quien, supuestamente, violó y mató el pasado 26 de julio a Fernanda Fabiola Urzúa, una adolescente de 15 años. Hector, un joven colombiano de 28 años, retraído y con cara de chaval timido y angelical, llegó hace seis años al sur de Tenerife. Trabajaba en la construcción de invernaderos. Y cuando terminaba el trabajo, iba a La Fragua, local donde se reúnen los colombianos del pueblo. Pero no solía hablar con nadie. Se sentaba en la barra, bebía en silenico y se marchaba, sin haber habierto la boca. Subía a su furgoneta Dodge, de color azul, y se iba sin dejar más pistas que las huellas de su vehículo.

Dos personas aseguran haber visto la noche de autos un coche enorme en el camino que une la Estrella y el Fraile, donde se había encotrado una zapatilla de Fernanda. Héctor, nervioso, no había vuelto a mover su furgoneta. En ella, los agentes encontraron un piercing de la niña asesinada. Cuando lo detienen, la cara de ángel de Héctor ni se inmuta. Sigue siendo la misma. Y Yasmín Victoria, novia de Héctor, desde que éste llegara a España, asegura que todo es un montaje, que ella sabe mejor que nadie que él sería incapaz de matar a una niña. Dice que algo habrá hecho si lo han detenido, pero “estoy segura que él no la mató”. No importa que él mismo lo haya confesado a los investigadores. Para ella, todo era mentira.

Ya tenemos otra historia con todos los ingredientes para convertirla en el suceso del mes o del año. Los periodistas que andan tras los rastros policiales se frotan las manos. En Internet ya se encuentran 730 entradas que hacen referencia a este hombre. La cantidad de páginas que da de sí la historia del asesino con rostro de ángel... Los amantes de las novelas negra intuyen en la confesión de Héctor quizás una obra que agote varias ediciones. Los directores de cine, una película de mucha taquilla. La niña temperamental no se asusta de nada, y menos de un joven con cara de niño, que regresa a su casa por el camino de Don Virgilio, un atajo entre El Fraile y Ten Bel, donde vivía. Un recorrido de menos de un kilómetro, en plena luna llena. Y, si no lay, se inventa. Héctor la asalta y la invita a mantener relaciones. Ella se niega y le amenaza con llamar a la Policía. Él se olvida de la invitación y la obliga con palabras y con gestos agresivos. Ella se baja del vehículo y él le propina un puñetazo que la deja inconsciente. Cuando se dispone a abusar de ella, Fernanda se despierta e intenta escaparse, pero él la apedrea en la cabeza y termina con ella. Luego, borra las huellas de su vehículo, aunque no es un experto y puede que se deje alguna. La policía busca y termina por encontrar pruebas contundentes.

La historia no sólo es un buen tema para los que viven de crímenes y asesinatos, sino que sugiere otros, como el del innocente con rostro de asesino. El caso ocurrió en una película que protagonizara Anthony Hopkins, actor con rostro de Hannibal Lécter. Sin embargo, Hopkins en la vida real tiene una imagen de persona normal, y hasta confiesa no soportar a los directores duros, que gritan y se exasperan. Pero muy poco conocemos de su vida privada. Sabemos que es compositor y pianista. Que lee y escribe música. Nombrado Sir por Isabel II, el intérprete inglés, protagonista de “El silencio de los corderos”, de “Drácula de Bran Stoker” o de “Leyendas de Pasión”, dice que demasiado a menudo la gente quiere pan y circo. Y sabe que, si no actúa nunca más y si nunca compone una melodía, el mundo va seguir andando porque nadie es imprescindible en esta puta vida.



Los cementerios están llenos de gente como él. En esta vida hay temas para todos los gustos. Y más actores que dramas y situaciones imprevistas. Mientras siga habiendo para actuar y para escribir... Mientras se mantenga la gente de talento, el público y el lector seguirá viendo y leyendo sus obras de arte. Aunque en el tema del asesino con rostro de ángel la realidad puede que supere a la ficción.

lunes, 13 de agosto de 2007

13 de agosto. El príncipe y la prensa

El principe Felipe.

El 30 de enero de 1968 nacía en Madrid el príncipe heredero, Felipe de Bobón. Tenía yo entonces 25 años y trabajaba y estudiaba en París, ciudad llena de emigrantes no pocos de los cuales procedían de la España anquilosada de Franco. Recuerdo la curiosidad y extrañeza que me produjo el oir pronunciar su nombre en la radio o leerlo en “Le Monde”. Un nombre largo e interminable que sonaba con más extraña resonancia que un claxon en pleno desierto y más eco y duración que un día sin pan: “Felipe, Juan, Pablo y Alfonso de todos los Santos, más los nombres del primer Borbón, rey de España, el de sus abuelos paterno y materno, el del Conde de Barcelona y el del rey Pablo de los helenos, así como el de su tatarabuelo, el rey Alfonso XIII”. Casi nada. Tres meses más tarde se iniciaba el Mayo del 68, año que pasó a la historia por las reivindicaciones estudiantiles y obreras.


Todos los veranos, el príncipe Felipe y sus hermanas, las infantas Elena y Cristina, acudían con sus padres a Mallorca, en donde pasaban unas vacaciones a lo grande, como pretendían pasarlas la mayoría de españoles, pero sin posibilidades para hacerlo como ellos. Claro que la holganza del príncipe y las infantas tenía también su parte molesta de la que a veces pretendían prescindir. Y era el control periodístico al que cualquier miembro de la llamada Casa Real estaba sometido, lo que, en algunas ocasiones, provoca enfrentamientos y reyertas. Recuerdo, por ejemplo, cómo, a los seis años, el principito miraba con ojos de tirria a toda la prensa. Una prensa que tenía el mismo color y objetivos: fastidiar a los suyos. En una ocasión, unos fotógrafos que visitaban Marivent tuvieron la oportunidad de escuchar una regañina del Rey, su padre, a su querido hijo, que había hecho ciertos gestos despectivos a esos extraños seres cargados de cámaras fotográficas que no le dejaban tranquilo ni en la sombra. Pero nada de esto trascenció a las páginas de la prensa, sujeta a los deseos del monarca.


