miércoles, 11 de septiembre de 2013

Mataron al hombre de la paz.

 
El 11 de septiembre de 1973, una parte del Ejército chileno derrocaba al Gobierno socialista de Salvador Allende, que se suicidaba ese mismo día en el Palacio de La Moneda, acosado por el general golpista, Pinochet. La Moneda era bombardeada por tierra y aire mientras caían los sueños de una generación que creía posible avanzar hacia una sociedad más justa, igualitaria y con libertad.

Cuatro décadas más tarde, Salvador Piñera, el actual jefe del Estado chileno preside una conmemoración en la que no asiste la oposición y dice que el gobierno de la Unidad Popular, que encabezó Salvador Allende, quebrantó la democracia, pero puntualiza que eso no justificó la “inaceptable violación de los derechos humanos” en el gobierno militar. “La dolorosa ruptura de nuestra democracia –recuerda– fue el desenlace previsible de una larga y penosa agonía de los valores republicanos y de un grave resquebrajamiento de nuestro Estado de derecho”. Piñera reconoce que “los dolorosos hechos” que ocurrieron en Chile hace 40 años “aún dividen –y a veces profundamente– a algunos sectores de la sociedad” chilena. Durante el régimen de Pinochet, 3.200 personas perdieron la vida, 1.200 de las cuales todavía permanecen desaparecidas.

Michelle Bachelet, ex presidenta de Chile y actual candidata presidencial, quien fue torturada y cuyo padre, un general leal al presidente Allende, falleció por los apremios que le infligieron sus compañeros de armas, advierte que, sin verdad y justicia, no hay reconciliación en el país. “La verdad –subraya–, porque tenemos necesidad de conocer lo que vivieron las víctimas y qué pasó con ellos (...). Y la justicia, porque allí donde la justicia se niega, la impunidad ocupa su espacio ahondando las fracturas de un pueblo”. Bachelet se medirá, en noviembre, a la candidata oficialista Evelyn Matthei, hija de un general que integró la Junta Militar. Matthei afirmó que “las violaciones a los derechos humanos no son aceptables nunca”.

Cuarenta años hace que Pinochet asaltara a Salvador Allende, ese hombre de la paz convertido en un peligroso enemigo del imperialismo estadounidense. El 4 de diciembre de 1972, quince meses antes del asalto golpista, pronunciaba un discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas en el que denunciaba el conflicto entre los estados y las grandes corporaciones económicas. En aquella ocasión, el inquilino de la Casa Blanca era Richad Nixon. Las palabras de Allende entonces, vuelven a retratar esta estafa que llaman crisis. El vídeo que sigue a continuación es un pasaje de su intervención por el que las multinacionales dictaron su sentencia de muerte. En efecto, ante el golpe de Estado que derrocaba a su gobierno, Allende se suicidaba en el Palacio de La Moneda bajo las bombas del ejército de Pinochet. Tenía yo 30 años y viví la noticia desde una Mallorca otoñal en la que trabajaba de periodista en el vespertino Ultima Hora. Lo recuerdo perfectamente. Como recuerdo a Henry Kissinger justificando el golpe de Pinochet. Solo 12 días separaron la muerte de Allende y de Neruda en aquel septiembre de 1973. Algunas manos que aplaudieron su discurso acabarían manchadas de sangre chilena. Daniel Viglietti recita este poema del uruguayo, Mario Benedetti.

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