martes, 26 de junio de 2012

Golpe de Estado en Paraguay: Franco destituye a Lugo.


Federico Franco destituye a Lugo.


Fernando Lugo: “Esto ha sido un golpe contra la voluntad popular”.


Federico Franco el pasado sábado, con el nuncio apostólico, Eliseo Ariotti, quien declaró, como representante del Estado Vaticano en el país, que Iglesia católica paraguaya le “honra”… tras el golpe de Estado parlamentario.



El Senado de Paraguay destituía el viernes pasado al presidente Fernando Lugo, tras considerarle “culpable”, en un “juicio político”, de mal desempeño de sus funciones. El origen de la crisis política fue la matanza de seis policías y once campesinos que se produjo el pasado 15 de junio tras la ocupación de una finca por cientos de campesinos. La gestión de esa crisis, que Lugo zanjó con la destitución de su ministro de Interior así como de mandos policiales, fue la disculpa para que la mayoría del Congreso aprobara el jueves un juicio político contra el mandatario. “Lo sucedido allá [Curuguaty] –denunció Aníbal Carrillo, dirigente del partido popular Tekojoja–, no ha sido una escaramuza accidental o una confrontación accidental, sino un hecho perfectamente montado de alta profesionalidad que tenía por objetivo justamente establecer una situación de crispación y de enorme demanda social por traer alguna seguridad al país, que tiene un segundo capítulo que se da con el juicio político”. Treinta y nueve senadores votaron en contra del mandatario y sólo cuatro dieron su voto a favor en una sesión con dos ausentes. Y uno de los secretarios de la Cámara Alta anunció que se declaraba “culpable al acusado, Fernando Lugo Méndez, y, por tanto, queda separado de pleno derecho de su cargo”.

De esta manera, Lugo fue sustituido por el vicepresidente de la República, Federico Franco, hombre de misa y comunión semanal y médico de familia conservadora perteneciente al partido Liberal, hasta la celebración de nuevas elecciones, en abril de 2013. Y un representante de la iglesia de derechas se hacía con el poder, en manos hasta el momento por un ex obispo de izquierdas. Inmediatamente, cientos de personas congregadas en el centro de Asunción, frente a la sede legislativa, protestaron en apoyo del destituido presidente, y un grupo de indignados se concentraron, frente a la sede de la Vicepresidencia, para protestar por la destitución de Lugo. Este calificó su proceso de “golpe de Estado exprés”, una definición que comparten los representantes de Nicaragua, Bolivia y Venezuela. Por su parte, el nuevo presidente del país, Federico Franco, pidió a los líderes vecinos, que “entiendan” la situación creada en Paraguay y acepten que hará “el mayor de los esfuerzos” para que la situación “se normalice”. Franco afirmó incluso que le “encantaría” formar un “gabinete multicromático” con los “mejores paraguayos, sin tener en cuenta su afiliación política” y ofreció a su antecesor “que se quede el tiempo necesario” en la residencia presidencial hasta que pueda organizar su mudanza, así como “las garantías constitucionales que le corresponden”. Todo un golpe de Estado “democrático” dirigido por en señor que va a misa y comulga y se relaciona con la Iglesia.

Pero la destitución del ex presidente Lugo fue acogida con hostilidad en gran parte de América Latina. Costa Rica la calificó de un proceso con “visos de golpe de Estado”. Perú la definió como un “golpe a la democracia”. Argentina, Ecuador, Bolivia, República Dominicana y Venezuela no reconocen al nuevo jefe de Estado, colocado mediante un “golpe de Estado”. Incluso Brasil sugirió la expulsión del país de Mercosur y Unasur tras conocerse la noticia. Y Per Darla Jordan, portavoz del Departamento de Estado para América Latina, hizo un simple llamamiento a la calma.

Fernando Lugo pidió al pueblo que protestara pacíficamente tras el golpe de Franco contra él. El ex obispo, que dijo haber acatado su destitución para evitar “un derramamiento de sangre”, protestó, declarando: “Esto ha sido un golpe contra la voluntad popular. No está tranquilo el Paraguay, no está todo tranquilo en el país (como afirma el nuevo Ejecutivo). Aquí se ha interrumpido un proceso democrático... ¡Esto va a seguir!”. Pero la iglesia no levantó una sola protesta por el cambio propiciado, sino todo lo contrario. Tras anunciarse que el Presidente sería sometido a un juicio político, Claudio Giménez, obispo de Caacupé, admitió que la Conferencia Episcopal había solicitado a Lugo la dimisión para “evitar hechos violentos”. Y la Iglesia Católica ya dio su “bendición” al gobierno impuesto tras el golpe de Estado parlamentario, pertrechado por la derecha. “Estamos honrando a las autoridades de este país, como conviene al cuerpo diplomático, que ha sido invitado para una visita de cortesía, declaró el representante del Vaticano en Paraguay, Eliseo Ariotti. Ariotti leyó un mensaje al pueblo paraguayo en los oficios religiosos del domingo y felicitó a “todas las autoridades” por haber pensado “en el bien del país”.

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