domingo, 10 de noviembre de 2013

Madrid: seis días ya entre basuras.

 
 
Pasear por el centro de Madrid desde la medianoche del lunes era como hacerlo en una zona de combate. Los barrenderos habían declarado la guerra en forma de huelga en contra del despido de 1.144 en una plantilla que ronda los 6.000 y en contra de las rebajas de sueldo que llegaban hasta el 40% de sus  nóminas. El Ayuntamiento, al considerar que los problemas de la negociación no le afectaban directamente y al haber privatizado el servicio, quiso mantenerse al margen. Ana Botella se había lavado las manos, asegurando que su única labor era fiscalizar a las empresas y comprobar si cumplían con los niveles de calidad exigidos en los pliegos. Pero Jaime Lissaverzky, portavoz municipal del PSOE, había afirmado que la alcaldesa de Madrid era el “origen y la causa” del “malestar” de los trabajadores de limpieza. A su juicio, además de estos recortes,  se pretendía la “eliminación” de puestos de trabajo. “Botella no puede decir que es un asunto interno de las empresas con los trabajadores, cuando ha sido ella la que ha aplicado tales recortes que hacen inviable la calidad del servicio”, aseguraba el portavoz socialista, tildando la situación de “puro despropósito”. En la Puerta del Sol, uno de los puntos más álgidos, los manifestantes llenaron la fuente de espuma e hicieron seis  hogueras. Contaban con el apoyo de los tres sindicatos mayoritarios con representación en la mesa de negociación del convenio (UGT tenía ocho de sus miembros, CCOO, cuatro, y CGT, tres).  Miles de personas, entre 8.000 y 10.000 según los convocantes, se habían manifestado entre Atocha y la Puerta de Sol. La protesta transcurrió entre pitidos, petardos, papeles y basura desperdigada por a plaza. La media docena de hogueras ardieron simultáneamente, al grito de “¡Huelga, huelga!” y “¡Botella, dimisión!”. Los sindicatos de UGT, CC OO, CGT, Uso y Solidaridad Obrera apoyaban la huelga indefinida contra los recortes que empezaría el mismo martes. “Ni convenio, ni ERE ni recortes, son basura”, señalaban las pancartas que acompañaron el recorrido.

Una bolsa de basura junto a la estatua del barrendero, en la plaza Jacinto Benavente.
El martes comenzaba la huelga más sucia conocida hasta el momento. No lo decimos en sentido figurado, sino propio, porque la huelga indefinida de los trabajadores de limpieza viaria de Madrid dejaría sus calles más repugnantes y asquerosas que nunca. Los manifestantes cubrieron de pegatinas la escultura del barrendero de 1960, en Jacinto Benavente. Los participantes de la huelga perdían entre 60 y 80 euros diarios por secundarla. “Nos costará mucho –reconocían, desesperados por la situación en la que se encontraban–, pero, si nos recortan el sueldo como quieren, no llegaremos a fin de mes”. Así la presentaba la sección sindical de la CNT-AIT en el ayuntamiento: “Las empresas concesionarias de la limpieza viaria de Madrid son: OHL, del señor Villar Mir (el que declaró que había pagado sobres al partido popular y no solo a este partido, sino también a los sindicatos vendeobreros CCOO y UGT); FCC, empresa de las Koplowitz y sobre la que ahora, olisqueando la carroña, vuela el multimillonario Bill Gates con la compra de un 6% de la compañía; y Valoriza (del grupo Sacyr Vallehermoso), otra compañía como las anteriores, que se han forrado con el ladrillo hasta que no había nada que rascar y ahora, entre otros negocios, se dedican a explotar a nuestros compañeros/as de limpieza viaria, con el contubernio de toda la clase política y el apoyo encubierto de los ‘sindicatos’ del estado”. Se habló del despido de 1400 compañeros/as de una sola tacada, pero se recordó que ya se llevaba cierto tiempo realizando EREs encubiertos. “Despidieron a 23 compañeros de OHL, precisamente los más molestos, para aterrorizar al resto de la plantilla. Y se alegó a la huelga indefinida como la único solución para obligar al Ayuntamiento a romper el contrato con esta panda de explota-trabajadores y contratar directamente a las plantillas de limpieza, eliminando los beneficios de estas jodidas empresas que nunca debieron venir a llevarse el sudor de nuestros compañeros y los beneficios, repartiéndoselos en paraísos fiscales y sobres a diestro y siniestro”. La CNT reivindicó que, aparte de los EREs, una de las exigencias de la huelga debía ser “la readmisión incondicional de los/as compañeros/as que ya han sido puestos en la calle”.


