domingo, 28 de agosto de 2011

Jaque mate a Gadafi, que sigue escondido…


Los rebeldes libios intentaron, durante toda esta semana, asestar el “jaque mate a Muamar Gadafi”, con sus palacios destruidos por las bombas de los aliados y con sus mercenarios contratados dispuestos a defenderlo. Hoy, oculto y destructor “hasta la muerte”, el sátrapa sigue intentando nuevas jugadas de ajedrez, anticipando movimientos y adivinando los que va a hacer el enemigo. Hay quien dice que se ha atrincherado en el barrio de Zauiyat. O quien cree que puede estar en el complejo residencial de Bab Al Azizia, en Trípoli, donde supuestamente se refugia. O quien asegura que se halla escondido bajo tierra, en sus miles de túneles secretos, “túneles de riesgo” en los que antes trasladaba el agua de los acuíferos del desierto a los campos agrícolas y ciudades de la costa y ahora podría utilizar para su defensa y ataque. Se baraja la posibilidad de que el coronel, que carga en sus espaldas 42 años de dictadura y seis meses de guerra civil, haya preferido desaparecer de la circulación, en algún lugar desde donde siga operando y enviando la muerte a su Libia que ya no le quiere. Y, mientras continúan su caza por todo el territorio y algunos de sus hijos son descubiertos, detenidos y huidos a la misma velocidad (Saif al Islam, el designado por Gadafi para sucederle, perseguido por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra; Mohamed, el hermano mayor; Saadi, el exfutbolista de la Juventus y presidente de la Federación Libia de Fútbol y Khamis Gadafi, muerto junto a un jefe de inteligencia), los rebeldes combaten los focos de soldados afines al régimen en la capital y en el resto del país.




Situación de Trípoli y alrededores, al principio de la semana pasada. Fuentes de The Guardian, BBC y agencias.



El lunes pasado, los opositores decían controlar el 95% de la capital, excepto el palacio presidencial de Bab al Azizia, donde las tropas leales a Gadafi se habían atrincherado. Y hubo focos de resistencia gadafista en el barrio de Zauiyat y en el puerto. Tras celebrar la victoria en las calles de Trípoli, se desató la desconfianza entre los habitantes, presos de la persecución y la venganza. Las tropas de Gadafi bombardearon la ciudad desde fuera y al desconcierto y al miedo al futuro se sumó el pánico a los francotiradores, dispersos por la ciudad. La frontera de Ras Ajdir, que une Libia con Túnez, permanecía en manos de las tropas gadafistas, según el opositor Fauzi Sates. Y la carretera de Oeste no estaba del todo controlada. En Al Jumus, una ciudad que los rebeldes no habían logrado controlar, también se registraron enfrentamientos. Desde Sirte, la ciudad natal de Gadafi y punto insuperable para el avance rebelde en el frente Este, las tropas de Gadafi lanzaron misiles Scud de fabricación soviética. Desde que la OTAN tomó el mando de las operaciones aéreas contra el Ejército libio, ha realizado 19.877 vuelos sobre el país y un total de 7.505 bombardeos. Sólo en el complejo presidencial de Gadafi destruyeron cinco plataformas desde las que lanzaba misiles tierra-aire. Pero Gadafi sigue vivo, invitando a la población a defenderse contra el enemigo. El jueves pasado llamaba a todas las tribus de Libia a marchar sobre Trípoli y a “purificarla” de “ratas, cruzados e infieles”. Gadafi, se refería a sus partidarios como la “amplia mayoría”. Y exhortaba a los suyos: “Libia es para los libios, no para los agentes extranjeros, ni para el imperialismo, ni para Francia, ni para Sarkozy, ni para Italia. Trípoli es para ti, no para aquellos que dependen de la OTAN”.