Con el tiempo, el príncipe se dio cuenta de que, si quería convertirse en Rey, no podía prescindir de aquella prensa que le acosaba. Y, en sus años adolescentes y juveniles, aprendió a convivir con ella y hasta a hacerle guiños de complicidad. Gracias a ella, nos enteramos de que, tras recibir el título de príncipe de Asturias, además de los de príncipe de Viana y de Gerona, por tres años fue entrenado militarmente en las academias y escuelas de los tres ejércitos. En 1987, nos enteramos de sus prácticas como guardiamarina en el buque Juan Sebastián El Cano y de su licencia en Derecho, en la Universidad Autónoma de Madrid, en donde también cursó estudios económicos, así como de su participación en un Máster en Relaciones Internacionales en la Universidad de Georgetown. Gracias a la prensa, cada vez más deseosa de granjearse su amistad, nos enteramos de su afición por los deportes –esquí, motocross y vela–. En una ocasión, hasta pudimos observar por televisión cómo sus hermanas, las infantas, lloraban de emoción, al verle tomar parte en la ceremonia inaugural de los Juegos de Barcelona, en 1992, como portador del estandarte de la representación española. En otra, supimos que era miembro del equipo olímpico de vela y, a través de otras fotografías, que estuvieron vetadas durante años, nos enteramos de su afición por la caza y de otras actividades cuya publicación podían ser negativas para él. Lo más importante era mostrar sus aspectos positivos, como el que era presidente honorario de la sección española de la Asociación de Periodistas Europeos, de la Fundación de Universidades Autónomas y de la del Príncipe de Asturias, en la que cada año hacía entrega de los premios internacionales que llevaban su nombre.


Más tarde, el príncipe pudo constatar cómo sus hormonas excitaban su comportamiento sexual que en nada disentían de las del resto de jóvenes españoles. Él era un español como cualquiera, aunque en un marco más influyente y distinguido. Y mantuvo relaciones con jovencitas de alta y baja alcurnia. La prensa le persiguía en sus correrías nocturas y diurnas, pero los propietarios de los medios siguieron vetanto algunas imágenes y dieron a conocer otras, como sus relaciones con Isabel Sartorius, licenciada en Ciencias Políticas, políglota, católica e hija del Marqués de Mariño, o con Eva Sannun, conocida como Eva de Noruega, que había conocido en una discoteca palmesana, cuyo único “pecado” ante una parte de la opinión pública era ser hija de divorciados, además de modelo de ropa interior.


Según cuenta Jaime Peñafiel, cuando el Rey conoció, antes que la prensa, su relación de su hijo con esa noruega, exclamó, desalentado: “El Príncipe se ha cargado la monarquía”. Consciente del deterioro que había sufrido la imagen de la monarquía, el Rey dejaba claro que él seguiría reinando “mientras le quedaran fuerzas”, algo así como lo pronunciado por la Reina, Isabel de Inglaterra, después de que el príncipe Carlos le anunciara que iba a casarse con Camila Parker: “Carlos me ha condenado a ser reina hasta la muerte”. Experto en Casas Reales, Peñafiel dijo que ninguno de los diez monarcas que aún reinaban en Europa estaban en condiciones de abdicar para que sus hijos asumieran la Corona. “Igual que los políticos no dimiten –añadió–, los monarcas no abdican”. Pero la historia de amor del principe Felipe con Eva Sannum, auténtico “golpe de Estado del príncipe a su padre”, terminaba de una manera “civilizada” en el verano del 2001.


Don Juan Carlos no era un padre con fuerza moral para prohibir nada y tuvo que ser el entonces jefe de la Casa Real, Fernando Almansa, quien comunicara al príncipe que su progenitor, el Rey, no iba a autorizar ese matrimonio. “Felipe se sacrifica –anunciaron algunos medios – y renuncia a la mujer a la que amaba”. Pero explicaron que exige a su padre la cabeza de Almansa. Y el Rey no tuvo más remedio que cesarle, en diciembre del 2002, tras 9 años al frente de la Casa Real. De esta forma, la historia de amor era disuelta por una orden real. Desde entonces, el Príncipe, cuya ruptura con Eva le forjó su carácter, decidía hacer las cosas de otra manera y, 18 meses meses después, se enamoraba de Letizia Ortiz, una “periodista divorciada, hija de padres divorciados y nieta de un taxista”, igualmente de Asturias, con la que terminaba casándose, en el verano del 2004, acto que era concienzudamente transmitido en un reportaje televisivo de Pilar Miró.


El 28 de noviembre del 2005, Jaime Peñafiel pronosticaba en Palma de Mallorca que de las diez monarquías que aún quedaban en Europa, muy pocas de ellas se mantendrían, tras la muerte de sus actuales titulares. Estas declaraciones provocaron un estallido de cólera entre los monárquicos de siempre. Según la opinión de este periodista, que ni se consideraba monárquico ni juancalista, don Juan Carlos, con todos los defectos y miserias, era un “magnífico rey, con un puesto asegurado en la historia por haber traido la democracia a España”, pero Leonor, la hija del Príncipe y de Letizia Ortiz, nunca llegaría a reinar porque la “monarquía nunca sobrevivirá a Don Juan Carlos”.