Madrid se despertó estos días cada vez más sucia y con una basura que inundaba sus calles. Seis mil trabajadores de limpieza pretenden mantener sus puestos de trabajo y sus condiciones laborales y evitar el despido de 1.144 trabajadores anunciado por tres de las cuatro empresas concesionarias. “La plantilla está motivada y tienen conciencia para aguantar el tiempo que sea necesario”, aseguraba el martes Juan Carlos del Río, responsable de la federación de servicios públicos de UGT. Desde CCOO, Félix Carrión recordaba que “la última huelga larga fue en el 93 y duró 32 días”. Según Francisco Javier Palacios, representante de CGT, “la situación es muy diferente a todas la anteriores huelgas. En ésta, no pedimos una subida salarial, sino que no nos quiten derechos y que no nos despidan. Por eso hay personas que, en otros momentos, no han secundado el paro y ahora sí”. Para que finalice la huelga los sindicatos piden que se anulen los EREs y que se mantengan y garanticen los puestos de trabajo y las condiciones actuales de la plantilla durante los ocho años que dura el contrato. Para que eso suceda, las empresas quieren más dinero, pero el Ayuntamiento no está dispuesto perder el ahorro adicional que consiguió con la nueva fórmula de integración de contratos de servicios públicos. Piensa que, si cede en la primera que se ha puesto en marcha, las cinco que están por llegar [movilidad (aparcamiento y señalización), infraestructuras viarias, parques y viveros municipales, instalaciones y suministros de energía y recogida de residuos] podrían venirse abajo antes de entrar en vigor.
 
Francisco Javier Palacios cree que las empresas no pueden hacer nada para salir del atolladero en el que han entrado al adquirir estas contratas y que el Ayuntamiento no puede dar marcha atrás. “Sabían [las empresas] que era inviable económicamente y ahora esperan un movimiento del Ayuntamiento. Nos están utilizando como arma arrojadiza”, afirma el sindicalista del CGT que cada día tiene menos claro si la huelga “la dirigimos nosotros o las empresas” para presionar al Ayuntamiento.  “La última oferta –explica el portavoz conjunto designado por las cuatro compañías (OHL-Ascan, Sacyr, FCC y Ferrovial)– pasa por reducir un 12% los despidos hasta dejarlos en torno a 940, a cambio de negociar formulas alternativas de ahorro de costes”. Unas alternativas que los sindicatos entienden como una reducción salarial adicional al 43% que ya pretenden establecer en el convenio colectivo. Lo que les dejaría con sueldos de 600 euros. “Es insultante –apunta Carrión–. Empresas y Ayuntamiento nos han llevado a un callejón sin salida”. Los sindicatos ven los despidos de las empresas como una consecuencia directa del contrato integral, que redujo en un 27% el presupuesto del año pasado. “Esto ha sido una perversión tremenda por parte de las empresas y el Ayuntamiento”, critica Carrión.  Recuerda que ya advirtieron al equipo de Ana Botella que lo que pretendían al unificar el servicio era “una barbaridad” y que implicaría despidos. Pero, desde el Ayuntamiento, cierran filas y resumen la huelga a un conflicto en la negociación del convenio colectivo entre sindicatos y empresas en el que el consistorio no tiene nada que ver. En cualquier caso, el Ayuntamiento se muestra como una víctima y asegura que las empresas concursaron en una subasta pública y adquirieron el contrato. Carrión no entiende cómo una empresa puede adjudicarse un contrato y ahora decir que no es rentable. “Han subastado despidos en vez de un servicio público”, ya que “sabían el personal que tenían que asumir y cómo tenían que hacer para que no costara ni más ni menos que antes”, añade. Una subasta macabra según Moisés Torres, quien asegura que la huelga continuará el tiempo que sea necesario. “Estamos a expensas del Ayuntamiento, porque las empresas no varían sus posturas –asegura el portavoz de UGT en este conflicto–. Llegó “cuando el Ayuntamiento pretendía ahorrarse un 10% y la competitividad de las empresas les llevó a ofrecer bajas tan bestiales. Ahora nadie quiere dar marcha atrás. El Ayuntamiento no puede volver al ahorro del 10% anterior, que solventaría parte del problema”. La solución, según los tres sindicatos consultados, sólo pasa por que el Ayuntamiento intervenga en el conflicto y obligue a las empresas a mantener la plantilla. Según Carrión, el Consistorio “es responsable subsidiario de todo esto y algo tendrá que decir. Sino, seguiremos con nuestra huelga”.