La bandera tricolor de los rebeldes



El lunes pasado comenzaba en Libia la batalla perseguida desde el inicio de los ataques de la OTAN, la del futuro del petróleo libio. Los rebeldes, agradecidos por los continuos bombardeos contra las fuerzas de Gadafi, prometieron compensar a los países europeos en los contratos de gas y de petróleo. Se hicieron con el control del aeropuerto internacional de Trípoli. El avance de sus tropas por la capital hizo que naciones árabes, como Egipto y Palestina, dieran un paso diplomático hacia delante y reconocieran al Consejo Nacional rebelde como gobierno legítimo. Incluso los empleados de la embajada libia en Argel, una de las pocas que quedaban leales al dictador, arriaron la bandera verde del régimen e izaron en su lugar la tricolor – verde, roja y negra–, de los insurrectos. El Ejecutivo español (amigo del Gadafi en tiempos no muy remotos) se felicita, mediante un comunicado conjunto de los Ministerios de los que son titulares Trinidad Jiménez y Carmen Chacón, porque “el fin del régimen de Gadafi augura un futuro mejor para todos”. El presidente Obama insta al pueblo libio a no buscar el fin del régimen de Gadafi mediante la violencia o las represalias. Y, en un comunicado, el presidente de EEUU advierte a Gadafi de que su régimen “está llegando a su fin”. Pero el misterio del paradero de Gadafi sigue acaparando cierto miedo y temor por la situación de Libia.



Gadafi y Berlusconi, ayer, amigos inseparables. Hoy…



Francia saca pecho. El ministro de Defensa galo, Gérard Longuet, dice: “Honestamente, creo que (el avance rebelde) ha sido un éxito de Francia”. Asimismo, estima que se debe permitir a la Corte Penal Internacional “instruir la situación de Gadafi y de su entorno”, y descarta la posibilidad de que pueda evadirse de la Justicia. “Hubiera sido posible –estima– hace algunos meses, pero escogió el combate y lo ha perdido”. Una de las escenas más repetidas en las calles de Trípoli es la de la gente que pisotea o rompe fotografías de Gadafi. Mientras tanto, las fuerzas rebeldes no dejan de anunciar la “liberación total” de la ciudad de Brega, uno de los enclaves petroleros del país y escenario de duros combates durante estos meses de conflicto. Silvio Berlusconi, amigo y defensor a ultranza del dictador libio hasta hace muy poco, ha pasado a pedirle que termine con “esta resistencia sin sentido” y que desista en su lucha. Y, en breve, se reunirá con el primer ministro de los rebeldes. Algo impensable cuando, Gadafi desembarcaba en Italia con su jaima, donde tuvo un encuentro con 700 chicas para convertirlas al islám. Y en junio de 2009, durante otra visita a Roma, Gadafi había regalado a Berlusconi un anillo de oro en forma de león que el dictador portaba en uno de sus dedos anulares. Pero ahora las cosas son distintas y aposta por dar su apoyo al Consejo Nacional “para la construcción de una Libia democrática y unida”.



Mustafá Andeljalil, presidente del CNT.



El Consejo Nacional de Transición libio (CNT) se formó hace seis meses en Bengasi, donde empezó la revuelta contra el régimen de Gadafi. Sus fundadores se sumaron a las multitudinarias protestas, ganándose rápidamente el respaldo de los vecinos de Bengasi. Hoy el CNT es reconocido como el Gobierno legítimo libio por una treintena de países, entre ellos EEUU, Reino Unido, Francia, España y Qatar. Está formado por 40 miembros entre los que hay abogados liberales, médicos, académicos o ejecutivos, procedentes en su mayoría del este de Libia. Su máximo responsable es Mustafá Abdeljalil, ex ministro de Justicia de Gadafi que desertó en febrero al considerar excesiva la represión de las protestas. Abdeljalil es considerado un hombre de consenso y ha tendido, en varias ocasiones, la mano al régimen de Gadafi para lograr, sin éxito, una salida negociada al conflicto. Y se ha planteado frecuentemente dimitir del cargo ante las intensas presiones que le reclamaban un trato más hostil con los soldados de Gadafi que los rebeldes detenían. El número dos del CNT, el primer ministro Mahmud Jibril, antiguo miembro del Gobierno libio, visitó España en julio, en su categoría de representante exterior del Consejo. Pese a contar con un buen número de contactos internacionales, su función como representante exterior de la CNT ha frustrado a algunos rebeldes y diplomáticos. Después del misterioso asesinato de Abdel Fattah Younes, jefe del organigrama militar del CNT hace unas semanas por una supuesta milicia aliada, las actuaciones militares de los rebeldes les han valido también la crítica de algunas organizaciones, como Human Rights Watch que les acusó en julio de practicar numerosos abusos contra los seguidores de Gadafi.



