lunes, 31 de diciembre de 2007

31 de diciembre. Epílogo con epitafio: Año viejo, vida nueva.

Medianoche de fin de año.

Mientras me dispongo a escuchar las doce campanadas que despedirán este año y darán entrada al nuevo, recuerdo cuando, hace 365 días, iniciara, en plan casi suicida, este “Diario de un periodista en paro”, como si fuera un condenado a muerte sin otra opción que contar los últimos días de su existencia. A medida que avanzaba en sus páginas, presentía lo difícil de mi meta. Sabía del peligro a que me exponía de que me acusaran de haber mentido y de haber expuesto verdades a medias, de ser tratado de loco estrafalario, suicida desertor o vil traidor. El enfrentarme directamente a ciertos temas suponía riesgos no del todo controlables. Y ¿quién se expone a ser crucificado en medio de las burlas de un enemigo implacable? Pero ¿qué podía perder ya después de haber perdido mi arma de trabajo?

“No hay ningún periódico ni revista en este país –me comentaba en cierta ocasión el humorista y entrevistador, Pedro Ruiz– que publique una verdad que no convenga al capital que lo financia. En este sentido, mantengo que no hay periodismo libre porque todos los medios salvaguardan celosamente sus propios intereses, aunque vayan en contra de los intereses del público que los sostienen”. Sabía que los diarios más libres estaban condenados a no contar todo lo que sabían, en aras al mejor entendimiento y a una supuesta concordia. Y estaba convencido de que mi objetivo sería muy difícil de llevarlo a cabo.

A veces me he preguntado si la idea de escribir “Zeta, el imperio del zorro” fue un acierto o un desacierto. “Te estás construyendo tu propia tumba –me decían los que sabían lo que estaba preparando–. Cada día que escribes es un ladrillo que pones sobre tu tumba. Y, cuando lo publiques, será ya demasiado tarde y no podrás salir de tu sepultura por más vivo que te sientas”. No me quejo de la profecía. Luego, me preguntaron: ¿Acaso pretendías que este diario no fuera una especie de suicidio profesional?. Sabía que no me quedaban muchas esperanzas de sobrevivir en este mundo en el que la solidaridad entre los explotadores es más viva que la de los que nos sentimos explotados. Aún así, tenía que hacerlo. Porque era preferible morir gritando que vivir en el más vergonzoso silencio. Y lo peor del caso es que adivinaran mis intenciones y, previendo el escándalo, llegaran a un acuerdo entre ellos, para silenciar los mismos gritos agónicos.

Pero no me importa. Durante este tiempo, he recuperado fuerzas que, de otra manera, hubieran quedado desperdigadas y diluidas. Es más, no sé cómo agradecer a quienes intentaron taparme la boca, tras un paro más largo que una guerra de cien días, borrando mi nombre y mis actividades y cerrándome casi todas las puertas. Necesitaba este periodo de reflexión. Lo necesita toda persona que intenta reestructurar su caos. Un periodo en el que las condenas y anatemas contra mí se centrifugan y pasan a ser, a la larga, defensas de mi libertad.

Reconozco que mi plan kafkiano de escribir periódicamente lo que le sucede a un periodista en paro ha sido un reto que acepté gratuitamente y no me arrepiento haberlo llevado a cabo. Yo sé que las cosas no son tal como aparentan. Ni siquiera las que parecen ser más auténticas. Sé que aún puedo dar mucha guerra y que, mientras no se demuestre lo contrario, tengo aún muchos días por delante para gritar mis protestas y manifestar mis desacuerdos, aunque tenga que escribir derecho, con letras torcidas por las circunstancias. Sé que éstas seguirán siendo posiblemente adversas y que la lucha acaba de empezar. Pero sólo si resisto, conseguiré lo que busco. Este es mi objetivo dentro de un plan trazado de antemano.
Pese a todo, hoy, San Silvestre, última jornada de este año, hago un balance de mis posibles errores de este diario y corrijo en lo posible mi objetivo. En esta guerra que ya había empezado cuando nací y que continuará tras mi paso por el mundo, me enseñaron a disparar contra todo enemigo. Siento que alguna bala se me haya escapado contra quien, en el fondo, no es directamente mi adversario y haya ocasionado daños colaterales. Siento que esta sociedad de clases se convierta en lucha constante entre amigos y enemigos ni buscados ni escogidos. Y que la confusión entre ambos se haya convertido en algo inevitable. Siento, sobre todo, que, en mis ataques y diatribas contra mis contrincantes, se levanten quienes, en el fondo, tengan mis mismos ideales y que nos estemos disparando ciegamente en una sociedad en lucha permanente de clases. Siento, en fin, que tenga que justificarme porque mis vocablos, frases, artículos y reportajes, hayan causado daño a terceros y hayan sido recibidos como balas de verdad, cuando, en realidad, no disparaba más que balas de fogueo, aunque con verdaderos sentimientos de amor, odio, indiferencia y hastío. Todo, menos el liarme con la sacrosanta objetividad de los meapilas de turno.

domingo, 30 de diciembre de 2007

30 de diciembre. Gandhi, Picasso y los sueños de Irene.

Iniciamos a partir de hoy, y continuaremos cada domingo, una sección dedicada predominantemente a las imágenes y fotografías.






He empleado toda mi vida en saber dibujar como un niño (Pablo Picasso)





Lo que ganarás por la violencia otra violencia aún mayor te lo hará perder (Gandhi)




¡Quien tuviera los sueños de Irene!

Imágenes de Littlegalerie (http://www.littlegalerie.org/) (Picasso y Gandhi) y de José Carlos Jiménez (Irene)

viernes, 28 de diciembre de 2007

28 de diciembre. Las mentirijillas de hoy

¡Inocente, inocente!...

Los periódicos, coincidiendo con la jornada de los Santos Inocentes, cuentan hoy sus mentirijillas, como si fuese el único día del año en que excepcionalmente, lo hicieran. Todos ellos se aferran a esta idea, colando noticias falsas como verdaderas. Y, parte de sus lectores no se dan cuenta del truco hasta que son felicitados por su inocencia.

Para la tradición popular, este es un día de locos, de bromas y actos disparatados. Los medios de comunicación se suman a ésta, engañando al lector desprevenido con el contenido de algunas noticias. En otros países existe un día parecido con estas características. En Francia es conocido como “poisson d’avril”; en Inglaterra, “April's Fool’s Day” o Día de Mentira; en Alemania, “1 April” y en Polonia, “Prima Aprilis”.

