miércoles, 2 de julio de 2014

Wert no quiere devolverle los testículos al león del Congreso.

El león sin testículos del Congreso.
 
El Gobierno ha rechazado la propuesta de dotar de testículos a uno de los leones de bronce que guardan la puerta principal del Congreso de los Diputados porque considera que completar esa obra podría ocasionar “efectos dañinos” sobre la escultura original. En agosto de 2012, el Canal de Historia investigó las razones de la 'tara' de unos de los dos felinos de bronce, llegando a la conclusión de que no existía razón artística, histórica, biológica o de cualquier otro tipo que justificase la ausencia de ese elemento. Carolina Godayol,  directora del citado canal de televisión,  se dirigió entonces a la Comisión de Peticiones del Congreso ofreciéndose a colocar de manera gratuita el saco escrotal a Daoíz, el león afectado, y completar así la obra, cuyo autor es el escultor Ponciano. Una comisión parlamentaria puso el asunto en manos del Ministerio de la Presidencia y éste, a su vez, en las de Educación y Cultura. El departamento que dirige José Ignacio Wert contestaba recientemente a la autora de la mencionada solicitud en la que explicaba que, en los años 50, el león 'castrado', colocado en la fachada del Congreso en 1872, ya se encontraba en este mismo estado, carente de testículos. Por lo que, según el Gobierno, “muy posiblemente” se trata de “un defecto de origen”, ocasionado en la propia fundición de la escultura al proceder a extraerla del molde, un trabajo que corrió a cargo de la Real Fundición de Bronces de Sevilla, encargada de transformar el metal que procedía de los cañones arrebatados al enemigo en la batalla de Wad-Ras en la guerra de África. El texto oficial añadía que los leones, que fueron restaurados en 1985, forman parte del Bien de Interés Cultural desde 1977.

El Gobierno remarca que los criterios de conservación actuales “desaconsejan”, con carácter general, la acción de completar piezas escultóricas que han perdido su integridad porque, en la mayoría de los casos “no existen indicios suficientes” de la morfología exacta del original y porque las “pérdidas” suponen una parte de la historia de la pieza “que se oculta con la reintegración”. El ministerio dirigido por Wert defiende que la inclusión en la obra de un material distinto puede ocasionar “efectos dañinos” para el original. “Esto es especialmente grave en el caso de esculturas metálicas, ya que la diversa composición de las partes puede ocasionar el efecto de pila galvánica, con el consiguiente deterioro por corrosión”.  
                                                                  
Curiosamente, tampoco los altos funcionarios de Patrimonio ni los encargados de la obra se percataron de la desaparición del impacto de los cinco disparos de Tejero que desaparecieron  en las obras acometidas el verano pasado, en contra de la orden expresa de que se conservasen. Ni se dieron los nombres de los responsables de dicho despiste. El informe técnico apuntó a varias razones que, juntas, pudieron contribuir al extravío histórico. “La premura con la que se realizaron los trabajos (veinte días del mes de julio y primera quincena de agosto), los problemas de la instalación por el reducido espacio de que se disponía en la estructura de madera, así como la dificultad para acceder a la documentación sobre el 23-F por su carácter reservado, contribuyeron a la eliminación de algunas señales de la que no fueron conscientes ninguna de las personas que han intervenido en la obra, según señala la arquitecta conservadora en su informe”.

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