“Dentro de veinte años –diría entonces Peñafiel–, quizá España ni siquiera exista ya como nación. Y será otra cosa. El príncipe Felipe tiene muy pocas probabilidades de llegar a reinar, y mucho menos su hija, la infanta Leonor”. Peñafiel no entendía que los Príncipes de Asturias acudieran a cenar a casa del cantante Joaquín Sabina, quien lo primero que había hecho era colocar la bandera republicana sobre la mesa. “Si la Monarquía se ha igualado tanto –señalaba Peñafiel, quien no dudaba en afirmar que la llegada de Letizia al seno de la Casa Real había ‘vulgarizado enormemente la monarquía’– para eso prefiero la república”. Por su parte, Joaquín Sabina decía que sentía simpatía por “la Leti” porque, gracias ella, podía llegar la III República. “Yo pienso – concluía Peñafiel en Diario Digital el 3 de agosto del 2006– que esta institución, la monárquica, se debería de modernizar. En ningún caso, vulgarizar”.

Peñafiel confesaba en “Letizia en Palazio”, libro sobre este personaje, que, si bien la Princesa de Asturias tiene otros adversarios, él es el más célebre. "No hay duda de que Letizia no sólo nos ha salido mandona sino, también, caprichuda y antojadiza. El problema de la esposa de don Felipe, reside en que, por no haber sido preparada adecuadamente para el cargo, no sepa controlar esos defectos y acaben dañando a la Corona”. Y añadía: "Letizia debería tener siempre presentes las palabras pronunciadas por la Reina a Pilar Urbano: ‘Soy consorte. Ése es mi estatus: consorte del Rey. No pretendo, ¡Dios me libre!, acaparar protagonismo. Yo, en mi sitio. Lo mío es servir’.

viernes, 10 de agosto de 2007

10 de agosto. Pesadillas

Esta noche pasada apenas he cerrado ojo. El recuerdo burbujeante de los ajetreados años de mi vida profesional, bajo un calor insoportable, me impedían reconciliarme con el sueño, pese a tener mi cama al lado de la ventana, abierta de par en par. Deseaba hacer tabla rasa y olvidarme de todo pero, cuanto más lo intentaba, más escándalos sociales y políticos, confusiones, griteríos y atropellos llegaban hasta mí, junto a las rachas de un calor sofocante, agolpadas en mi cuerpo sudoroso. Hasta que, muy entrada la noche, el agotamiento terminó por dominarme.

Una horita más tarde, me volvía a despertar. Y, al encender la luz, distinguí borrosamente una mancha en un ángulo de mi habitación. Me coloqué las gafas y me acerqué, sobresaltado, al objetivo. Entonces distinguí perfectamente una araña gigantesca. Nunca había visto una igual. Tenía un cuerpo enorme, sostenido por unas largas y peludas patas. El arácnido, viscoso, repugnante y con traqueas, estaba inmóvil. Me pregunto si habría pasado por mi cama antes de subirse a la altura del techo. Se mantenía, con sus ocho patas, pegada a la pared y parecía pasar de mí. Sin pensármelo dos veces, cogí una de mis zapatillas y la estampé contra la pared, en el punto exacto donde se hallaba el objetivo bélico.

Después de aquella muerte no llorada por nadie, me pregunté qué mal había podido hacer aquel animalito para que me ensañara tan drásticamente con él. ¿Acaso bastaba su horrible aspecto para ser tan duramente sentenciado? Si en lugar de araña, hubiera sido una hormiga, una mariposa o cualquier bicho vulgar e insignificante, no le hubiera hecho ni puñetero caso, acostumbrado a estas minucias en el campo. Pero, al tener aquel aspecto espeluznante, todos mis sentimientos se aliaron contra ella hasta conseguir aniquilarla. ¿Con qué derecho? ¿Sólo con el que provoca el asco y un miedo infantil? ¿Reaccionaría de la misma manera si, en lugar de ser una araña fuera una persona con parecido aspecto que despertara idénticos sentimientos? Por lo menos, los gatos no se portan tan brutalmente. Ellos observan, ante todo, con atención. Y si el animal no reacciona, intentan que se mueva a fuerza de golpecitos con sus patas, sin sacar para nada sus uñas. Luego, si el intruso se mueve o reacciona huyendo, insisten para que juegue con ellos. Y si, en alguno de sus movimientos, lo lastiman hasta dejarlo mal herido, puede que pierdan su interés por él, den media vuelta y se marchen. En cambio, las personas no descansamos hasta ver el objetivo aterrador aplastado bajo la suela de la zapatilla.

Y es que el miedo lo justifica todo entre los mortales: la huida, la cobardía, la deserción, la traición... Y, por miedo, somos capaces hasta de matar.

miércoles, 8 de agosto de 2007

8 de agosto. El "vasallaje" de la Corona.

El Rey saluda a Joan Lladó, conseller de Esquerra
Republicana, en el Palacio de la Almudaina. Foto de Lorenzo.

Mallorca sigue siendo la capital veraniega del Reino. Un reino criticado por republicanos, que se quejan del grano que parece haberles salido en el culo y acusan a la Corona de “vasallaje”.