En España, pasar una noticia falsa como si fuera verdadera sin levantar la menor sospecha, es una pícara costumbre de un día como hoy. Los periódicos pueden publicar, por ejemplo, que Antonio Asensio, Jesús Polanco, Gila, Paco Rabal y Fernando Fernán Gómez, ases del negocio de la prensa, del humor y de la interpretación, siguen ganando batallas cada uno por su lado, sin que ninguno de ellos se haya ido de este mundo; que Camilo José Cela, el más importante y pacifista literato de habla hispana –“Entre lo mejor que tenemos, sostiene Aznar, con una absurda repetición de superlativos, Camilo es probablemente, lo mejor”– acaba de ganar un premio feminista; que “Gescartera”, la sociedad que más confianza ha obtenido de la Iglesia y del Estado, ha conseguido el de la honradez profesional; que Felipe González ha reconocido sus errores del pasado; que los obispos españoles han pedido humildemente perdón por ciertas decisiones tomadas; que Jordi Pujol ha dejado que cada emigrante llegado a Cataluña escoja la lengua que quiera o que todos los presidentes y ex presidentes siguen cursos de inglés, francés y algunos incluso de castellano, perfeccionándose en pronunciación y corrección…

A veces la situación de cualquier día del año puede sonar a inocentada. “Porque no me negarán ustedes –dice Fernando Jáuregui en su artículo “Inocentes de cualquier día” aparecido ayer en “Diario Crítico”– que esta legislatura que ahora concluye no ha sido pródiga en situaciones en las que miembros del gobierno, de la oposición o satélites de ambos no podrían haberse situado frente a la ciudadanía en múltiples ocasiones para gritarnos, con sonrisa burlona: “inocente, inocente”. Ha habido manifestaciones convocadas sin motivo, disputas sobre las cosas más nimias, decretazos y decretitos favoreciendo a los amigos, alcaldadas de todo tipo, pactos en la sombra ‘contra natura’, siempre en medio del silencio de esta ciudadanía que no parece decidida a alzar la voz, pero a la que las encuestas muestran crecientemente desencantada”.

Prepárese el lector de diarios, porque cualquier noticia puede hoy aparecer sin el menor rubor. Y –¿quién sabe? – a lo mejor hasta cuela. ¿Qué Georges W. Bush se convierte en el baluarte de la paz en un mundo sin guerras ni conflictos armados? ¿Que Slobodan Milosevic reconoce al Tribunal de la Haya y abraza una ONG pacífica, tras confesar todos sus crímenes?. ¿Que los obispos y la Iglesia prometen no volver a confiar en “Gescartera” ni en sociedades que prometen el paraíso en esta tierra?… Vivimos un cuento de hadas donde todo es posible. ¿Para qué seguir y, sobre todo, qué más da que esto sea falso o verdadero si mañana, tras despertar de nuestro sueño, todo seguirá igual que ayer?

miércoles, 26 de diciembre de 2007

26 de diciembre. La basura de la Navidad.

Los habitantes de las Baleares, que tienen la mayor renta per cápita del país, generan en Navidades montañas de basura.

Continuando con el viaje a Mallorca, recuerdo cómo esa noche celebramos la Navidad, equinoccio de invierno, frente al del verano, en la noche de San Juan. Al día siguiente, Palma de Mallorca estaba desconocida y la velada de la noche anterior hizo que muchos se levantaran más tarde que nunca. Yo, en cambio, siempre a contracorriente, me levanté temprano y salí a dar una vuelta. Confieso que fue un paseo triste y lúgubre. La fiesta de la noche anterior, en la que los mallorquines parecían tirar la casa por la ventana, había desbordado todos los contenedores de basura que encontré a mi paso, dejando al descubierto desechos y desperdicios. ¿Ha visto alguien una ciudad antes de que sus habitantes despierten?. Aquella mañana una soledad urbana inusual se había apoderado de sus calles. Y, en medio de aquel silencio, montones de basura de la noche pasada se exhibían por doquier. Basura amontonada de lo más íntimo de cada uno al descubierto. Cada español generábamos diariamente más de un kilo de desperdicios. Pero, al llegar las Navidades, los isleños aumentaban esta cifra en un 75 por ciento. Los locales públicos permanecían cerrados. Ni siquiera los quioscos donde se vendía la presa permanecían abiertos. Nadie leía ese día los periódicos o revistas. Ninguna noticia circulaba por la isla y, en aquel ambiente nauseabundo, la gente parecía haber desaparecido Sólo el sol se atrevía a salir encontrándose con aquella podredumbre. El frío no molestaba, pero sí la humedad que calaba muy adentro.

Pasé esa Navidad del 2001 sin noticias del mundo exterior, ni siquiera de la guerra de Afganistán. El isleño, sólo preocupado por sus cosas y por el dinero que tenía o le faltaba en el banco, se despreocupaba de todo lo que estaba más allá de sus mares. Aquí, más que en el resto de España, todo el sistema funcionaba alrededor de los bancos. Y, aunque en estas fiestas permanecían cerrados, los banqueros seguían mandando, desde la sombra. Era fácil comprobar cómo, una inmensa mayoría de isleños, que sólo se interesaba por la cultura de la ensaimada y de la sobrasada, vivían igual de felices o desgraciados sin las noticias del día y sin preocuparse de lo que sucedía más allá de la isla. Lo único que, en esos momento, parecía importarles era recuperarse de casi una noche de juerga y de hartazgo, a fin de llegar, medianamente y sin mucha resaca, a la cita gastronómica del día de Navidad.

El isleño estaba dispuesto a celebrar la Navidad de la manera más suculenta, entregándose en cuerpo y alma a una comida pantagruélica que había empezado con la cena ostentosa del día anterior. Y, mientras en la radio, los villancicos seguían martilleando al oyente o hablaban ceremoniosamente de sentimientos de paz y solidaridad, en los hogares se celebró una comida por todo lo alto: marisco, piezas de carne para asar, dorada, rape o merluza, gambones, langostinos, bogavantes o cigalas, turrón fuerte y turrón blando, vinos, champaña, whisky, licores y bebidas alcohólicas de alta graduación de acuerdo con la celebración de un nacimiento que había rayado con la pobreza de solemnidad.

En esta especie de parodia social, curiosamente, quienes daban el ósculo de la paz y recordaban el nacimiento de Cristo en Belén, eran los mismos que apoyaban el Estado judío y se olvidaban de todas las guerras que aumentaban el negocio de armamentos.

“Navidad, Navidad, dulce Navidad”, siguieron entonando a mis espaldas en una emisora popular. Era la cruel y engañosa Navidad de todos los años.

lunes, 24 de diciembre de 2007

24 de diciembre. Viaje con humor negro.

Nevada en Barajas

Tal día como hoy, hace seis años, me dispuse a viajar a Mallorca, invitado por mis padres, para celebrar con ellos la Navidad. Pero, una nevada me sorprendió en el aeropuerto. Eran las nueve de la mañana y el sol, tras una madrugada blanqueada, se empeñaba en no querer salir. Tampoco el avión que debía trasportarme hasta la isla parecía tener prisas en despegar.

La pista estaba cubierta por la nieve que no había dejado de caer desde hacía varias horas, y el comandante de la aeronave había anunciado un retraso de 30 minutos por la “saturación en la zona de despegue”. Así que leí los periódicos del día en los que aún se hablaba de los nuevos ricos de la lotería, mientras que la nieve calaba más a fondo sobre una mayoría de desengañados, tristes y desolados, que aún creían en soluciones felices. Y me alegré de no ser uno de ellos. Tenía que confiar en otros parámetros para seguir viviendo en este mundo contradictorio que había hecho de la suerte un tema conductor y central, el “leitmotiv” de toda una vida. La prensa citaba incluso el caso de un parado de 60 años que, después de cobrar el subsidio de desempleo, había pasado por la administración de la Lotería número 1 de Palma del Río para comprarse un décimo que ahora le había tocado. Santiago Tomás era presentado por las Administradoras de Loterías como el ejemplo a seguir. “Es –se atrevían a decir– el prototipo del español que no ha perdido sus ilusiones”. Evidentemente, el Gobierno, emperrado en que todos juguemos a ciegas a la lotería, se esforzaba más por impartir suerte que por repartir trabajo o justicia social.