Trabajadores de limpieza viaria protestan. Foto Manuel Sánchez.
Las posiciones entre empresas y sindicatos parecen irreconciliables. El Ayuntamiento, de momento, se mantuvo al margen al considerar que los problemas en los servicios de la limpieza eran solo un enfrentamiento entre trabajadores y patronal por la negociación de los convenios colectivos. El Consistorio mantuvo privatizado el servicio, dejando en la calle a 1.144 empleados de los 6.000 que prestan ese servicio en la capital. A principios de agosto, las concesionarias ya despidieron a 350 personas. El presupuesto en esos servicios ya se había ido reduciendo en los últimos años: un 18% menos el de limpieza viaria entre 2011 y 2013; un 19% menos el de parques y jardines en los mismos años. El nuevo contrato divide Madrid en seis zonas y, con él, el Ayuntamiento pretendió rebajar aún más los costes. Pedía una rebaja de un 10% a las empresas sobre el presupuesto inicial de 2.316 millones. Las concesionarias que más bajo ofertasen el servicio se llevarían los contratos. Entre todas, ofrecían hacer el servicio por 1.943 millones, una rebaja total del 16%. Ese recorte de 373 millones es el que creaba finalmente el conflicto. Las empresas alegan que no pueden llevar a cabo el servicio sin reducir salarios y trabajadores. Y el Ayuntamiento no establece en sus pliegos ninguna exigencia para que se mantenga el empleo. El perfil del trabajador del sector es el de un empleado de entre 35 y 55 años de media, casado, con hijos, hipoteca y estudios primarios. Lleva trabajando entre 12 y 15 años en el sector y cobra entre 1.000 y 1.300 euros de media. Ana Botella confió en que los paros no afectarían a los ciudadanos Según el Consistorio, su única labor es fiscalizar a las empresas y ver si cumplen con los niveles de calidad exigidos en los pliegos. No hacerlo puede conllevar sanciones: el Ayuntamiento puede detraer hasta el 6% del contrato si no cumplen. Pero los sindicatos vinculan los despidos con los recortes municipales. “Hacen falta muchas huelgas para oponerse a las políticas del PP, que son las que están generando esta situación”, señala Raquel López, concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento. “Que no quede en que esto es un asunto solo de la patronal. Apoyamos los servicios públicos. Estamos hablando de más de 1.000 trabajadores con nombres, apellidos y familias”.

Bolsas de basuras se amontonan alrededor de contenedores llenos, en pleno centro de Madrid.

En algunas calles, como la de Carretas, la del Doctor Cortezo o Monera, se hace difícil sortear los desperdicios. Nadie recoge los restos de bebida y comida de los locales de alimentación de estas vías. Otras, como la de Sol, amanecen limpias, pese ha haber sido uno de los principales focos de la protesta. En algunos barrios se encendió ya alerta roja. “Como estemos tres días sin limpieza –comentaban vecinos de Lavapiés–,  nos puede dar algo”. La alcaldesa de Madrid, lejos de buscar rápidamente una solución, acusa a los sindicatos convocantes del paro en limpieza y jardinería de cometer “actos vandálicos” como quemar contenedores de coches y ensuciar la ciudad. Y, en una rueda de prensa, manifiesta: “Los sindicatos no deben hacer actos vandálicos, deben respetar los servicios mínimos y no deben destruir y quemar contenedores y coches particulares”. Botella no tiene dudas de que Madrid hoy está sucio, como consecuencia de actos vandálicos “porque si los sindicatos hubieran mantenido las condiciones de la huelga, hoy la ciudad no estaría como está”. Por su parte, CCOO, UGT YCGT aseguran que la quema de contenedores y vehículos es un “atentado directo” contra la ciudad y sus ciudadanos, “que, lejos de apoyar al movimiento obrero, lo deslegitima y lo perjudica. Los sindicatos pedimos a cualquier persona, tenga o no relación con los servicios, que cejen de realizar este tipo de acciones y que demuestren su apoyo con quejas al Ayuntamiento de Madrid por subirnos los impuestos y reducirnos los servicios”. Algún coche es calcinado y algunos contenedores y papeleras, son volcados y quemados. Varias personas son identificadas en diversos distritos por desórdenes públicos.

