martes, 3 de enero de 2012

Los que menos ganan –los jubilados– y los nuevos ricos.



El Gobierno del PP ha comenzado a desvelar sus verdaderas intenciones con los pensionistas. Menos de diez días después de asegurar que era el único sector al que no disminuiría su nivel de vida, Rajoy ha enseñado sus dientes y sus garras. Para ellos ha sacado su discurso previsto para estas fechas. “Nos hemos encontrado una situación extraordinaria y no prevista, y estamos obligados a tomar medidas extraordinarias no previstas”. Así lo anunciaba Soraya Sáenz de Santamaría, advirtiendo que la desviación presupuestaria que habían hallado en las cuentas del Ejecutivo saliente era muy superior a lo previsto y que el déficit público estaba en torno al 8% y no al 6%, como venía asegurando el equipo de Zapatero.


Ante esta “situación extraordinaria” que nada tiene de nueva, el Gobierno dice sentirse obligado a una serie de medidas de recorte para que los distintos Ministerios no dispongan de 8.900 millones, un recorte de más del doble de lo que preveían los peores análisis y justifica el cambio que afecta a los jubilados, obligando a incrementar el IRPF de cara al 2012, con lo que la prometida actualización de las pensiones en la campaña de un ridículo 1 por ciento no servirá en la práctica para nada. De esta forma, la actualización de las pensiones en función de la subida del coste de la vida ha quedado anulada, al anunciarse el mayor recargo en el IRPF, el impuesto que no sólo acusan los trabajadores, sino todos los contribuyentes, incluidos los funcionarios.


Pero no todos los españoles sufren idéntico déficit porque una decena de grandes millonarios españoles lograron ganar un 6% más en el año que se acaba de cerrar, 2.148 millones, atesorando 37.700 millones, casi el recorte de déficit que el Gobierno prevé para este año. Estos afortunados españoles, al contrario de otras fortunas extranjeras, se han negado a pagar más impuestos, como forma propuesta por algunos de aportar un granito de arena contra la crisis. Ninguno de ellos, ha querido dar el paso a título individual, sino articularlo a través de alguno de los lobbies que tienen. Y altos directivos de grandes compañías, no precisamente los nacidos ricos, bloquearon la iniciativa porque no querían pagar más al fisco.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Podría decirse que, - en lo divino y en lo humano- entre un empleado y un empresario de éxito, no hay grandes diferencias sustanciales. Sin embargo, para un parado de 45 años, un trabajador es un potentado. Lo contempla desde un abismo infranqueable y la pena más sorda. Sufre en silencio de colas y citas previas un tormento Hernandiano que acelera su deterioro hasta la invisibilidad irreparable. La izquierda actual y sus sindicatos coleguis han fracasado en su supuesto propósito de redistribucción de la riqueza y la justicia social como referentes ideológicos prioritarios. Y... ¿Como decirles siquiera a sus señorías, o incluso a los chicos de la Puerta del Sol, que ahora se ocupen un poco más de intentar redistribuir el trabajo, y que se preocupen menos de los puntitos del IPC y el IRPF...?

chiflos.