Un rebelde se lleva un retrato de Gadafi de una de las estancias de su complejo presidencial en Bab al Azizia.

El presidente del Consejo Nacional rebelde promete que “todos los libios podrán participar en la construcción del futuro, en la construcción de las instituciones con la ayuda de una Constitución que no haga diferencias entre hombres y mujeres, religiones o etnias”. Pero, la agencia Reuters informaba el jueves de que los cuerpos de 30 hombres fueron hallados con evidentes señales de haber sido ejecutados sumariamente por los rebeldes. Son frecuentes las palizas y golpes a los detenidos gadafistas y el odio y revancha contra soldados y mercenarios del tirano. Días atrás, Mustafá Abdeljalil amenazó con dimitir si no se frenaban esos desmanes. Y Mahmoud Jibril, pedía a los combatientes rebeldes que no maltratasen a los seguidores de Gadafi capturados y que no se tomaran la justicia por su mano. La mayoría de líderes mundiales piden a Gadafi que renuncie a la lucha y que se entregue. Aunque también hay otros, como Hugo Chávez, presidente de Venezuela, o el mismo Fidel Castro, de Cuba, muy críticos con lo que considera una “masacre imperialista” por el petróleo. Ellos reaccionaron muy en contra de los acontecimientos en Libia.



Muamar el Gadafi, con uniforme militar, en su primera visita a Italia, antigua metrópoli, en 2009.

A poco más de un mes del 42º aniversario del golpe de Estado que le aupó al poder, el dictador aseguraba que su huida el martes pasado de Bab el Azizia, su fortaleza en Trípoli, era sólo un “movimiento táctico”. El juego del ajedrez le había hecho cambiar de táctica. Los peligros que acechaba desde su subida al poder siempre habían partido de los enemigos exteriores. Ahora era su propio pueblo el que quería su cabeza, pasando de héroe revolucionario a paria internacional. A principios de esa década, escribió el “Libro Verde”, diseñado para gobernar a todas las tribus libias. resumiendo la filosofía política que aplicó con mano de hierro. “En el Libreo Verde –escribe O. Abou-Kassem–, Gadafi intentó superar las contradicciones del capitalismo pero, todo acabó convertido en una pirámide en la que descansaba su clan y sus íntimos colaboradores. Y, mientras aplastaba cualquier disidencia y asesinaba a los opositores dentro y fuera de Libia, se convirtió en el gran mecenas del terrorismo internacional en los ochenta. Tras la explosión del vuelo de la Pan Am, en 1988, en el que murieron 270 personas, y su consecuente aislamiento internacional durante más de 15 años, el líder libio decidió jugar la única carta que le quedaba y desmanteló, bajo supervisión internacional, su programa de armas de destrucción masiva. Entonces fue rehabilitado y tratado con honores por algunos líderes europeos como Tony Blair y José María Aznar. El propio Aznar lo calificó el pasado abril como ‘un amigo extravagante’. En las cumbres de la Liga Árabe sus actuaciones incluían desde encender cigarrillos y echar el humo a la cara de su vecino hasta insultar a los países del Golfo y a los palestinos y declararse ‘rey de reyes de África’. Senil y abusando del botox hasta deformar su rostro, Gadafi ofrece su peor versión en el ocaso de su régimen”.



Gadafi-Sarkozy, de amigos de corazón a enemigos declarados, como otros políticos, entre ellos, Aznar o Zapatero, según el interés del petróleo.