 
A medida que pasan los días de la semana, la podredumbre se apodera de las calles madrileñas y la solución del problema se presenta complicada. Ninguna de las partes quiere dar su brazo a torcer. Para que finalice la huelga, los sindicatos exigen que se anulen los EREs y que se mantengan y garanticen los puestos de trabajo y las condiciones actuales de la plantilla durante los ocho años que dura el contrato. Para que esto suceda, las empresas quieren más dinero. Pero, el Ayuntamiento no está dispuesto perder el ahorro adicional que consiguió con la nueva fórmula de integración de contratos de servicios públicos. En la mesa de negociación de los EREs las empresas no varían mucho en sus ofertas. La última, según explica el portavoz conjunto designado por las cuatro compañías (OHL-Ascan, Sacyr, FCC y Ferrovial), pasa por reducir un 12% los despidos hasta dejarlos en torno a 940 “a cambio de negociar formulas alternativas de ahorro de costes”.
 
Una mujer pasa entre bolsas de basura y botellas de cerveza arrojadas en la calle Humilladero.
Desde el Ayuntamiento cierran filas y alegan que no tienen nada que ver en la negociación del convenio colectivo entre sindicatos y empresas. Para dar credibilidad a su posición argumentan que una de las empresas no ha anunciado ERE, aunque también se puede argumentar en contra que los jardineros no están negociando el convenio y también están en huelga. Una subasta macabra, según Moisés Torres, portavoz de UGT en este conflicto. “Llegó cuando el Ayuntamiento pretendía ahorrarse un 10% y la competitividad de las empresas les llevó a ofrecer bajas tan bestiales. Ahora nadie quiere dar marcha atrás. El Ayuntamiento no puede volver al ahorro del 10% anterior, que solventaría parte del problema. Es responsable subsidiario de todo esto y algo tendrá que decir, sino, seguiremos con nuestra huelga” La solución, según los tres sindicatos consultados, sólo pasa por la intervención del Ayuntamiento en el conflicto y la obligación de que las empresas mantengan la plantilla. Desde UGT, CCOO y CGT sólo contemplan tres opciones posibles: que las empresas abandonen el contrato –algo poco probable porque perderían una millonaria fianza ya depositada–, que el Ayuntamiento retire la concesión a las empresas –aún menos probable, porque tendría que indemnizar a las cuatro constructoras–, o que Botella ceda, ahorrando menos dinero pero garantizando los puestos de trabajo. Otra opción sería, según los sindicatos,  municipalizar el servicio. Una posibilidad que “no saldría muy cara, ya que la maquinaria que se utiliza viene de contratas anteriores y pertenece al Ayuntamiento, se ahorraría el beneficio que las empresas obtienen con estos servicios y los ingresos por impuestos irían íntegramente a las arcas públicas en lugar de a empresas privadas”, argumenta Torres.

Diego Sanjuanbenito, de Nuevas Generaciones del PP,  el día que tomó posesión como edil.
En Madrid, apenas quedan barrenderos. 1.134 trabajadores serán despedidos, de acuerdo con el ERE presentado por las empresas concesionarias. La recogida de basuras está más relacionada con el camión que barre las calles y se lleva los contenedores. Se habla de  400 despidos más, cuando se publiquen los contratos integrales, que están al caer y que piden trabajar lo mismo por menos dinero. “El retroceso en servicios sociales – escribe P. García en Vozpópuli– puede suponer la guinda para una urbe deprimida después de perder su tercera intentona olímpica, ahogada por una deuda que no deja de crecer y gestionada por un equipo que nada tiene que ver con el que se presentó a las elecciones de mayo de 2011 (empezando por la alcaldesa Ana Botella, que ayer estaba en Berlín y hoy, según varias personas, puede anunciar los Presupuestos para 2014). La estampa que le espera a Botella es desoladora: a la limpieza y a los jardines, ya se ha dicho, le pueden secundar las basuras; a las basuras, el alumbrado, y a éste, el mantenimiento de infraestructuras viarias (reparación de desperfectos en la calzada, etcétera), el mobiliario urbano, el mobiliario infantil… Un horizonte de huelgas y protestas peligroso para la vida social de la capital, por el cual toda la oposición en bloque acusa al área de Movilidad del Ayuntamiento de Madrid que dirige Diego Sanjuanbenito, un amigo de la familia Aznar-Botella… Una situación sin visos de mejorar a corto plazo y que podría agravarse en las próximas semanas…. Y la cosa no se detiene ahí: según datos que manejan los sindicatos, el contrato integral de recogida de basuras, cuyo concurso más de una vez ha quedado desierto ante el rechazo de las empresas por el ajustado presupuesto, podría amenazar otros 400 puestos… ‘Botella prefiere recortar en limpieza a hacerlo en gastos superfluos’, recalca UPyD. La oposición en bloque apunta a problemas en la gestión de Cibeles y no a un clásico conflicto entre patronal y sindicatos… ‘El error básico de estos nuevos contratos’, recalcaba ayer David Ortega, portavoz de UPyD, es que ‘el Ayuntamiento ha buscado ahorrar de cualquier forma en algo tan básico como la limpieza, mientras mantiene gastos superfluos como coches oficiales, excesivo número de vocales vecinos, asesores en los distritos, bonus para directivos de empresas públicas’…”.