Dos horas más tarde, nuestro avión, paralizado y medio cubierto por la nieve, se puso, al fin, en marcha, recorriendo parte de las pistas. Una azafata anunció por los altavoces que ocupaba el puesto número diez, tras habernos dicho una hora antes que estaba en el número cuatro. Así que seguimos esperando tontamente mientras continuaba nevando. Ojeé unas revistas que encontré en el chaleco del respaldo del asiento de enfrente. “Spanorama” anunciaba que “Spanair” era la compañía mejor valorada en una encuesta realizada por la Organización de Consumidores y Usurarios, junto con otras seis asociaciones europeas. En el estudio se analizaban los factores que más pesaban a la hora de elegir con qué compañía volar y se habían tenido en cuenta cuestiones como la puntualidad. La revista estaba realizada por Ediciones Reunidas, S.A., del Grupo Zeta. ¡Bingo!, me repetí dos horas y media después de esperar inútilmente el despegue. Y el comandante aprovechó para desearnos una feliz Navidad y un próspero año nuevo, con la ilusión, “de tenerlos de nuevo a bordo”.

Todo parecía un chiste de humor negro en un fondo de blancura. Y, en ese tiempo que se me hizo eterno, hasta pude leer una información sobre el alto compromiso de puntualidad de la compañía de marras que, por una demora de al menos 15 minutos sobre la hora programada en el cierre de las puertas del avión, se comprometía a pagar un billete para cada viajero. Claro que luego me enteré de que la compensación tenía que ser debido a algo directamente imputable a la compañía, es decir, algo que no ocurría casi nunca.

Tres horas y media después de subirnos a este aparato, despejamos, al fin, la pista y salimos de Barajas. En el aire, nos topamos con los rayos solares y no sufrimos más incidentes. A la una y media, inmersos de nuevo en los recargados nubarrones, nos acercamos a las costas de una isla cuyos contornos reconocí desde lo alto.

sábado, 22 de diciembre de 2007

22 de diciembre. El "gordo" de la Navidad.

Niños de San Inldefonso, cantando el "gordo" del año pasado

Desde primeras horas de esta mañana, las radios, las diversas televisiones y toda la prensa, monopolizan la atención de los españoles con los números cantados de la suerte. Ludópata de nacimiento promocionado desde el mismo Estado, el español invierte cada vez más dinero en loterías y en juegos de azar, habiendo batido todos los récords. La ansiedad por ganar, potenciada por la publicidad y por el aumento de premios, no ha dejado de crecer en todos los sectores de la población. Hasta el punto de que los agraciados, sean de la aristocracia, sean del pueblo llano, son tratados como príncipes y personajes de actualidad periodística. El público quiere saber todo de ellos: quiénes son, cómo reaccionan cuando se enteraron de que el “gordo” les ha tocado con su varita mágica, qué harán con los millones, en qué los invertirán... Son preguntas y respuestas que ocuparán gran parte de los medios de estos días, vísperas de la Navidad.

Cada año sucede lo mismo. Los periodistas buscan como locos a los afortunados, olvidando en parte el resto de noticias del día o involucrados en los mismos juegos. Cegados por resaltar esta información, pugnan por ser los primeros en darla a conocer. Una noticia que podría ser igualmente pesimista y trivial, si se atendiera a los desafortunados rechazados por la ciega fortuna. O a los que no tienen ni siquiera posibilidad de acercarse a ella. Pero lo que a los medios de comunicación hoy lea interesa es el “gordo” de la lotería. Aunque esos premios tienen igualmente una parte menos alegre que no suele llamar la atención, cual es el dinero invertido en ese sueño, truncado para una mayoría. No hay, por ejemplo, reportajes retrospectivos en el que se indague el estado de los afortunados dos, tres años o un lustro más tarde, cómo han gastado los millones que un día les tocaron, o cómo los despilfarraron. O lo que el español pierde cada año en ese y otros juegos. O cómo muchos deciden, pese a todo, seguir jugando, por si acaso... O en cómo vivirían si no hubieran gastado tanto dinero en esa suerte.

Me pregunto qué diablos tiene ese juego nacional de la lotería que siempre atrae y es noticia de portada. Evidentemente, el tinglado de los juegos, a juzgar por el despegue de los mismos, se ha convertido en un lucrativo negocio apoyado por el Estado, sea este de derechas, sea de izquierdas. Y la lotería, introducida en nuestro país en 1763, forma parte arraigada de nuestras costumbres. Costumbres que, junto con las procesiones de la Semana Santa, el ritual de los toros, la sangría o la idiosincrasia hispana, son tan difíciles de borrar de un plumazo y tan oportunas en ciertos momentos para gobernantes en apuros. España ¡qué gran país si todas sus ilusiones fueran del mismo rango que las depositadas en el “gordo” de la lotería!

viernes, 21 de diciembre de 2007

21 de diciembre. Poderoso caballero... es don dinero.


Desde hace seis años, en las entrevistas y reportajes de los diarios y revistas o en cualquiera de las emisoras de radio o televisión existentes que uno mira, escucha o lee, se habla de la relación que tenemos con el euro. Es como si esta nueva moneda hubiera sido el nuevo dios que nos salvara a todos de una inesperada hecatombe y nos asegurara un puesto dentro de los países grandes. Las advertencias y amonestaciones no dejan de repetirse: que si el euro, pese a habernos sorprendido a no pocos en fuera de juego, ha colocado a España en la octava economía de Europa; que si la fiebre del euro nos ha atrapado a todos sin excepción; que si este dinero ha sido como un nuevo juego en nuestras manos; que si sirve ahora para esto o para aquello…

Todo lo que, hasta ese momento, se movía en torno a la peseta, a partir del 1 de enero del 2002 se ha movido, si cabe, todavía con más pasión en torno al euro. La antigua moneda de cada país europeo (el marco alemán, el franco francés, la lira italiana, la dracma griega, la peseta española, etcétera,) se ha convertido en esa moneda común que cualquier europeo puede utilizar, aunque los precios, los sueldos y la lengua de cada uno de ellos han seguido siendo los propios de cada país. Lo único que ha cambiado ha sido el nombre y su género que, de femenino –la peseta española, la lira italiana, la dracma griega–, han pasado a ser masculinos –el euro europeo–, pero con los mismos propietarios y especuladores e idénticos ladrones que, potenciados por el cambio, siguen aplicando sus ardides para hacerse con lo ajeno. El esfuerzo cotidiano del trabajador, sea francés, italiano, alemán, español, que se gana el pan con el sudor de su frente, ha sido, como siempre, recompensado de manera diferente por el patrón. Mientras éste ha podido seguir viviendo holgadamente, el obrero no ha dejado de tener problemas para que su sueldo le llegase a fin de mes y los costes –lo que antes valía de 100 pesetas ahora le cuesta un euro– no le superasen.

Muchos de los obreros de entonces siguen hoy sin poder vivir con un mínimo de dignidad y no pocos de los parados de entonces siguen hoy sin trabajo. Es decir, que todo ha seguido igual como hasta ahora, con las mismas diferencias entre unos y otros o peor aún. O con un aumento a favor de unos y en contra de otros.

