miércoles, 6 de diciembre de 2017

La (In)Constitución del 78.

“Treinta y nueve años de incumplimientos –escribe el Grupo Arenal Uno, en LQSomos –. Volvemos a estar en el aniversario del certificado impuesto por el franquismo para dar paso a una ‘democracia’ enclenque y holográfica que le permitiera seguir respirando, mandando, lucrándose, impune y respaldado por nuevos y serviles ‘interlocutores sociales’ a sueldo. En reuniones reservadas de marisco, café, copa y puro, flanqueados por conmilitones franquistas que, a modo de espíritu santo uniformado, les dictaban al oído, los llamados Padres de la Constitución (como si tuviéramos más de uno… y sin madres, para variar) parieron la Carta Magna, el sagrado papel que nos restriegan cada dos por tres para decirnos lo que es legal y lo que es ilegal, lo que se puede y lo que no; la gacetilla de las promesas que no se cumplen y de las tomaduras de pelo (crueles, las más de las veces) que son el pan nuestro de cada día; el libro de los derechos etéreos y las prohibiciones rocosas… Tenemos la obligación de creernos todo como un acto de fe: ‘somos un estado democrático de derecho’. Pero cuidado con llegar a creer que nosotros, el pueblo, podemos decidir sobre lo sustancial. Eso es peligroso. El principal derecho que se nos concede es el de obedecer. En España, obedecer es un derecho obligatorio y universal para el pueblo…

“Llega, pues, el diciembre de honores, festividades, marchas regias, palabras huecas, pomposos discursos de políticos ladrones. 6 de diciembre, fiesta nacional. Se ha puesto de moda ahora hablar de las exigibles garantías de un referéndum, ante ese despliegue de limpieza, ética, talento y auto-organización social que tuvo lugar en Catalunya el 1 de octubre. Por ello, vale la pena recordar que el 7 de diciembre de 1978, el editorial del diario El País (1), más adelante Boletín Oficial del Régimen, cuestionaba la organización del referéndum de la Constitución. El referéndum del 6 de diciembre fue un caos organizativo, completamente opaco y vaya usted a saber…

“Hasta un 30 % de irregularidades en provincias como Orense, donde muchas personas se quedaron sin poder votar. El censo fue modificado en plena campaña electoral para añadir a los jóvenes de entre 18 y 21 años, provocando que más de un millón de ciudadanos constaran por duplicado en el censo, sobrevalorando el censo electoral en más de un millón de personas según los cálculos actuales del Instituto Nacional de Estadística. En Madrid no aparecieron en las listas, no pudiendo votar, más de 300.000 personas con derecho a voto, y los datos censales del Ministerio del Interior y de la Junta Electoral Central sólo coincidían en 11 provincias de todo el Estado Español…

“De este modo lograron su SÍ, pero no en todas las provincias. En Álava, A Coruña, Guipuzkoa, Lugo, Navarra, Orense, Oviedo, Pontevedra, Sta. Cruz de Tenerife o Vizcaya, el NO y la abstención sumaron más que el SÍ. Y que no se olvide, sólo los que ahora tienen más de 60 años en este país (menos del 26% del total actual) pudieron entonces votar aquella Constitución. En septiembre de 1978, un humilde libro encerraba un extraordinario trabajo: ‘La Constitución del Monarco-fascismo’ editado por la Convención Republicana de los Pueblos de España. Un trabajo de Rafael Bosch, un intelectual demócrata valenciano, que ejercía como profesor de Literatura y Cultura Españolas en la Universidad del Estado de Nueva York. Fue el primer estudio en el que se efectuó un análisis pormenorizado del proyecto desde los distintos puntos de vista democráticos. Por eso es bueno recuperarlo. Hoy treinta y nueve años después puede darnos muchas respuestas”.

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