Tercer día de huelga de basureros en Madrid.
 
Mientras tanto, y de una manera cada vez más alarmante,  las aceras madrileñas acumulan restos de muebles, plásticos, peladuras de naranjas y plátanos, cartones, desperdicios y basura nauseabunda que bloquea aceras y pasos en una ciudad que se ha vuelto, en cinco días, sucia y nauseabunda. Una capital, que aspiraba a ciudad olímpica con Botella, apesta hoy y se ha vuelto repugnante. Hoteleros y comerciantes han levantado su voz de alarma. La suciedad plaga ante las puertas de tiendas y de bares, cuyos propietarios se apresuran a eliminar los desperdicios a base de escoba y cubos de agua. No es solo lo que molesta visualmente, sino el olor a pestilencia que impera por doquier.

La basura de Ana Botella.

“Una huelga de limpieza –dice Kabila, bajo el título ‘La basura de Ana Botella’– ha convertido a Madrid, que ya estaba poco limpia, en un estercolero, donde la basura acumulada en cinco días empieza a ser un problema serio por falta de higiene y peligro para la salud de los ciudadanos”. Su autor, RGAlmazán, se adhiere  a esta huelga. Una   huelga “provocada por unas empresas insaciables que pretenden realizar EREs y empeorar los salarios y las condiciones de los trabajadores, cuestión que conocían antes de optar a una subasta de adjudicación, mientras que el Ayuntamiento trata de lavarse las manos como si no fuera el responsable último del servicio. Lo desempeñe quien lo desempeñe es un servicio municipal, cuyas tasas se pagan por parte de los madrileños al Ayuntamiento (…) Mientras tanto el Ayuntamiento se hace la víctima, y ante esta huelga dice que los trabajadores son guerrilla urbana o vándalos descontrolados, o que los madrileños están acostumbrados a tener una ciudad muy limpia (¿?), sin que tome las medidas para que las empresas cumplan con su obligación o las anulen el contrato por incumplimiento manifiesto (…) Y es que en este municipio ya tenemos bastante basura, porque:

“Basura es bajar los impuestos una miseria y subir las tasas una barbaridad, y encima alardear de que se bajan los impuestos. Basura es la gestión que hoy se está juzgando, la del Madrid Arena, donde la señorona de Aznar no admite ninguna responsabilidad de la alcaldía, y mientras las cinco jóvenes acababan de morir, ella se fue a celebrarlo a un SPA portugués. Basura es dedicar cada vez menos a actos culturales y a actividades sociales. Basura es tener que ver cómo se han gastado los millones para un acto fallido como la candidatura olímpica. De lo que sólo ha quedado para la eternidad, el relaxing cup of café con leche en la Plaza Mayor, cantado por Anne Bottle en un inmejorable inglés. Basura es que cada madrileño tenga que pagar por una deuda indecente, 300 euros al año. Basura es votar a un alcalde que cuando le ha venido bien ha abandonado para ser ministro y ha dejado como heredera –cual monarquía— a una concejala que no se había presentado para el máximo cargo. Basura es la gestión de este ayuntamiento, comandado por una alcaldesa no elegida, cuyo único mérito –y me temo que no lo sea— es ser la mujer de… Así es que, si hay basura no caigamos en la trampa que están poniéndonos, la de enfrentar a los trabajadores con el resto de ciudadanos. La responsabilidad es de quien debe cumplir con ese servicio, el Ayuntamiento que, habiendo adjudicado un servicio a unas empresas, debe obligarlas a cumplirlo, o, en su defecto, anular dicho contrato y tomar decisiones concluyentes, por ejemplo municipalizar el servicio”.