¡Qué razón tenía el Arcipreste de Hita cuando escribía!:
“El dinero es del mundo el gran agitador,
hace señor al siervo y siervo hace al señor,
toda cosa del siglo se hace por su amor”.

Cuántas cosas se han hecho por amor al dinero. No en vano ya nos lo advirtió Francisco de Quevedo y lo cantó Paco Ibáñez:
“Poderoso caballero, es don, don, dondón, din don es don dinero”.

Por cierto, que encontré un par de sentencias provenientes del saber popular que me vienen al respecto como anillo al dedo:
- Amigo sin dinero, eso quiero, que dinero sin amigo, no vale un higo.
- Antes mujer de un pobre, que manceba de un conde.
- A la mujer ni todo el amor ni todo el dinero, porque a la larga te quedas en los huesos.
- Bien me quieres, bien te quiero, no me toques el dinero.
- Cuando el dinero habla, la verdad calla.
- El dinero corrompe al hombre.
- El dinero es buen servidor, pero como amo no hay nada peor.
- El dinero requiere tres cosas: saberlo ganar, saberlo gastar y saberlo despreciar.
- El oro hace poderoso pero no dichoso.
- En el mundo entero llaman “señor” a quien tiene dinero.
- Mas vale riqueza de corazón que riqueza de posesión.
- Por dinero baila el perro.
- Vanidad exterior es el indicio de pobreza interior.

Por supuesto que hay otras muchas. Así que, si se os ocurre alguna...

miércoles, 19 de diciembre de 2007

19 de diciembre. ¿Libertad de prensa?

Dibujo de Plantu

A pesar de la opinión de Camilo José Cela, según la cual la prensa, la radio y la televisión han disfrutado, bajo esta monarquía, de la mayor libertad conocida desde hace años, he tomado una drástica decisión: recelar frente a estos conceptos y desconfiar de los medios que los pregonan. Sospecho, por principio, de esas dos palabras –monarquía y libertad de prensa– y he dejado de creer a ojos cerrados en todo lo que me cuentan. Así que desconfío sistemáticamente de los periódicos, las ondas y la pequeña pantalla y, sobre todo, de cómo lo cuentan. Intento pasar cuanto leo, escucho o veo, por la criba despiadada de la crítica. Y saco no pocas conclusiones a base de recomponer lo no publicado por esos medios y de adivinar lo que se callan. De la radio, sólo me entrego sin nada que objetar a la música clásica y a la de jazz, o a mis cantautores favoritos. La televisión, de la que hace tiempo que ya no aguanto más de un programa entero, me sirve no pocas veces para dormirme. Tal es el cúmulo de verdades a medias, sofocadas por intereses publicitarios, mentiras piadosas, verdades a medias, o por entretenimientos zafios y nimiedades aportadas, que su consumo me hastía e indigesta.

Desde que sigo esta norma, impuesta a rajatabla, me siento mucho más liberado y ágil, más capaz de comprender el mundo que me rodea y menos intoxicado por los intereses bastardos de empresas periodísticas que intentan que comulguemos con sus ruedas de molino e imponen ante todo la sacrosanta publicidad. Ésta es, demasiadas veces, lo único que de verdad parece importarles. Todo lo demás, está sujeto a las exigencias de la misma. De ahí que los medios que subordinan los intereses generales a los privados me obligan a desconfiar de ellos. En este sentido, estoy a favor de Gustave Flaubert, cuando, dirigiéndose a Madamme Brainne, en enero de 1879, escribía: “Usted ignora esta máxima: ‘Los honores deshonran, el título degrada, la función embrutece’. Y, por otra parte, ¿soy capaz de ocupar una plaza, la que sea? Al mismo día siguiente me pondrían en la calle por insolencia e insubordinación. La desgracia no me empuja a la docilidad, al contrario. Soy, más que nunca, de un idealismo frenético y estoy dispuesto a morir de hambre y de rabia antes que hacer la mínima concesión”.

Si todos los lectores de prensa, oyentes de radio o espectadores de televisión, hicieran de alguna manera el boicot a esos medios cuando no cuentan lo que realmente interesa al ciudadano, sino lo que ellos creen interesarle, otro gallo cantaría.
Y de la monarquía ¿qué? De eso hablaré otro día, cuando lo crea oportuno.

lunes, 17 de diciembre de 2007

17 de diciembre. El aguinaldo de la Navidad.


Rodeado de libros y de recuerdos del pasado, desde la soledad de mi estudio compruebo fríamente y sin nostalgia alguna cómo siguen en pie en estas fechas los regalos de la Navidad, el antiguo aguinaldo que, aparte de las pagas extras, se traduce en comidas y cenas ofrecidas por la empresa en donde uno trabaja. Detalles que los jefes tienen con sus empleados. Gestos empresariales medidos desde arriba según diversos baremos: la humanidad, la prosperidad, la generosidad de los ejecutivos y jefes para con los simples pruritos y empleados de pie de obra: redactores, fotógrafos, empleados y mandados...

Recuerdo cómo, por esas fechas, la empresa en donde trabajaba siempre nos ofrecía una comida o una cena en la que, a veces, asistía algún alto miembro del consejo editorial o de la directiva. Los empleados debíamos agradecer el gesto y algunos hasta celebraban las gracias de algún ejecutivo, riéndose de algún chiste contado sin gracia alguna. Era una manera de subir puntos y ascender en el escalafón. Y, aunque, por lo general, no se hablaba de religión, ni de trabajo, ni de temas conflictivos, se podía distinguir perfectamente cómo siempre había alguien que intentaba aprovecharse de la oportunidad para llevarse el agua a su molino. Claro que, cuando no asistía ninguno de los altos jefes, había quienes sacaban los trapos sucios, liberándose de las putadas sufridas durante el año. Y, a medida que se vaciaban las botellas, unas palabras soltadas al azar podían zaherir y reventar a alguien, convirtiéndose, de pronto, en hirientes y lacerantes.

En cuanto a los presentes navideños podían ser aún más explosivos. Bastaba con fijarse un poco en qué consistían y en cómo se mandaban a los directivos de otras empresas para saber de qué pie cojeaban. Entre ellos había otras cenas y regalos sorprendentes. Las cestas mejor surtidas de turrón y de licores eran un buen detalle pero, en algunos casos, no bastaban. Entonces aparecían los regalos de categoría enviados por mensajero o por correo certificado. Era todo un estándar que mostraba cómo se compraban y vendías voluntades. De esta manera, las dádivas y gratificaciones mejores dotadas y calificadas iban destinadas al sector bancario y a otros especiales, y en ellas se podían gastar entre 1000 y 2000 euros, aunque en algunos casos más importantes, la cifra podía ascender a 20.000 que, curiosamente, nunca eran vistos como un soborno sino como un simple detalle u obligación empresarial.

Hoy, un 46 por ciento de los trabajadores prefieren recibir dinero de la empresa o una tarjeta regalo antes que el tradicional lote de producto. Con todo, un 37 por ciento sigue fiel a la cesta y un 16% se muestra indiferente. Los más proclives a asistir a la cena de Navidad corporativa son los empleados de entre 18 y 25 años, mientras que los de más edad son los que más recurren a excusas para no acudir, con porcentajes que van aumentando con los años.

