martes, 13 de marzo de 2018

"La lámpara del diablo".


Francisco de Goya, 1.798.

Aníbal Malvar, en su artículo “El Diablo va de ‘mani’, en Público, se entera, por el obispo de San Sebastián, de que Belcebú es feminista. “Ya sospechaba yo que el demonio era más progresista que el dios de los católicos. Monseñor José Ignacio Munilla ha señalado en su homilía de Radio María que ‘es curioso cómo el demonio puede meter un gol desde las propias filas. El feminismo se ha hecho el harakiri’ con el 8-M. Cuenta una leyenda apócrifa que Belcebú se le apareció una vez a un machorro muy revertiano y le ofreció un deseo.

–¡Quiero catarle el coño a todas las tías que se me pongan a tiro!–demandó el sicalíptico varón.

“El diablo –continúa Malvar–, conmovido, le concedió la gracia y lo convirtió en váter. Sin duda alguna, apartando a ese tipo de las calles, Satanás nos regaló un enemigo menos del respeto a la mujer, que es palabra, respeto, que resume todas las bellas exigencias de este ocho de marzo y de la historia del feminismo. El Maligno se comportó como un verdadero feminista militante, lo cual que hay que darle toda la razón a monseñor Munilla: Belcebú secundará la huelga del jueves. El obispo de la radio considera que las promotoras de la huelga defienden las causas del “lesbianismo y el bisexualismo”, y yo creo que, en este caso, monseñor no solo se returce por convicciones morales, sino también para preservar el casi monopolio de abusos a menores que hasta ahora había gozado la iglesia. ¿Cómo se le ocurre a nadie vindicar relaciones homo con alguien que no sea un cura o una monja? Podría ser pecado y hasta digno de investigación judicial. Como ha señalado el cardenal Santiago Cañizares, el gran enemigo de esta sociedad y de la moral pública es “el imperio gay”. Vade retro. Ya nos advertía Anatole France de que nunca alcanzaremos la visión que tiene el diablo del mundo, pues solo dios escribió un libro. Ahora, gracias a monseñor Munilla, nos vamos haciendo una idea. El de los cuernos y el rabo es feminista, manifestorro, de izquierdas y con simpatías hacia “el imperio gay”. Escuchando a obispos y cardenales españoles, uno todavía no entiende que todas estas sandeces continúen gozando del crédito intelectual de tantos fieles católicos. O sea, que no haya ningún sector de la feligresía que salga a las teles y a las radios a gritar que munillas y cañizares no los representan, que no todos los católicos son así. ¿Será que lo son? También extraña, tal y como se la están cogiendo con papel de fumar con las ofensas, que ningún juez haya llamado a declarar a estos señores tan falderos por delitos de odio contra las mujeres, los homosexuales y lesbianas, o contra los niños abusados que es que van provocando. ‘Hay menores que desean el abuso e incluso te provocan’, nos ilustraba no ha mucho el también obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, que insiste, por otra parte, en calificar de enfermos a los homosexuales. Al final vamos a tener que darle la razón a Bergamín, quien opinaba que ‘la teología es la lógica del diablo’. Aunque a estos curillas high standing la palabra teología les viene grande. Quizá sería más adecuado definirlos como expertos en teomanía. Con ellos comparado, Belcebú se está ganando el cielo. Muy a su pesar”.

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