El tema colea desde que, en febrero de 2005, José Luis Carod-Rovira, presidente de Esquerra Republicana de Catalunya, dijo, durante un mitin celebrado en un colegio público de Pollença (Mallorca), tener un “empacho de majestades”. Recientemente, las Juventudes de ERC de Baleares exigían que las autoridades “no continúen con la política de vasallaje y sometimiento” a la Familia Real, que “siempre ha resultado nefasta para los intereses de los Países Catalanes”. “Fuera sanguijuelas –gritan estos jóvenes que exigen al Rey que devuelva Marivent y que se marche de vacaciones a otra parte–. En Mallorca no queremos ningún Rey”. Joan Lladó, presidente del mismo partido en Baleares, nombrado nuevo conseller de Interior del Consell, concluye que el palacio de Marivent podría utilizarse para cosas más importantes y que la promoción turística de la Familia Real es irrelevante porque “la gente viene a Mallorca por el sol y la playa, no por el Rey”. Y ha llegado a asegurar que no asistiría a las recepciones institucionales de los Reyes al considerarlas «actos de vasallaje».


Ante la polémica provocada por las declaraciones de las Juventudes de ERC, el propio Lladó remitió posteriormente una nota de prensa en la que intentó minimizar sus declaraciones iniciales, restando así importancia a las mismas. “No es contradictorio –sostiene este político–estar en el Govern y ser republicano. Somos demócratas y aceptamos las reglas del juego, pero no renunciamos a cambiarlas”. Según él, la institución a la que pertenece, “representa a todos los ciudadanos de Mallorca”. “Aquí –añade– todo el mundo es bienvenido, ya sea un jefe de Estado o un albañil; la igualdad y la fraternidad son pilares del republicanismo. Como republicanos aspiramos y trabajaremos para que un día los que vienen a la Isla lo hagan con los mismos derechos y deberes, sin privilegios por razones de raza, lengua, religión o pertenencia a una familia en concreto”.


Días después de haber soltado estas indirectas al Rey, éste recibía al president del “Govenr” y a sus “consellers”. Francesc Antich comunicaba al Rey que los habitantes de esta Comunitat están “muy contentos y satisfechos” de que, desde hace unos 30 años, la Familia Real visite las islas. Sentimiento que extendió a “toda la ciudadanía” del archipiélago. Luego, le presentó a sus 14 consellers y los puso “a disposición” de la Realeza para que se sienta “cómoda” durante su estancia en la Isla. La presidenta del Consell, Francina Armengol, destacó que los Reyes son “los mejores embajadores” de Mallorca y María Antonio Munar, presidenta del Parlament, les agradeció su presencia.“Los ciudadanos de esta islas –recalcó posteriormente– están todos muy contentos de que la Familia Real pase sus vacaciones en Mallorca. El Monarca se interesó por los temas de actualidad y nos dijo que su familia está dispuesta, como siempre, a dar apoyo a todos aquellos eventos que son convenientes”.


Uno a uno, todos los representantes del “Govern”, del “Consell” y del “Parlament”, saludaron al Monarca. Incluso Joan Radó, que, en en este caso, se limitó a llevar colgado en la solapa un pin de Francesc Macià (fundador de ERC y president de la Generalidad durante la República), se prestó a estrechar protocolariamente la mano real sin emitir ningún gesto ni palabra de protesta, y posó en quinta fila para la foto oficial. Por su parte, el Rey eludió hacer comentario alguno a Lladó. El conseller de Interior justificó públicamente su silencio por el hecho de que “el Rey tiene cosas más importantes que ésta en las que perder el tiempo”.


También el concejal, Eberhard Grosske, de IU, cabecilla del Bloc que aglutina a PSM (Partido Socialista Malloquín), ERC y EU (Izquierda Unida), y segundo teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Palma, anima a “combatir para la República” y aposta por “atacar a la monarquía por el flanco más débil, por su carácter hereditario y, por tanto, poco democrático”. En su blog perosnal, Grosske se confiesa “republicano convencido” y sostiene que seguirá siéndolo “sin dejar de recordar que los Borbones quemaron Xátiva en 1707 y sin tener ningún inconveniente en que los Reyes veraneen en Mallorca”. Declara que “hace 3 años, el 14 de abril colgué del balcón de Cort una bandera republicana”. Y se alinea dentro de un republicanismo activo, con el argumento de “someter a sufragio universal cualquier institución representativa”.


Por su parte, el presidente del Fomento, Álvaro Middelmann, pide, en nombre del sector turístico, que se valoren “lo valiosas que son para todos nosotros las periódicas visitas de la Familia Real a Mallorca”, de las que se siente “especialmente orgulloso”. Según Ramón Aguiló, en su artículo El Ágora, de “El Mundo-Día de Baleares” (27 de julio), “tales declaraciones, aunque puedan reflejar la realidad objetiva del beneficio de imagen que para Baleares representa la presencia del Rey, suponen una descortesía mayúscula al subrayar que los ditirambos están motivados no por el prestigio o los méritos del Jefe del Estado, sino por los beneficios económicos que su estancia entre nosotros produce. Aunque lo pensáramos, como consecuencia adicional beneficiosa, fenicios desvergonzados, almas genuflexas ante el dinero, sensibilidades de corcho, no deberíamos decirlo. Nos retratan muy desfavorablemente. Como gente poco educada, poco civilizada, codiciosa. Y la sensibilidad del presidente del Govern debería estar a la altura que el desempeño del cargo exige”.