Partícipe que fuera en otros tiempos de estas cestas, lotes, regalos y cenas de Navidad, hoy, desde esta bitácora, sigo contando crudamente lo que le sucede a un periodista sin trabajo, sin jefes, sin órdenes, sin cestas ni regalos de Navidad. ¿Será éste el precio de la libertad? Si es así, bienvenida sea.

viernes, 14 de diciembre de 2007

14 de diciembre. Los vicios del periodismo


Los españoles son los europeos que menos atención prestan a las noticias políticas (sólo un 19 por ciento), muy por debajo de la media europea (un 34 por ciento). Así se desprende de una encuesta mantenida por Eurobarómetro sobre informaciones científicas, difundida por la Comisión Europea. En cambio, las noticias preferidas por todos los europeos, incluidos los españoles, son las deportivas, en ambos casos por mayoría (un 40 por ciento). A la información deportiva le siguen en popularidad las noticias sobre arte y cultura, (preferidas por el 39 por ciento de la población), las de famosos (25 por ciento), las científicas (31 por ciento) y las económicas (28 por ciento). Dinamarca, Alemania y Estonia son, contrariamente a España, los países en donde más interesa la información política.

Son baremos reflejados por la prensa, radio y televisión. En efecto, basta abrir un diario cualquiera, escuchar las emisoras de radio y ver las televisiones para darse cuenta al instante de que estos porcentajes reflejan cierta realidad. Pero, en la prensa escrita, en las ondas y en televisión hay muchas más páginas y secciones destinadas a frivolidades que a la cultura, a la ciencia o a la economía. Sólo la sección deportiva, así como la publicitaria, en la que se incluye en gran medida los anuncios de tipo sexual puestos de moda incluso por periódicos serios, parecen interesar a una mayoría de lectores.

Periodistas y periódicos, así como lectores de los mismos, han sido duramente criticados por su modo de enfocar la actualidad. Octave Mirbeau, escritor francés, denunciaba, a principios del siglo pasado, todos los vicios achacados al periodismo de entonces: “Literatura achicada a las medidas comerciales del mostrador, arte rebajado hasta lo más bajo, aspiraciones generosas ahogadas, incredulidades ostentosas, reclamos triunfales pagados en dinero o en apretones de manos, rebasando la verdad y haciendo callar la franqueza”.

El novelista neoyorquino, Upton Sinclair, escribía en The Brass Check, un libro contra la prensa norteamericana sometida al despotismo de la oligarquía: “Ella domina todos sus periódicos, pues éstos viven de los anuncios, y los anuncios dependen de la buena voluntad de los hombres de negocios. Se castiga a todos cuantos quieren dar muestras de independencia. No faltan los medios contra los recalcitrantes; el más sencillo es el boicot de los anuncios. O bien se compran los periódicos, y, dejándoles una apariencia de libertad, se cambia la dirección. Así fueron domados los magazines independientes Mac Clure, Everybody’s, Succes, American y otros....Los periodistas honestos sufren la degradación moral que les impone el oficio. El oficio de periodistas en Nueva York consiste en destruir la verdad, mentir, calumniar, ponerse a los pies de Mammon, vender a su pueblo y a su país para ganarse el pan de cada día. Somos prostitutas intelectuales”.Y Bismarck, el canciller alemán de hierro, se sirvió de la prensa, hasta su caída, despreciándola y usó sin pudor del “fondo de reptiles”.

Algunas de las acusaciones sobre la actual prensa española ¡se parecen tanto a las efectuadas en su día por franceses, americanos o alemanes!

miércoles, 12 de diciembre de 2007

12 de diciembre. Leguineche, “excelentísimo” maestro y “jefe de la tribu”

Manu, recién condecorado por Fernández de la Vega.

Recibido con un “aurresku” y una rosa roja y despedido con calurosa ovación, Manu Leguineche acaba de recibir, en el paraninfo de la Facultad de Alcalá de Henares, el premio de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE). Pérez Reverte, periodista y escritor, tras repasar la dilatada carrera del maestro y amigo, “el único del que hablan bien todos los demás periodistas”, elogió su “permanente compromiso con la verdad”, “modelo de periodismo necesario”. Y María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta del Gobierno que le ha concedido la Medalla de la Orden del Mérito Constitucional, repasó la intensa carrera de Manu, “un formidable profesional que ha elevado el periodismo a sus más altas cotas” y “siempre ha jugado limpio con el lector”. Un reportero que, como exigía Kapucisnky, “es una buena persona, llena de ética y humanidad”.

Manu apretó los dientes y los puños y acertó a reprimir las lágrimas que amenazaban con sobrepasarle. “¡Alguna vez habrá que llorar!” dijo, dando por bien pagados “todos los sacrificios y las muchas aventuras” de un oficio que, a pesar de los pesares, “aún me gusta”. Su actividad profesional siempre estuvo ligada a la prensa. Entre sus obras figuran ‘La tribu’ (1980), 'Los años de la infamia: crónica de la II Guerra Mundial' (1995), 'Adiós, Hong-Kong' (1996), 'Apocalipsis Mao: una visión de la nueva China' (1999), 'Gibraltar' (2002), 'Los ojos de la guerra' (2002), 'Madrid de menú' (2002), 'El viaje prodigioso' (2005) o 'El club de los faltos de cariño' (2007).

Retirado definitivamente de los avatares de la prensa –escribí en esta bitácora el 21 y 22 de septiembre pasado–, Manuel Leguineche no ha dejado de recibir premios y galardones. La mayoría de ellos le llegan un poco tarde, cuando ya no puede ejercer el periodismo ni escribir libros. Un millar de crónicas viajeras, más de un centenar de países visitados que han servido de base para sus más de treinta libros publicados y el reconocimiento cada vez más amplio de su labor le han convertido en este gran periodista conocido y admirado por todos.

lunes, 10 de diciembre de 2007

10 de diciembre. Ese cielo que pierde sus estrellas.

Calle Velázquez, iluminada.



En estos días previos a final de año, las más importantes ciudades españolas llenan sus calles con luces de adornos navideños y villancicos de antaño. En Madrid, desde la tarde-noche del lunes 26 de noviembre; en Barcelona, desde el 23 del mismo. Cada vez con más antelación, se conecta un alumbrado que embelesa a los curiosos y tapona cualquier vista del cielo estrellado. No importa la lejanía de esas fiestas. Lo importante son los días que las preceden, las calles iluminadas con su escaparates repletos de mercancías navideñas y el consumo a tope de las fiestas navideñas y de año nuevo.

Los empresarios son los más convencidos de que las luces “provocan ilusiones y favorecen las compras” Y desean ampliarlas hasta la fiesta de Reyes” Dicen que, así, se alargan las compras y se evitan que suban los precios en fechas clave. El Ayuntamiento de Madrid asegura que este año se ha aumentado el número de bombillas –hasta nueve millones– pero se ha reducido su consumo –2,1 millones de kilowatios que suponen cerca de cuatro millones de euros–. Por el contrario, asociaciones ecológicas como Ecologistas en Acción denuncian la contaminación lumínica que hace desaparecer las estrellas del cielo, aparte de ir contra el ahorro de emisiones. Dicen que hoy se ven entre cinco y cien cuerpos celestes menos que hace dos décadas. Y que sólo con el encendido de las luces de Navidad se echa al traste el ahorro de emisiones de dioxo de carbono, principal culpable del cambio climático.