 Basura tirada junto a los contenedores de la plaza de Carlos Cambronero, Madrid
 
La prensa internacional se ocupa de esta huelga de basureros de Madrid. Medios de comunicación de todo el mundo se hacen eco de ella y se detienen en el lamentable aspecto que ya empiezan a mostrar muchas de las calles de la capital de España. Euronews asegura que “cerca de 6.000 empleados se han unido en contra de las empresas privadas, contratadas por el ayuntamiento de Madrid, que prevén recortar los sueldos un 40 por ciento y despedir a más de 1.100 personas”. La cadena de información también asegura que “los sindicatos están pidiendo a la alcaldía de la ciudad, presidida por la mujer del expresidente Aznar, Ana Botella, que intervenga para frenar los despidos”. Press TV señala que  “la basura se acumula ya en las calles de la capital mientras basureros, barrenderos y empleados de parques y jardines continúan con su huelga indefinida en respuesta a los despidos y recortes salariales”. La noticia ha llegado lejos. Times of India también se hace cargo del asunto y alerta de que “las papeleras, rebosantes de latas de bebida y colillas y plazas como la Puerta del Sol, llenas de basura, son la viva imagen de los problemas que sólo tres días de huelga han generado ya en la capital”. Liberation, por su parte, asegura que la ciudad está invadida por la basura y relata como incluso “en los barrios turísticos en pleno centro de la capital española, los cubos de basura están desbordados de cartones, bolsas de basura y botellas vacías”. ¿Es esta la marca España que tanto costó crear?

Aznar, con la vieja guardia del PP.

Casualmente, tres días después del inicio de la huelga de basureros, el expresidente del Gobierno, José María Aznar, presentó su segundo libro de memorias: “El compromiso del poder”. Le acompañaban y presentaban Josep Piqué, ex ministro, y José María Hidalgo, ex secrecretario general del CCOO, con quienes Aznar confesó haber estado “muy a gusto en el acto”. Curiosamente, no estaba presente ninguno de los ministros de Rajoy. Al día siguiente, Aznar dejó claro que él no podía “dar razón de las ausencias” y que “los ausentes sabrán por qué estuvieron ausentes”. Aznar recalcó que, para él la, política era “un ejercicio de integración”, no de dejar “gente en la cuneta” y pidió que se hiciera política “de integrar” para afrontar el desafío secesionista de Catalunya. “Hay que contenerlo y pararlo”, recalcó, subrayando que “la política se ha inventado para eso” y puso como ejemplo lo que hizo su primer Gobierno en una situación similar en el País Vasco. Quienes sí acudieron a apoyarlo fueron algunos de sus exministros y toda la vieja guardia; la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre; el presidente madrileño, Ignacio González; y destacados representantes de FAES. Como dato curioso, la presencia de Hidalgo, antiguo secretario general del sindicato comunista, quien presentó las memorias de Aznar. En el 2011, Fidalgo pidió el voto para UPyD para las elecciones municipales y autonómicas, arguyendo que “sufrimos una crisis institucional severa, pero sobre todos tenemos una crisis ética y valorativa del copón”.


Fotocomposiciones de Canal 9, en 1005 y en 2013. “Gente que parece ser normal y creyó las noticias de Canal 9”, cuando estaba dominada por el PP. ¡Cueva de ladrones! Ignacio Blanco (EUPV) le canta las cuarenta al PP por RTVV.






Los dibujos de esta semana. Empezamos por Erlich:






Seguimos con otros dibujantes: Forges, J. R. Mora, Ramón, Peridis, A. López, Pat, Ferreres…











 
Pep Roig nos dibuja unos sueños del más allá de la botica, una bandera de las islas baleares que la salva de los peligros y otras propuestas para salirse de la crisis.






Y terminamos con ese video


1 comentario:

Carmelo Caballero dijo...

No es cierto que no se pueda pagar un sueldo digno por un trabajo digno. Os apoyamos en vuestra lucha. Pedid a los ciudadanos que os ayuden. Es fácil. Todos podemos dejar nuestra basura donde queramos, llevemosla en el maletero, en el transporte público, andando hasta las casas de aquellos que no quieren compartir sus grandes riquezas con los demás. Que se preocupen ellos de pagar dignamente para que les recojan la basura que han sembrado.