Por lo visto, en todas partes cuecen habas.

martes, 7 de agosto de 2007

7 de agosto. El tiempo transexualizado del verano

Las noches pasadas no sufrí, como en los últimos días, un exceso de calor, sino, al contrario, tuve que arroparme con una manta. Más que fresco, hacía un frío incipiente de otoño. Llovió ligeramente y estuvo todo el día nublado. Yo le llamo “el tiempo transexualizado del verano” porque es un tiempo sorprendente, como si cambiara repentinamente de sexo. Suele ocurrir todos los años por estas u otras fechas (en el 2001 sucedió el 16 de junio, justo en la virgen del Carmen), sólo por unas horas o unos días, lo cual da cierto malhumor a la gente que se ha desplazado de vacaciones y que se ve obligada repentinamente a abrigarse y o a resguardarse de la lluvia, sin ropa apropiada para el caso. A mí, en cambio, y pese a mi signo astrológico de Leo, me divierten estos cambios insospechados de temperatura tanto por lo inesperado e insólito de unos días fríos que sacan a uno del contexto veraniego, como por lo agradable que resulta volver a sentir la lluvia sobre el rostro cuando el calor debería achicharrarnos.

Po lo general, no me disgusta lo contradictorio, lo inexplicable (que sin duda tiene una explicación científica), lo absurdo, lo extravagante, dentro de su pomposidad manifiesta, y lo estrafalario, por lo que supone de raro y carente de experiencia. Me encanta improvisar, crear algo nuevo, descubrir nuevas fronteras porque creo que es lo que más dimensión da a mi vida. Es una prueba de que sigo vivo y de que no me he aclimatado al tedio ni a la costumbre que mata toda iniciativa.

Tal vez por eso miro con buenos ojos este tiempo de perros, de pocos amigos, de contradicción e intriga, cuando perros y gatos, amigos y enemigos, intrigas y contradicciones, son parte de mi vida. Al margen del tedioso acontecer de cada día, unos días nublados, una lluvia o un temporal en medio de la claridad y sopor del estío, te rompen todo el esquema de lo establecido. Sin embargo, para mí suele ser el signo refrescante de que no todo sigue igual en esta vida.

lunes, 6 de agosto de 2007

6 de agosto. Después de Asensio y Polanco.., siguel la lucha por el poder del papel

En los últimos siete años, desaparecieron de España los dos máximos exponentes del poder de la prensa. Primero murió Antonio Asensio, el 6 de abril del 2001, y todo fueron lamentaciones de los suyos y recuerdos de su paso por este mundo. Luego, el 21 de julio pasado, se fue Jesús de Polanco, y llenóse su periódico de elogios y lamentos al “campeón de la comunicación”, al “defensor de la libertad y la democracia”. Ese día, la edición de Madrid de El País, que es la que suelo leer, curiosamente, no ofertaba sus cuatro o cinco páginas habituales de rélax –palabra que sustituye diplomáticamente la oferta de prostitución a lectores selectivos–, pero el adiós a su último dueño, junto con esquelas gigantescas que llenaban de luto las galeradas, más las páginas publicitarias, se comían casi el resto de noticias. Así se conmemoraba el entierro de los que controlaron la prensa estos últimos años, los últimos homenajes de empresarios, políticos y figuras del mundo de la comunicación frente a estas lumbreras humeantes del negocio periodístico.

Al sepelio de Jesús del Gran Podere asistieron incluso sus enemigos más acérrimos de su política periodística. “Discrepábamos de él –declaró Rajoy quien desatara la campaña mantenida contra el País, mostrando al mismo tiempo su “amistad” con el preboste–, pero nuestra relación siempre fue correcta”. Varios premios nacionales e internacionales mostraron, en los días sucesivos al necrológico suceso, su adhesión inquebrantable al que había sido uno de los hombre más poderosos de España. “Si el capitalismo tiene rostro humano –llegó a decir Saramago, recordándole– ese rostro humano es el de Jesús de Polanco”. Pero, al día siguiente de su muerte y antes de que fuera enterrado en el cementerio de la Almudena, El Mundo, diario que pugna por superar las ventas de El País, recordaba, en un editorial titulado “El editor del poder”, la polémica trayectoria de este “profesional del ventajismo, muy mal acostumbrado a tener ministros en su nómina”, según José Luis Martín Prieto, ex miembro de la Redacción fundacional de El País. Y señalaba que había empezado “vendiendo enciclopendias de puerta en puerta, simultaneando su trabajo con sus estudios de derecho”.

El mismo día del deceso de Polanco, ambos periódicos conmemoraban el éxito de reinar en Internet. El 25 de julio, cuatro días después de la muerte de Polanco, “elmundo.es” titulaba que superaba en 2’7 millones de usuarios al mes al “país.com”. “El Mundo –escribía, por su parte, El País– creció sólo un 2 por ciento hasta situarse con 324.395 ejemplares. Globalmente, los diarios de Prisa superaron a los que integran Unedisa en un total de 36.237 copias”. Hoy, pasadas dos semanas, la lucha por mantenerse en el poder continúa tensando las cuerdas, registrándose nuevos movimientos estratégicos y volviendo el capitalismo a perder su rostro humano. Pedro J. Ramírez, hombre fuerte de Unidad Editorial, sigue más decidido que nunca a convertirse a toda costa en el factótum del mundo de la prensa, pese a ser sólo gestor, como Juan Luis Cebrián, y no propietario, como Polanco. Tras hacerse con el Grupo Recoletos, presume de dirigir el mayor grupo español de prensa escrita en lo que a número de ejemplares se refiere y está dispuesto a reemplazarle y a ganar definitivamente la batalla.