Hace unas semanas, en un ejercicio de concienciación colectiva sobre la urgencia de actuar contra el cambio climático, los españoles fuimos invitados a apagar la luz eléctrica durante cinco minutos. Con el apagón, conseguimos ahorrar un 1 por ciento de energía, pero ahora, en nombre de los principios de la Navidad, la derrochamos con un 20 o un 30 por ciento durante treinta días y pico. Y a las luces de las calles se suman las de todos los establecimientos que compiten entre sí por ver quién consume más kilowatios.

Mientras tanto, me pregunto sobre estos conceptos de los que algunos pretenden disfrutar. ¿Qué es la luz sin la sombra que desplaza? ¿O la sombra sin la luz que la provoca? Parece que ambas son imprescindibles y están obligadas a coexistir. Pero, entre luces y sombras, entre invitaciones al ahorro e incitaciones al consumo, nueve millones de personas pobres sobrevivirán en nuestro país. “Una España pagada de sí misma –escribe Paco Beltrán en el diario El Público–, hortera, consumista, bienintencionada y cruel, al lado de otra España sufriente, callada, obligada a la austeridad, a no creer en nadie y a aguantarse. Nuestros políticos hablan de Estado de Derecho para referirse a un estado de privilegio e injusticia. Los partidos ofrecen, con cuentagotas, un poco de lo que sobra para los que pasan miserias. Y la voz de la necesidad no tiene quien la represente”.

Aquí hay demasiados pavos reales y regalos navideños, demasiado turrón y luz fosforescente, demasiado consumo y propaganda, demasiada paja y letra muerta. Demasiados conceptos y colores. Lo terrible es que, una vez apagadas esas calles, no volvamos a levantar lo ojos hacia arriba y tal vez no volvamos a encontrar a las estrellas de nuestra infancia.

viernes, 7 de diciembre de 2007

7 de diciembre. Destacar, sea como sea

Donde el dinero corre a espuertas

Las islas Canarias y las Baleares, son las comunidades autónomas española con mayor índice de mujeres solteras que deciden tener un hijo. ¿Algo que ver con la independencia de los isleños? El hecho noticiable ha sido desvelado por el Instituto de la Mujer: El 46,6 por ciento de los niños nacidos en Canarias y el 34,9 por ciento en Baleares son de madres no casadas, lo que no significa necesariamente que se trate de familias monoparentales, matizan los autores de la estadística. Se incluyen no sólo las que apuestan por la maternidad en soledad, sino también las que viven en pareja, sin haber optado por alguna de las opciones para oficializar su relación. Le siguen Catalunya (29,8 por ciento) y Madrid (27,4 por ciento).

Pero sigo preguntándome: ¿por qué el matriomonio oficial tiene tan poco predicamento en estas islas? A finales de los años setenta el porcentaje de madres solteras en España era de apenas un 2 por ciento. Las estadísticas que maneja el Instituto de la Mujer revelan la evolución sufrida en los últimos 30 años. Hoy, la media nacional está en el 26,6 por ciento. En el polo opuesto de Baleares y Canarias, se encuentran las comunidad de Extremadura (19,3 por ciento) y Navarra (19,6 por ciento), al igual que Aragón (20 por ciento) y La Rioja (20,7 por ciento). Conclusión clara: las solteras prefieren las islas para parir.

Otro dato, que nada tiene que ver con el anterior, pero que llama igualmente la atención: Las Baleares se encuentran en la primera posición de toda España en cuanto a recogida de residuos urbanos, con un total de 616 kilogramos de media recogidos por persona y año, según se desprende de la encuesta de Reciclado y Tratamiento de Residuos, publicada por el Instituto Nacional de Estadística. Curiosamente, la segunda posición la ocupa también el archipiélago de Canarias, con 586 'kilos' por persona. La media nacional se sitúa en 484 kilogramos de residuos por persona al año. En cuanto a la recogida selectiva de papel y cartón, también el archipiélago balear registra el valor más alto, con una media de 55,2 kilos. al año por persona.

Más curioso todavía: Mallorca sigue siendo el paraíso de récords y contabiliza la clasificación de distinciones: Recaudación fiscal más elevada de España, más número de vehículos y teléfonos, más bancos y, lógicamente, más dinero por habitante, más turistas, aunque sean sin dinero, más chalés y terrenos vendidos, más biquinis y carne bronceada al sol que más calienta, más devotos y mujeres encapuchadas en la Semana Santa, más escándalos financieros y políticos... En las Baleares los gastos en juegos de azar crecen sin parar –es una de las comunidades autónomas que más gasta en ellos–, y más porcentaje de incultos. Se gasta nueve veces más en bingos que en libros. Cuando vivía allí, un 3,7 por ciento de los isleños eran analfabetos, ocupando el octavo lugar a nivel nacional. Un 58 por ciento de la población mayor de 15 años no poseía título de graduado escolar. Hoy sigue siendo una de las comunidades con menos población con estudios superiores. Una población cargada de escritores pero carente de lectores. Y Palma es una de las capitales con más número de periódicos por habitante y con más periodistas por kilómetro cuadrado. Los artículos de consumo son los más elevados de Europa. Y Baleares es una de las provincias que más gasta en quinielas y una de las primeras en incautaciones de heroína. La pura locura.

Algunos se enorgullecen recordando constantememente estos récords, y se complacen en la manera de prevalecer sobre los demás. Lo importante, dicen, es destacar como sea. Pero ¿qué diablos tendrá que ver la gimnasia con la magnesia? Nada, por supuesto. Pero son datos que publica la prensa y que, sea para bien, sea para mal, no dejan de ofrecer como signo de distinción. Parece que, para muchos, más importante que existir es sobresalir y distinguirse sobre los demás. De lo contrario, uno o algo ni existe.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

5 de diciembre. El cornetín de Chapí.


A veces las humillaciones sufridas por acontecimientos que, en su momento, nos parecieron importantes, superan la habitual forma de comportarse y hacen que uno reaccione como un chiquillo. Sucedió hace unos años, cuando tocaba en una banda cuyo nombre prefiero no acordarme, en la que, cada vez que ensayábamos, algunos de los trompetistas protagonizábamos una lucha por superarnos que llegaba a extremos ridículos e infantiles.

Recuerdo que, en una ocasión, el director me sugirió que hiciera el papel de solista de “El cornetín de Chapí”, una pieza algo difícil para mí en aquellos momento, lo que, lejos de agobiarme, me encorajó. Varios días estuve ensayando por mi cuenta hasta que, llegado el momento de un ensayo, el director pidió a una compañera, igualmente trompetista, que iniciara su papel. ¿Qué papel?, me pregunté yo, desilusionado por no poder lucirme. ¿Acaso hay dos solistas en esa pieza? Se trataba de P., una bella e inteligente muchacha de pelo rubio, de reconocida soltura y habilidad que, igualmente, y sin yo saberlo, había sido elegida por el director para que hiciera ella de solista. A bote pronto, me sentí algo confuso. Pensé que esa decisión se debía a un posible olvido. Sin duda se dio cuenta del efecto producido en mí porque enseguida me preguntó si la tenía preparada. Le contesté afirmativamente. Entonces se apresuró a explicarme que también yo la iba a tocar, y C., otra trompetista, pero las semanas siguientes. Luego, al final, decidiría cuál de los tres se hacía con ese papel de solista.