Los rebeldes libios saben que tienen que compensar a los países europeos por el apoyo recibido. Mustafá Abdel Jalil, admitió en Bengasi que el nuevo Gobierno favorecerá a los países que les han apoyado, en relación a los contratos de petróleo y gas que ahora tendrán que adjudicar. Entre ellos Italia, Francia, Gran Bretaña. Algunos de ellos ya tienen planes antes de saber exactamente quién gobernará Libia. La petrolera Eni será la número 1. Un portavoz de los rebeldes precisó que tienen diferencias políticas con Rusia, China y Brasil, países que no apoyaron al principio las sanciones contra el régimen de Gadafi. El crudo Brent bajó el lunes pasado rápidamente de precio, hasta tres dólares el barril, pero luego se ha recuperado con una pérdida de sólo un dólar. Según la Agencia Internacional de la Energía, Libia tardará al menos un año en recuperar el nivel de producción anterior a la guerra. Pero algunos gobernantes implicados en los cambios, como Nicolás Sarkozy, tienen demasiadas prisas y ni siquiera han esperado a que finalicen los combates en Trípoli o a que desaparezca definitivamente Gadafi para recoger la recompensa del petróleo libio. Sarkozy invitó a París el pasado lunes al presidente, Mustafá Andel Yalil, para reunirse con el mandatario del Eliseo, cuando no parece lo más apropiado que el presidente del CNT abandone en estos días Libia. Londres y París comenzaron a movilizarse para disfrutar de los réditos políticos de la victoria de los rebeldes libios.



Los rebeldes pisotean los restos de una estatua de Gadafi.



El pasado martes, un rebelde que acababa de salir del recién conquistado palacio de Bab al Azizia, comparecía ante la prensa, vestido con una gorra militar del dictador, una hortera cadena de oro y un plumero dorado rematado con un elefante. “Lo he cogido todo en la habitación de Gadafi –decía, sonriente, tras haber asaltado la residencia del sátrapa libio–. Los gadafistas corren como ratas”. Varios insurgentes vaciaron los arsenales de armas en la zona militar, entrando con mucha más facilidad que la esperada, mientras gritaban: “Se terminó, Gadafi está acabado”. Para completar la burla, los rebeldes arrancaron la cabeza de un busto de Gadafi y empezaron a pegarle patadas como si se tratara de una pelota de fútbol. Las últimas tropas gadafistas en el Este se replegaron en la ciudad de Sirte, el lugar de nacimiento de Gadafi y donde se encuentran sus más acérrimos seguidores. “Hemos tomado Ras Lanuf mientras los soldados huyen por el Valle Rojo camino de Sirte”, dijo Mohamed Zawawi, un portavoz rebelde. El representante ante la ONU del CNT, Ibrahim Dabashi, dio por finalizado el régimen de Gadafi y vaticinó que los rebeldes lograrán el control total de Libia en las próximas 72 horas. Las opciones para un Gadafi acorralado parecen agotarse. Los rebeldes ya ofrecen recompensas por la cabeza de Gadafi, vivo o muerto. Su captura podría reportar a quien lo logre, 1,3 millones de euros.



“Los bombardeos ‘humanitarios’ ya mataron a 40 civiles en la periferia de Trípoli –explicaba telefónicamente Monseñor Giovanni Innocenzo Martinelli, vicario apostólico de Trípoli–. La gente está aterrada, tiene que hacer fila para comprar pan y nafta, los niños ya no van a la escuela, los edificios están cerrados. Los bombardeos trastornan la vida, la gente ya no sabe dónde está segura porque las bombas caen en todos lados. ¡Si quieren defender a los civiles, que dejen de tirar bombas!”. Monseñor Martinelli refleja telefónicamente mucho más que preocupación. En diálogo registrado en abril pasado con Elisabetta Piqué, corresponsal de La Nación, este franciscano que nació en 1942 en Libia, de padres italianos, que volvió a su tierra en 1971 como sacerdote y, desde 1985, es obispo de la capital, denuncia con fuerza el ataque aliado contra las fuerzas de Muammar Gadafy. Máxima autoridad católica en un país de mayoría musulmana, Martinelli asegura que lo que ocurre en Libia no es una guerra para defender los derechos de los civiles, sino “para apropiarse del petróleo”. Y piensa en lo absurdo de la intervención militar para resolver el problema con las bombas. “Me sorprende que haya habido esta carrera a las armas en lugar de intentar una vía diplomática para tratar de entender o ayudar a resolver los problemas que inevitablemente existen en los países. ¡No veo absolutamente una solución con los bombardeos!... ¡Si quieren proteger a los civiles, no tienen que seguir bombardeando! Lamentablemente, todos se precipitaron hacia la guerra. Me parece que todos querían ser los primeros en Libia, seguramente no para defender a los civiles, sino para apropiarse del petróleo”. Preguntado por cómo terminará Gadafi, el franciscano contesta que no es un profeta para contestar. “Sólo puedo decir que, en la zona de Sirte, sus tropas hicieron retroceder a las fuerzas que avanzaban desde Benghazi. Creo que, tal como él expresó, resistirá hasta el final”. Martinelli cree que las fuerzas rebeldes no están organizadas ni tienen experiencia y teme que estos ataques de la OTAN puedan crear sentimientos anti-occidentales y anti-católicos. “Los periódicos –añade–, de hecho, hablan de una nueva cruzada contra el islam... La fuerza nunca ayuda a sacar los prejuicios. La fuerza aumenta la rabia contra quienes bombardean”.