Por de pronto, con el fichaje de la historiadora Carmen Iglesias como nueva presidenta de Unidad Editorial, relegando al profesor Jorge de Esteban, Pedro J. acaba de dar un paso significativo. La miembro de la Real Academia Española desde su fundación, así como de la Academia de al Historia, fue, asímismo, profesora del Príncipe, cargo que, para Pedro J. Ramírez, tiene su peso en oro en su forma de acercarse a la Zarzuela. Curiosamente, El Mundo habló del secuestro judicial de la revista “El Jueves”, pero sin mojarse demasiado por el semanario humorístico. En su blog, Elmundo-es, ya advierte, el 20 de julio pasado, que la actual dirección de la revista, había recibido alguna vez "algún toque" de la Casa Real que les habría pedido "una reflexión" sobre la manera en la que se trataban los asuntos relacionados con la Corona.

El nombramiento de Iglesias para Unidad Editorial sigue en la misma línea de defensa a ultralza del Príncipe y la Princesa, la misma que mantiene con la noticia de las giras oficiales de la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, la mujer más odiada del PP, en la que, sin embago, su periódico se deshace en elogios. “Este año –dice El Mundo–, ha organizado una gira por América para visitar seis países en 12 días, con una agenda apretadísima de actos y contactos... No cabe duda que la vicepresidenta está en forma”.

Pedro J. Ramírez, que ya había mostrado su sostén a Jaime Matas, el hasta ahora “president del Govern Balear”, busca igualmente el apoyo de Francesc Antich, del PSOE, el nuevo “president” quien podría echarle una mano frente a Joan Lladó, presidente de ERC (Esquerra Republicana de Catalunya) y hoy conseller de Interior del Consell de Mallorca. En el verano del 2005, Lladó fue imputado por los delitos de coacciones como principal secuaz de Joan Puig en la invasión de la piscina del director de El Mundo. Medio centenar de manifestantes, entre los que se encontraba Lladó, acusaron a Ramírez de “apropiarse de una zona pública para llenarla de cemento”. Joan Puig y Joan Lladó lograron acceder a la piscina, situada sobre las rocas, al lado de la playa, y se bañaron en ella. El fiscal apreció delitos de coacciones y lesiones en su actuación política contra la propiedad de Ramírez. Lladó amenazó el verano pasado con repetir esta acción, anunciando en rueda de prensa que «este verano va a hacer mucho calor y necesitaremos bañarnos en la piscina de Pedro J. Ramírez».
Es la letra menuda del poder que acapara Ramírez, cuyos tentáculos llegan hasta esta isla, sobre todo cuando todos los miembros de la Casa Real se encuentran en Mallorca, capital veraniega del Reino.

sábado, 4 de agosto de 2007

4 de agosto. Un regalo envenenado.

El nuevo Fortuna del Rey

A principios de este milenio, le propuse a Manuel Soriano, entonces subdirector de “La Clave”, revista bautizada por Balbín con el mismo nombre que el programa televisivo, un reportaje sobre un parado cualquiera de Madrid o de Provincias, que, de repente, es desplazado a Mallorca en donde pide una audiencia con el Monarca, de vacaciones. Mi intención era poder captar las reacciones de ambos en una isla en donde todo parece estar en función de la presencia de los Reyes. La idea no pareció convencerle, aunque estoy seguro que hubiera salido un reportaje con enjundia, lleno de sorpresas.

Pero volvamos al tema del Rey y su “Fortuna”, lejos de estas “ideas descabelladas”. La operación de venta del segundo yate real fue llevada a cabo en el más estricto secreto. Su comprador fue Nicolás Cotoner, Marqués de Mondéjar, a la sazón jefe de la Casa Civil de su Majestad. Días después de su compra, le cambiaba de nombre, llamándole “Trinidad III”. El tercer “Fortuna” fue otro regalo, ofrecido por el Rey Fahd, de Arabia Saudí, y el cuarto y último ha sido también una dádiva, aunque esta vez bien podría ser considerado un regalo envenenado. Así lo describía yo en un reportaje publicado el 9 de septiembre de 1999 en “Artículo 20”, revista hoy desaparecida.

En efecto, en noviembre de 1997, una serie de empresarios turísticos, hombres de negocios y entidades bancarias que componían la “Fundación Turística Cultural de las Islas Baleares”, se comprometieron a reunir unos tres mil millones de pesetas para regalar un nuevo “Fortuna” al Rey. El coste del regalito era hasta tres veces superior al entonces presupuesto de la Casa Real. La idea fue promovida por José Francisco Conrado de Villalonga, ex delegado de Bankunión en Baleares quien, gracias al apoyo de Samaranch, presidente a la sazón de La Caixa y marqués, había pasado a convertirse en delegado de la Caixa en Baleares. Conrado de Villalonga fue, durante años, delegado del Patrimonio Nacional, cargo que luego cedió a su hija, y estaba conectado con todos los empresarios de la mencionada Fundación. Dicha entidad, como muestra de agradecimiento al Rey que había elegido Mallorca, sede de sus vacaciones, decidió la compra del nuevo yate. El suculento regalo fue ofrecido al Monarca por estos empresarios, para que dejara de avergonzarse de su antiguo y a menudo averiado “Fortuna”. Y, para evitar malas interpretaciones, no fue cedido directamente al Monarca, sino al Patrimonio Nacional, aunque de todos era sabido que era para uso y disfrute personal del Rey, tanto en los cruceros privados como en funciones de protocolo.

Los mecenas de este nuevo Fortuna eran, entre otros: Gabriel Escarrer, de Sol-Meliá; Gabriel Barceló, del Grupo Barceló; Carmen Matutes, la hija del entonces ministro de Asuntos Exteriores, propietario de Fiesta, grupo hotelero; Miguel Fluxá, de Viajes Iberia-Camper; Carmen García, de Soltour; Juan José Hidalgo, de Air Europa; Miguel Ramis, de Grupotel; Gonzalo Pascual, de Spanair; el ex contrabandista, Antonio Fontanet; el impresor Pep García; la Banca March; el Crédito Balear; la Caixa, dirigida por el propio Conrado Villalonga; el editor Pedro Serra; Gesa, una empresa pública convertida en privada; Sa Nostra, Caja de Ahorros de Baleares tocada por el escándalo del Túnel de Sóller y por el del cementerio privado de Bon Sosec, y algunos más.