Debo reconocer que a P. la pieza le salió bastante bien, pero para mí esa no era la cuestión, sino el hecho de que el director decidiera abrir esas oposiciones para interpretarla, sin prevenirme de que había dicho lo mismo a las otras trompetistas. No es que fuera especialmente difícil, pero llevaba notas muy altas y una ejecución que se me antojaba endiabladamente rápida. Pero estaba convencido de que, con una buena preparación, podía interpretarla sin grandes dificultades. Sólo que, en cuestiones trompetísticas, ya se sabe, no todo depende de la voluntad propia. Tienes un buen momento y eres capaz de interpretar las cosas más difíciles. Pero, un día cualquiera te puede llegar una mala racha y el instrumento, que crees dominar a tu antojo, se te escapa de los labios y, en un plis, te hace un corte de mangas y te deja en ridículo.

A la semana siguiente, para salir del atolladero creado sólo por él, el director me pidió si estaba preparado y me obligó a retar a la joven trompetista. Aún sabiendo que yo no dominaba por completo la obra de Chapí, ni siquiera al ochenta o al sesenta por ciento, pero con la seguridad de que, en mis ensayos particulares, sin nervios y en un estado de tranquilidad absoluta, la controlaba a medias, acepté el reto y comencé a tocar. Alcancé las notas altas –eran tres tresillos de semicorchea de “las” por encima del pentagrama y una negra ligada a una semicorchea– que interpreté sin ninguna dificultad. Pero, al llegar el momento de demostrar mi habilidad en las notas rápidas, me dejé dominar por los nervios y me equivoqué varias veces. Total, que, sin esperar a que llegara hasta el final, el director se me acercó y, con la excusa de dar unos papeles a alguien, me dijo bajito, supongo que para no avergonzarme, que creía que era mejor que la interpretara P., pero que, en el próximo concierto, yo haría de solista. Una manera hábil de decirme que no estaba aún preparado pero que no me hundiera, porque, si seguía esforzándome, algún día lo llegaría a estar.

Más que esta decisión, que consideré justa, puesto que mi compañera había conseguido interpretar la pieza en el primer intento, lo que más me humilló fue mi decepción y fracaso ante el reto obligado por mi director, así como mi ingenuidad y presunta confianza de que podría hacerlo mejor que ella. Así que tuve que afrontar mi fracaso que, racionalmente, no me cegó, ni me cerró en banda, ni me privó de alegrarme por mi compañera trompetista –de hecho, la felicité por su intervención y elección–. Pero me dejó un mal sabor de boca y la decisión firme de no fiarme más de la boquilla ni del sonido de este instrumento que a veces, en lo que llevo liado con él, me sorprende con secretas traiciones. O con ella, porque su nombre es también femenino. Así que, al terminar el ensayo, me pregunté por qué diablos este instrumento se entiende mejor con su mismo sexo y por qué siempre me sorprende con jugarretas en los momentos más inesperados. Sin encontrar una respuesta oportuna, me dirigí a casa con una mano sujeta al estuche de mi instrumento, la otra a las partituras y con el rabo entre las piernas, saboreando mi terrible humillación e intentando dejar la lección por aprendida.

martes, 4 de diciembre de 2007

4 de diciembre. De cómo son los chinos. (Continuación)


La República Popular China reconoce de manera oficial la existencia de 56 grupos étnicos. El principal está formado por lo "chinos han", que representan más del 95% de la población actual del país y hablan la lengua china. La escritura, basada en varios miles de signos gráficos o caracteres que representan las sílabas, por lo general palabras o morfemas del idioma, no ha variado en sus miles de años de existencia. La unidad de la lengua a lo largo de un periodo tan extenso se debe precisamente al uso de una forma escrita única. La caligrafía y la poesía como género literario, han tenido gran importancia histórica.

Pekín aguarda y se prepara para los Juegos Olímpicos, cuyo comienzo será el 8 del 8 del 08. No pocas empresas y organismos internacionales dan consejos para comprender mejor este país, especialista en tenis de mesa, en bádminton y en voleibol. Paul Kenndu advierte que los chinos son los maestros del arte casi olvidado de conseguir lo que uno quiere, manteniendo la boca cerrada. “Sólo ofrecen sus opiniones cuando no les queda más remedio y preferiblemente en privado... Los dirigentes chinos son más partidarios de la diplomacia discreta que de la oratoria pública. Y suelen salirse con la suya”.

Circula en medios empresariales españoles un folleto sobre las costumbres de este país, sus maneras de ser y sus buenos modales. En él se dan normas y para todo aquel que quiera introducir sus negocios en China. “No debe tratar ningún tema de negocios durante la comida –aconsejan–, tiempo de relaciones personales. En un banquete de cierta importancia, pueden ser servidos hasta 20 ó 30 platillos diferentes de comida. El secreto está en comer solamente un poco de cada uno de ellos. Si no desea que le sirvan más té, debe dejar un poco en su taza, de lo contrario, siempre que la vean vacía intepretarán que desea más y le servirán de nuevo. Dejar los palillos en el tazón, en paralelo, es un signo de mala suerte, así como dejar que se caigan. Beber haciendo un pequeño ruido no es falta de educación, sino todo lo contrario, señal de que está disfrutando de lo que toma. Hay ciertos alimentos poco utilizados en nuestra cocina occidental que, para ellos son un manjar: escorpiones, langostas (no el marisco sino el insecto) serpientes, carne de perro, tortuga, etéctera. Son lo que ponemos llamar sus ‘delicatessen’. Haga un esfuerzo por probarlos, aunque no le gusten demasiado. Los brindis, parte importante del ritual, se hacen generalmente con cerveza, vino o algún tipo de licor. Aunque se puede perfectamente brindar con un zumo natural o con agua. Si desea fumar, además de pedir permiso, debe ofrecer a todos los comensales”

Estos y otros conocimientos son considerados imprescindibles para cualquier hombre de negocios que quiera “trabajar” con los chinos. Pero no cabe olvidarse de otros no menos importantes como la humildad en su trato. “Si hay demasiada soberbia o prepotencia en nuestra postura –dicen–, no crearemos un buen clima de negociación y los chinos recelarán de estas actitudes”. Me temo que la arrogancia y oportunismo del hombre occidental se enfrente a la manera de ser y de tratar de los chinos, cuyo ejemplo de humildad es patente. Educados para no mostrar sus emociones abiertamente en público, la discreción de los chinos contrasta abiertamente con el protagonismo del occidental, y de nuestro yo, siempre a flor de piel.

Otros organismos se esfuerzan por recordar algunas de las reglas consideradas más importantes para comprender la cultura china. Un decálogo al respecto comienza así: “Si usted desea que alguien se le acerque, no lo llame moviendo sus manos con los dedos hacia arriba. Esto es descortés. Gire sus dedos hacia adentro, como si estuviese barriendo algo hacia usted. Utilice esta misma actitud cuando llama llame a un taxi.

“Cuando utilice un palillo de dientes en público, cubra su boca con su mano.

“Si alguien le da un regalo, es mejor no abrirlo delante de quien se lo dio.