El almirante Giampaolo De Paola, jefe del Comité Militar de la OTAN, afirma que “el juego no ha terminado” en Libia. En efecto, el régimen de Muamar Gadafi no ha sido totalmente derrocado, algo que está costando más de lo esperado. En la madrugada del jueves, los rebeldes bombardearon varios distritos de Trípoli. Un responsable de los sublevados indicó que Gadafi podría encontrase aún en algún punto de la capital. En una entrevista concedida a la cadena Sky News, Liam Fox, ministro de Defensa británico, admitía que la Alianza Atlántica estaba proporcionando inteligencia y ayuda de reconocimiento para que los rebeldes pudieran cazar al dictador y a sus hijos. Lo que no quiso aclarar Fox es si las tropas británicas participaban en el terreno en la búsqueda de Gadafi. Nicolas Sarkozy, tras su reunión con Mahmoud Jibril, número dos del Consejo Nacional de Transición libio, prometió asistencia militar. Mientras tanto, según indicó alguna fuente, Gadafi podría estar refugiado en Sirte, su lugar de nacimiento, al Este del país. Pero Abdel Yalil, presidente del CNT, asegura desconocer su paradero. Y comenta que la recompensa por su captura ha aumentado de los 1,7 millones de dólares fijados tras la caída de Trípoli, aunque no da cifras. No obstante, desvincula al CNT del ofrecimiento de dicha recompensa y apunta que se debe a una iniciativa privada. MENA, la agencia oficial egipcia informa que un convoy de seis vehículos blindados de la marca Mercedes entró el viernes, por la mañana, en Argelia, procedente de Libia. Y una fuente del consejo militar libio de Gadamas comenta que los vehículos trasladaban a responsables de alto rango y que era posible que, entre ellos, estuviera el líder libio y sus hijos. Sin embargo, no ha habido confirmación oficial de dicha información y Abdel Yalil no ha hecho ninguna referencia a ella.



“A ese festival de destrucción y muerte –escribe Xosé Luis Barreiro, en su artículo “El gran timo de la Libia rescatada”, publicado en La Voz de Galicia.es– lo hemos bautizado como transición democrática, protección de la población civil y nacimiento de una nueva Libia. ¡Todo mentira! ¡Todo sangre! Porque en este trayecto del blanco al negro, esta santa Europa no se arrepintió de nada, ni rectificó nada, ni exigió ninguna responsabilidad política. Y lo único que hemos hecho es asegurarnos de que el nuevo poder les debe su ser y su negocio a esos valientes pilotos de la OTAN que hacen la guerra sin despeinarse y yendo a comer a casa todos los días. ¡Qué lindo! La reconstrucción de Libia, salvo en lo que sea negocio, durará veinte años. La débil estructura de la nación es ahora propiedad del tribalismo y los nuevos señores de la guerra. Y a la gente solo le queda un calvario parecido al que tenían. Porque hemos ido allí sin arrepentirnos de nada y sin criterios de democratización y paz de validez universal”.



Tras seguir los pasos del dictador, lo hacemos ahora en clave de humor cruel, siempre rodeado de sangre.








Manuel Fontdevila nos enseña hoy las últimas estampas españolas, tras la venida de Benedicto XVI.







Vergara continúa con su Diccionario Biográfico español: Juan Carlos I, Gaspar Llamazares, Javier Arenas, Antonio Camacho y Manuel Fraga.






Y Pep Roig nos muestra su humor de fin de semana así como sus noticias de Tot Vabe (Todo Vabien).




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