La Casa Real no opuso, en principio, ninguna resistencia al regalo de los generosos empresarios. Pero, tan pronto como ese obsequio es aceptado por el Rey, una serie de preguntas recaen sobre el Monarca y sobre este regalo envenenado: ¿Puede el Rey aceptar este barco deportivo pagado exclusivamente con el dinero de ciertos empresarios y entidades mallorquinas? ¿Qué sucederá si algunos de ellos se ven envueltos en escándalos financieros? ¿Saldrán a la luz sus nombres o se verán protegidos por la Monarquía, agradecida por este favor real? ¿Se verán empeñados los posibles méritos del Rey como árbitro y salvador de la democracia? “¿Es realmente un regalo desinteresado –se preguntaba Pere Sampol, secretario general del Partido Socialista de Mallorca–, cuando lo que realmente busca este grupo de empresarios es perseguir exenciones fiscales? Si quieren hacer una buena promoción turística, que inviertan ese dinero en recuperar el entorno natural y nuestro patrimonio. Que hagan donaciones al pueblo de Mallorca, que las necesita más que el Rey, o que intervengan en la creación de lugares de trabajo, en la mejora de las condiciones laborales de sus trabajadores y en combatir la estacionalidad”.

Una de las críticas más fuertes y a la vez discretas es la que proviene de Luis María Pomar, en un artículo de “El Día de Baleares”. “Parece mentira –decía este veterinario mallorquín– que personas tan avezadas como nuestros generosos donantes no se hayan percatado de que el Rey, para que se tenga por tal y mueva al respeto que merece quien simboliza el Estado, debe estar situado por encima del bien y del mal, de los humanos halagos, y de los impulsos de agradecimiento que puedan despertar donaciones tan ostentosas porque, aún por simples razones biológicas, siempre llevan consigo algún conato de dependencia. Por eso los reyes, en el ejercicio de sus prerrogativas, no pueden dejarse llevar por motivaciones emocionales, ni saberse dependientes de nadie, ni de algo que no sea el ordenamiento constitucional”. Para Luis Pomar, los archimillonarios hoteleros y empresarios eran los que, con el famoso regalo del barco, decidían vincular a don Juan Carlos a sus propios intereses. “Eso sí –añadía–, previo conocimiento de la desgravación fiscal que acarreará la suntuosa donación”.

Antonio Burgos, desde “El Mundo”, escribía el artículo “Mangar yate” en el que, en un fino cachondeo, decía que el Rey se merecía no sólo ese yate, sino todos los galeones de la Flota de Indias, pero pagado con dinero de todos nosotros. “Que para eso nos retratamos ayer ante el fotomatón fiscal de Hacienda, para que el Rey esté como deben estar los Reyes, y no mangando yate por la cara a los señoritos de Mallorca, por mucho que, en la mala conciencia general, se haya hecho ese pasemesí, pasemisá de yo se lo regalo al Patrimonio Nacional (que suena a película de Berlanga, peor todavía), y el Patrimonio Nacional le pone un sello como el que tenían los jesuitas en las pertenencias que les prohibía el voto de pobreza ‘Ad usum Regis’. Magazo, pues”.


Curiosamente, las reacciones en torno a este regalo envenenado que costó entre 3.000 y 7.000 millones de pesetas, no parecieron preocupar al Rey que, desde el verano de finales de los noventa, disfruta de este regalito, uno de los más preciados conocidos hasta el momento, sin que ello signifique que haya cambiado lo más mínimo su apetencia y afán por recibir de sus súbditos dones y regalos a la altura de sus pretensiones y anhelos personales. Ya lo había presentido la republicana Pilar Rahola: “Si el Rey lo acepta, no habrá consecuencias, porque en España se impone la cultura del silencio”.

viernes, 3 de agosto de 2007

3 de agosto. Las dávidas del Rey.

El Rey, a bordo del Bribón


Más de una vez me he sentido tentado a escribir un reportaje sobre los regalos ofrecidos al Rey. ¿Qué dádivas ha recibido a lo largo de los más de 30 años de reinado y cómo las ha utilizado, quiénes se las han ofrecido y por qué, de qué forma las agradece y con qué detalles? Aunque dudo que algún medio publicara este reportaje sin censurarlo por aquí o por allá. En mis años de ejercicio periodístico, los mismos que lleva el Rey ejerciendo, aún no he conocido revista o periódico en este país que fuera totalmente independiente, y menos con temas que afecten directamente a la Corona.


“El dinero parece ser el flanco más débil de su Majestad –escribe José García Abad en “La soledad del Rey”, editado en el 2004 en La esfera de los Libros– Le encantan los regalos, especialmente los caros. Le fascinan los coches potentes, y, sobre todo, el nuevo ‘Fortuna’, una embarcación única en el mundo, pagada a escote por un nutrido grupo de empresarios, inicialmente mallorquines”. El yate sale a navegar en su primera singladura oficial en enero del 2000. Tiene 57 metros de eslora, dos motores Diesel, tres amplias cubiertas y su casco es de aluminio, diseñado para alcanzar 70 nudos de crucero (130 km/h.)