“Cuando alguien le da una tarjeta de presentación de negocios, no la inserte en su bolsillo trasero del pantalón. Simbólicamente estaría diciendo que desea sentarse sobre ellos. Debe ponerla en su cartera y luego guardarla en un bolsillo delantero.

“Después de almorzar, nunca deje los palillos sobresaliendo hacia fuera, encima de lo que quedó del arroz en el fondo de su tazón. Esto es lo que la gente hace en los altares cuando le ofrecen comida a los fantasmas de sus antepasados. Hacer ésto en un restaurante sería una maldición terrible para su dueño.

“Cuando escriba a un amigo, no utilice tinta roja. Este color se reserva para las propuestas, las denuncias y para corregir exámenes.

“A veces, funerales, casamientos o ceremonias religiosas, ocuparán de pronto y sin avisar una calle completa. A pesar de que estén bloqueando la vía, es mejor no caminar a través de estas reuniones.

“Cuando llueve o comienza a gotear, da mala suerte ofrecer un paraguas a alguien con quien uno empieza a relacionarse para que se vaya a su casa. Es un augurio seguro de que nunca más le verá de nuevo. La palabra china para paraguas es “san” que suena como la palabra "separarse". Esto es particularmente importante para las parejas que se citan y salen juntos las primeras veces. Si a usted le agrada su nuevo amigo (a), tome el tiempo para acompañarlo (la) con un paraguas hasta la parada de bus o de taxi.

“No regale un reloj como presente. La frase ‘dar un reloj’ (sung chung) suena igual que ‘asistir a un funeral’ y es muy desfavorable. “Igualmente, no regale un pañuelo ya que éste se utiliza para limpiar lágrimas. En realidad, traerá alguna clase de mala suerte que causará llanto. Pero no se preocupe. Si, accidentalmente, llegase a obsequiar alguien con un regalo que es de mala suerte, la maldición será revocada si el que recibe el obsequio le da una moneda como pago. Entonces, técnicamente, la dávida se conviderte en una compra”.

lunes, 3 de diciembre de 2007

3 de diciembre. Mi primera visita a China.

Bicicleta fabricada en Taiwan, frente al emblema de los Juegos Olímpicos


En la presentación de su candidatura oficial para el Consejo de Administración de la Real Sociedad, Iñaki Badiola, ex directivo donostiarra del Banco de Santander y empresario con intereses en el mercado chino, ha mostrado a la afición “txuri urdin” una “apasionante” propuesta de sacar de la crisis a esta sociedad deportiva. Badiola basa todo el proyecto en introducir la marca 'Real Sociedad' en el mercado chino que tan bien conoce. Afirma que el saneamiento económico vendría de varios millones de euros en ingresos atípicos obtenidos de esta manera. El estadio de Anoeta pasaría a llamarse “Beijing 2008” y, tras los Juegos Olimpicos del agosto del 2007, “Shangai 2010”. Con la venta de camisetas en las tiendas de los dos grandes aeropuertos chinos y con los partidos televisados para toda China, conseguiría una inyección económica que precisa. Una opción salvadora para él, aunque, me temo que descabellada para otros.

También yo he viajado hasta la República Popular China y Australia, aunque sea mentalmente, y no para hacer negocios. Gracias a Internet, acabo de enterarme de que dos de los visitantes de mi blog procede de estos lejanos países. Del hemisferio austral ya conocía algo, por haberlo estudiado de pequeño. Pero jamás me hablaron del país asiático dominado por los comunistas, país prohibido durante mi pubertad y en toda mi adolescencia, además de así advertírmerlo en mi pasaporte. Por eso me alegré de que, algún lector del país más poblado del mundo, con más de 1.300 millones de habitantes, visitara mi blog, rompiendo la distancia real y psicológica que nos separa de ellos.

Ignoro si se trata de un chino vulgar y corriente, de algún Catay o alguna dinastía. No sé si hablará mi misma lengua o es una simple equivocación de alguien que empujara a ciegas las teclas del ordenador. Pero la curiosidad me ha empujado a informarme sobre esta República Popular que, sin incluir a Hong Kong ni a Macao, ha adelantado a Italia en la clasificación de países por volumen en su producto interior bruto y cuya economía ha rebasado a las de Francia y el Reino Unido, convirtiéndose en la cuarta del mundo. En el segundo cuatrimestre del 2006 se anunció una tasa de crecimiento interanual del 11,3 % y, en marzo de este año, la Asamblea Nacional Popular de China reconoció por primera vez la propiedad privada mediante una ley, ampliamente debatida durante 13 años. La medida no afectó, sin embargo, al campo y las tierras de cultivo, de propiedad colectiva y cedidas en usufructo por el Estado a los campesinos.

En un intento de limitar su población, China, que tiene fronteras con 14 países y es uno de los países más grande del mundo, en cuanto a extensión territorial (tras Rusia, Canadá y EEUU), ha adoptado una política que limita las familias urbanas a un sólo niño y las rurales a dos cuando el primero es niña. Los niños son considerados económicamente más útiles en las áreas rurales. Sin embargo, las autoridades enfatizan la importancia de la mujer, y han llegado a prohibir la utilización de métodos médicos para predecir el sexo del feto y penar severamente el aborto selectivo de niñas. Además, el Estado ha emprendido recientemente reformas en su política de planificación familiar, suavizando el control de la natalidad e incentivando económicamente a las familias que tengan dos niñas.

El país con una lengua más común –el chino mandarín, hablado en la actualidad por más de 1000 millones de personas (con un incremento de unos 10 millones anuales)–, y más hablada del mundo, seguido del inglés (praticado por 512 millones, el hindi (lengua nacional de la India hablada por 498 millones, el español (391 millones de hablantes) y el ruso (289 millones), será, sin duda alguna, dentro de nueve meses, el más visitado con ocasión de los Juegos Olímpicos.
(Mañana continuaré)

domingo, 2 de diciembre de 2007

2 de diciembre. Muchas visitas y pocos comentarios.

Google Analytics sobre esta página a lo largo del mes de noviembre nos permite tomar el pulso de la misma y echar un último vistazo. 1.537 visitas provenientes de 40 países: España (1.111), México (74), Argentina (57), EEUU (44), Perú (39), Chile (32), Venezuela (31), Colombia (31), Francia (16), Ecuador (14), Alemania (8), Reino Unido (5), Italia (3) y otros. Los países más lejanos que alguna vez nos han visitado son Australia, Rusia y China.

De España provienen la mayoría de visitas a través de 90 ciudades: Madrid (586 visitas), Palma de Mallorca (72), Barcelona (46), Alcalá de Henares (23), Alicante (23), Granada (18), Las Rozas (18), Valencia (16), Zaragoza (13)...

Muchas visitas, pero pocos comentarios sobre lo tratado. El 2 de noviembre hay dos sobre el tema (“Al infierno con la Iglesia y sus promesas”); dos más el 5 de noviembre (“Diario de un perro”); e1 día 8, otro (“Un liliputiense entre rascacielos”); el 9, dos (“La prensa que se va y algunos platos rotos”); el 10, otro (“Una voz y una guitarra”); el 24, dos (“Los muertos del PP y otras zarandajas”) y el 30, otros dos (“El mundo en que vivimos”). Lo dicho, muchas visitas pero poco comentarios.