Pero empecemos por el principio. Testigo directo soy de que el Monarca no ha fallado, desde que era príncipe, en 1973, ni un solo verano a su cita mallorquina. Las autoridades provinciales le ofrecieron entonces el palacio Marivent, sede y propiedad del pintor Sadirakis hasta su desaparición, y, como señal de reconocimiento por este “esfuerzo real”, los propietarios más importantes de la isla le condonaron en el inicio del milenio con un nuevo yate “Fortuna”. Un regalo –tal vez el más deseado y esperado desde que pendonea por Mallorca– que aceptó con máximo placer y con el menor reparo y que le ha dejado totalmente satisfecho. Lo que ha motivado cierta crítica y censura.


Es táctica del Monarca aprovecharse de los buenos momentos para disfrutar sin recortes de sus privilegios como Jefe del Estado. Y de los periodos de prosperidad para justificar su último “Fortuna”. Desde siempre, la participación de sus yates en acciones de salvamento ha sido un hecho pregonado por toda la prensa. Se han descrito sus proezas, reales o imaginarias, y ensalzado cada gesto, por nimio que fuera, sobre todo cuando ha tenido relación con su supuesta generosidad. El primero de octubre de 1977, los periódicos se hacían eco de la intervención del “maninero por excelencia” en el salvamento de dos náufragos en el pujerto de Pollensa, cuyo yate había sido azotado por un fuerte viento de más de cien kilómetros/ hora. El afortunado suceso fue coreado por toda la prensa de la isla y del país. Dos años antes, ya se había hecho pública la noticia de su ayuda a la tripulación de otro yate que zozobraba a la altura de Formentor, y se conocían otras acciones de salvamento, por lo que el “oportuno” papel del Rey y de su “Fortuna” quedaban de sobra demostrados. Se cuenta incluso la historia de que algún chiflado que se las ingenió para conseguir que, en el hundimiento de su yate, mediara la intervención real.


El Monarca se desembarazó de su primer “Fortuna”, regalo de su suegro que hoy puede contemplarse en el Museo de la Marina de Barcelona. El segundo “Fortuna” de 16 metros, fue –¿cómo no?– otro regalo. Llegaba a Mallorca en agosto de 1978, tripulado por el propio Rey y acompañado por la Reina Sofía, por Juan de la Cierva, que había aportado el montaje de los aparatos de precisión y control, y por Viudes, de Astilleros Viudes, constructor del mismo. Hay quien asegura que Viudes se lo ofreció al Rey por simple amistad. En el mercado habría costado unos treinta millones de pesetas de la época y el regalo, que promocionaba su marca y sus astilleros, habría sido ofrecido al Monarca cuando Viudes intentaba obtener la concesión de unas 15 lanchas rápidas destinadas a la Comandancia de Marina. Se dice que el Rey se desinteresó totalmente del asunto, alegando que era cosa del Ejército y, al final, la concesión cayó en manos de ARESA.


El Rey no suele faltar a cualquier clase de actos náuticos y a eventos impregnados de cierta sombra publicitaria. La presencia de la familia real en cualquier acontecimiento deportivo copa, desde los últimos años, los portales de Internet y la principales minutos de las competiciones. Las Regatas del Club Náutico de Palma, o la Copa del Rey, que este año llega a la 26 edición, son seguidas cada verano por decenas de periodistas deportivos de todo el mundo, que repiten con una afluencia cada vez mayor de participantes. Ciento veinticinco yates se llegaron a inscribirse en un verano y más de cuatrocientos periodistas acreditados para seguirlas. Todos ellos van provistos de potentes objetivos fotográficos que captan al Rey en el “Bribón”, junto a su amigo y compañero habitual de regatas, el armador José Cusí, y al príncipe Felipe, en el barco Aifos, de la CAM (Caja Ahorros del Mediterráneo). Esa es la razón por la que los periodistas –imprescindibles para sostener o hundir cualquier corona– son tan numerosos como los mismos regatistas.


Recordemos, como muestra de lo dicho, la llegada del Rey al Real Club Náutico de Palma. “Llega a bordo de un Audi –escribe, con su tino periodístico acostumbrado, Matías Vallés, en El Confidencial (www.elconfidencial.com), del 1 de agosto pasado: “El Rey elige Audi sobre BMW para su copa náutica”–. A continuación, Felipe de Borbón desembarca de un BMW, los dos, gigantes alemanes del motor, deseosos de aprovechar el rebufo publicitario de la Copa del Rey que se disputa esta semana”. Aristócratas y políticos, empresarios y financieros de toda índole están obsesionados por acercarse a la Familia Real y saludarla. Muchos de ellos pagarían suculentas cantidades de dinero negro para poder navegar con el Rey, tenerlo como vecino de mesa o intercambiar unas palabras con él. Su presencia real atrae como un imán a estos personajes, aunque no todos reaccionan de la misma guisa ante su presencia.


En unas declaraciones publicadas hace unos días en El Confidencial, Iñaki Anasagasti recordaba que el regalo del yate al Rey por parte de unos empresarios era algo insólito, algo que no existe en ningún otro país y confesaba haber perdido la confianza en el Monarca. El político vasco confundía el yate Bribón, botado el pasado mayo –décimo cuarto velero con el mismo nombre y con el mismo patrón estelar– con el “Fortuna” que, efectivamente, fue regalado al Rey por unos empresarios mallorquines y añadía: “Pero como el Rey es un irresponsable, no sabe nada, no se dan explicaciones. Hay como opacidad en todo lo que afecta a la Casa del Rey. Aquí no hay un pacto de silencio en torno al Rey, aquí hay censura”. Ni una palabra de constestación por parte del Monarca que preferió seguir disfrutando de su verano mallorquín.


(Continuará mañana)